La llegada de Aron y una cálida ceremonia

Luego de haber aprobado un curso dictado en la Superintendencia de Drogas, un perro labrador se suma como un valioso auxiliar en la lucha contra el narcotráfico. La historia del can es una novela con final feliz. Una vecina, Camila, posibilitó la incorporación del animal, destacando que fueron vitales los aportes de una proteccionista, Blanca Luisa, y una funcionaria, la ingeniera Evelina Sangorrín.

La Policía Federal Argentina vivió una jornada inolvidable en la mañana del viernes pasado, ya que a partir de ese momento se formalizó la incorporación de un nuevo integrante de la fuerza. La noticia es doblemente buena ya que el nuevo elemento ingresa luego de haber sorteado las exigencias de una capacitación con especialización en el tema de las drogas peligrosas.

En este caso no se trata de un oficial de carrera, sino de un perro, un labrador, que se encargará de detectar la presencia de estupefacientes, en particular marihuana, cocaína y ácido. Un hecho poco común.

Cumpliendo con las normas protocolares los efectivos presentes se alinearon en formación, se escucharon las estrofas del Himno Nacional y el titular de la sede local de la Policía Federal Argentina, subcomisario Claudio Martín Leyes, hizo uso de la palabra.

Los conceptos del titular resumieron lo actuado al respecto: “Cumpliendo con los lineamientos trazados por el Ministerio de Seguridad de la Nación y las directivas del Comando Institucional de la PFA y ante un nuevo cambio de paradigma frente a nuevos delitos, como el ciber-crimen, lavado de activos y delitos de narco-criminalidad, a los ya conocidos como trata de personas, tráfico de armas, entre otros, hacen que las delegaciones y subdelegaciones del interior del país tengan mayor protagonismo. En este marco, la Subdelegación Pinamar mantiene contacto con las policías locales, con las autoridades municipales de esta jurisdicción, con las municipalidades de Villa Gesell y La Costa. Más aún nuestro contacto es con la Secretaría de Seguridad a fin de coordinar y desarrollar controles vehiculares y poblacionales en rutas y terminales de ómnibus para lograr una adecuada prevención policial aunando sus esfuerzos sobre todo contra el flagelo del tráfico de drogas. Es así que surgió la necesidad de contar con un can detector de narcóticos. En principio, debía reunir ciertos requisitos. Debía ser un cachorro de 6 a 8 meses de edad, poseer un carácter sumiso y juguetón y que la raza sea golden retriever o labrador y poseer todas las vacunas; esos eran los requisitos necesarios para que inicie el curso para canes. La Secretaría de Seguridad, en combinación con Zoonosis, nos presentó a Aron, que en principio reunía los requisitos para el curso. La segunda cuestión era saber si tenía la capacidad de no distraerse porque si se mostraba disperso quedaría fuera del curso. El 16 de julio lo despedimos para que comenzara el curso. El exhaustivo trabajo de guías de canes, más el acompañamiento de la veterinaria de la institución no solo lograron que Aron aprobara el curso sino que lo destaquen entre los demás canes. No quiero dejar sin destacar la predisposición del personal a mi cargo. Y acá quiero recalcar al cabo primero Miguel Ángel Russo, quien trabajó junto a Aron durante todo este tiempo. No sólo que trabajó sino que logró el primer puesto en la promoción de guías de canes entre 35 postulantes. Para mí es un honor, luego de dos meses y 22 días, darle formalmente la bienvenida a la subdelegación al can Aron, Legajo Delta 080, bienvenido y muchas gracias”.

La decisión surgió en una mesa de trabajo, de manera conjunta entre la Secretaría de Seguridad y la Policía Federal. Aron obtuvo la categoría K7, una de las más altas.