La misión pastoral y la espiritual convergen en un intenso mayo

Equipo de comunicación de la parroquia Ntra. Sra. de la Paz

Junto a la bendición y el abrazo por intercesión de San José Obrero, el obispo Gabriel Mestre envió el martes último a la comunidad un mensaje “con afecto de padre, hermano y amigo” en homenaje al Día del Trabajador. E instó a pedir y trabajar todos juntos, para que “en nuestra diócesis y en la Patria el acceso al trabajo digno sea una verdadera prioridad”.

La sentida connotación social que entraña el 1 de Mayo se combina con el inicio del Mes de María, la Madre de Dios, el único Buen Pastor con mayúscula, revelado precisamente en Jesucristo. Ése fue el eje de la homilía del pasado domingo en la catedral marplatense: “Dios elige dentro de su pueblo ‘pastores’ para que sean imagen de su presencia –señaló monseñor Mestre–. En primer lugar están los obispos y presbíteros que a imagen de Cristo Cabeza ‘pastorean’ sus comunidades en nombre del Señor. Esto es el sacerdocio ministerial. Pero también podemos tener presente el sacerdocio común de los fieles y descubrir que todos en la Iglesia son ‘pastores’. Lo es el catequista, el animador de grupo, el servidor de Cáritas… lo es el papá y la mamá en la familia, los tíos, los abuelos… Son pastores los docentes, los médicos y enfermeros, los amigos…”.

Así como treinta ejercicios espirituales diarios organizados cada día de mayo forman parte desde el siglo XIX de las devociones especiales para honrar a María, la misión pastoral representa la presencia cotidiana de la acción católica con que el Buen Pastor instruyó, por medio del Espíritu Santo, a los apóstoles que había elegido antes de emprender el ascenso a los cielos 40 días después de la Resurrección, conforme al relato de San Lucas en su evangelio y en los Hechos de los Apóstoles.

La Ascensión es un momento más del único Misterio Pascual de la muerte y resurrección de Jesucristo, y expresa sobre todo la dimensión de exaltación y glorificación de la naturaleza humana de Jesús como contrapunto a la humillación padecida en el suplicio y la muerte.

Esta solemnidad ha sido trasferida al domingo 7º de Pascua (el segundo de mayo) en muchos lugares desde su día originario, el jueves de la sexta semana, pero sigue conservando el simbolismo de la cuarentena: como el Pueblo de Dios anduvo cuarenta años en su éxodo de Egipto hasta llegar a la tierra prometida, así Jesús cumple su éxodo pascual en cuarenta días de apariciones y enseñanzas hasta ir al Padre.

El culto al trabajo es sintetiza el significado de aquellas enseñanzas con nuestro presente, y se expresa en el reconocimiento de “los dones que cada persona tiene para promover el bien común. Es cuidar a las familias para que en ellas no falte el pan, la salud, la educación. Para que la tierra, el techo y el trabajo sean parte de todos y cada uno de los argentinos”, como sostuvo monseñor Mestre en su mensaje.