La frase es del secretario de Gobierno, doctor Alberto Lamarque, quien se refirió a la tutela que deberá ejercer la municipalidad acerca de la llegada de los turistas.
La temporada está en ciernes y la cartera que preside Lamarque adquiere un protagonismo inusitado con el control que deberán procurar para lograr una estadía sin sobresaltos.
“Ahora hay que recomponer todo lo que ha pasado este año tan difícil, más que nada desde el lado económico, creo que la cuestión sanitaria ya va a ir teniendo alguna salida con la llegada de las vacunas, el daño que se ha hecho en lo económico es tremendo, así que Pinamar tenga la mayor cantidad de actividades comerciales y comercios abiertos para nosotros es fundamental. Así que trabajando mucho en eso, en los protocolos, ampliando el plantel de fiscalización y tratando de que desde el estado le podamos dar todas las herramientas que dentro de nuestra competencia tengamos, habilitaciones con exención de los cánones o reducciones, con la utilización de espacio público gratuito, craneando desde el estado todo la mano que le podamos para que le sea más liviana esta adversidad”, describe.
La situación no es fácil máxime si se entiende que hay una situación donde las vacaciones obran como un tapón, un dique de contención al ansia de los turistas.
“Lo que notamos un poco es que la gente estaba hastiada, estaba cansada de este aislamiento y a veces se van un poquito de la raya, más que nada con la franja etaria que va de los 14 a los 17-18 años que por ahí son los menos vulnerables al virus y también los que menos caso hacen, una franja en la cual tenemos que poner el ojo más que nada en la nocturnidad, en lo que son fiestas clandestinas, en el cuidado de que estos chicos no se lastimen, que no les pase nada, y también poner el ojo en lo que es el medio ambiente porque la falta de actividades habilitadas en un ejido urbano hace que la gente se vaya a las periferias, en la periferia hay mucho bosque y puede generar algún incendio, hay que ir previendo porque muchas veces lo que no puede hacerse en el ejido urbano la gente busca hacerlo “por izquierda” en otros lugares y eso nos preocupa bastante”, entiende.
En la temporada va a tener que implementarse por primera vez una serie de protocolos hasta ahora desconocidos y el respeto por los porcentajes de ocupación de los espacios será clave a la hora de evitar contagios.
“El concepto de fiesta a cielo abierto, técnicamente no existe, lo que tenemos es un tema de aforo que no se va a poder, depende el tipo de comercio, del 30 o 50%, nosotros lo que planteamos es una capacidad interna del 50%, que lo que sea boliche bailable pase a la modalidad bar, permitimos el uso del espacio público de manera gratuita con todas las expansiones que se están viendo en algunos gastronómicos, acostumbrarnos y pedirle que se acostumbre la gente a una nueva nocturnidad, por lo menos en esta temporada y después vemos como evolucionamos, pero por ahí tenemos que ir pensando en divertirnos de otra manera esta temporada, y después la normativa vigente de nocturnidad no va a cambiar, nosotros tenemos un régimen de decibeles, son 90 decibeles en la parte céntrica hasta la 1 de la mañana, pasando casi a la mitad después, los horarios de entrada y salida de boliches, los temas de minoridad sigue vigente la normativa provincial”.