La maternidad… entre lo ideal y lo real

¿Qué es ser buena madre?... Si pudieran pensar las que son madres, cómo se imaginaban, que era tener su primer hijo. Qué ideas tenían, cómo lo soñaban… y cómo fue…

Hay quienes deben tener nítido el recuerdo aun, porque fueron madres hace poco, hay otras que ya lo habrán adornado con la fantasía propia de la maternidad.

Lo cierto, creo que es, que todas las ideas referentes a la maternidad son las que más cambian con el tiempo y con la práctica.

Hay muchas madres que planean el parto, hacen el curso, el entrenamiento para parto natural, yoga para embarazadas, cuanto puedan encontrar en el camino, planeando ese momento. Y luego llega la cesárea de urgencia, por ejemplo, o motivada por algún suceso. También puede salir según lo planeado, pero eso no se sabe hasta que pasa. Puede pensarse, por ejemplo, darle el pecho, y luego esto no sucede por falta de leche u otra situación. Lo cierto es que muchas veces, cuando las cosas no salen según lo planeado, las madres se decepcionan.

Si hay un lado B de la maternidad, como lo hay de todo, en ese espacio están los conocimientos que permanecen en el inconsciente, estos no se comunican como los otros de una madre a otra. Son muchas veces los conflictos, los problemas que aparecen, las horas de insomnio, porque el bebé no duerme a la noche, o porque se despierta cada tres horas a comer, los primeros meses. Demanda mucho tiempo y atención, y la madre en algunos momentos está cansada. No puede ni bañarse tranquila… Es algo que se escucha comúnmente.

Hay un libro de Adriana Tettamanti que se llama Madre e hijo, secretos de un vínculo. Es un texto que se escribe a partir de un taller, donde las madres se juntaban para hablar de aquello que les iba sucediendo con la maternidad. Comienza con el siguiente párrafo, donde, creo, resume muchos conceptos: “Al ser madres, una nueva forma de amor nos atraviesa, un nuevo eje nos centra, y giramos alrededor de él incondicionalmente. Cuidamos al hijo con devoción, su necesidad será la nuestra. Su dolor nuestra sombra, su alegría nuestra luz. En ese largo camino que es la maternidad, muchas veces nos sentimos solas y abrumadas, intentando cumplir con algún modelo de madre ideal que tan alejado se encuentra de nuestra realidad cotidiana”.

A mi criterio esa madre ideal deberá reunir estas condiciones:

  • El vínculo madre-hijo estará libre de ambivalencias.
  • La madre deberá sentirse plena y satisfecha con su hijo, no necesitará nada más.
  • El hijo despertará solo abnegación, ternura e incondicionalidad.
  • La madre siempre sabrá lo que le pasa al niño.

Esos son los mandatos de la madre ideal, mientras que la madre real es una madre que, como dije antes, se encuentra con las incongruencias propias del cansancio, la demanda, y la vida cotidiana, que en un comienzo se vuelve repetitiva entre pañales, mamaderas, pecho, y demás menesteres. No siempre se siente plena, le pasan otras cosas, tiene otros intereses.

Aunque el amor a un hijo es, realmente el amor más grande que, por lo menos yo personalmente, pude experimentar. Por momentos se necesitan otras cosas, hacer otra actividad, además de atender al pequeño. Esto no quiere decir que no se lo ame, sino que es bueno, y necesario que en un momento la madre pueda retomar su vida. Quizás no la misma vida anterior a tener el hijo, pero sí una vida que se sienta propia. Que traiga otras satisfacciones, más relacionada a lo personal.

En cuanto al último punto de la madre ideal, no siempre se sabe lo que le pasa al niño. Y esto no debe despertar en ella dolor, ni angustia, muchas veces, deberá cotejarse que puede tener: hambre, sueño, dolor de panza, un malestar por una vacuna, es la hora de cambiar el pañal o cualquier otra situación, pero a veces pasa un largo rato hasta que la madre sabe por qué llora.

De a poco las madres se van reincorporando al trabajo, pero debe ser de a poco, dándose los tiempos para descansar, ya que los primeros tiempos con los niños son difíciles. Por algo hay una licencia por maternidad. La libido es finita, como dice Freud, y, por otro lado, la mujer maravilla es solo un personaje. Los niños crecen, cuando son chicos pensamos que no va a pasar, pero pasa rápidamente. Las actividades que se hacían pueden ser suspendidas por un tiempo. Hasta que todo se vaya acomodando.

Les dejo para reflexionar un ejemplo, que la Lic. Tettamanti comenta: “Me vi sentada en el consultorio de la dermatóloga por la mañana, acompañando a mi hija, a causa de una repentina caída de pelo. Me vi sentada en el consultorio del neurólogo, por la tarde, acompañando a mi hijo a causa de un dolor de cabeza intenso. Los dos médicos, sin saber uno del otro coincidieron que era estrés. Por la noche lloré, y revisé toda mi vida, levantarlo todas las mañanas a las apuradas para dejarlos en la casa de los abuelos, volver a verlos a la noche, en un total estado de agotamiento. El costo era demasiado grande, estaba encerrada en una paradoja. Por querer entregarles un mayor bienestar, les estaba causando un gran malestar, una vida a las apuradas y una falta de mamá”.