La necesidad de contar con la planta

El científico ha volcado el esfuerzo de estos últimos ocho años al estudio del recurso hídrico local; es quien tiene la palabra sobre el devenir del agua en nuestro futuro.

El doctor en geología Leandro Rodríguez Capítulo hace memoria para recordar durante qué gestión municipal comenzó su vínculo con Pinamar y no lo recuerda con precisión. Esta circunstancia nos da la pauta de la distancia que separa al científico de la política. El hecho es que ya han pasado unos ocho años desde que comenzó a exponer su experimentación en torno al acuífero pinamarense, en ocasión de estar haciendo su tesis doctoral. Al principio, el ámbito elegido fue Cariló y fue Eduardo Kruse quien lo acompañó en las primeras presentaciones en calidad de director de tesis.

Hoy, su figura como la temática que aborda vuelven a estar en el tapete tras una visita al Concejo Deliberante, donde fuera convocado por la preocupación de integrantes del Consejo Escolar que plantearon su inquietud ante cierta duda sobre la potabilidad del agua en algunas escuelas.

–Se puede decir te has ido capacitando a una distancia mínima de tu objeto de estudio. ¿Esto es así?
–Ha ocurrido algo curioso porque en cualquier tesis doctoral ocurre como que, si uno se encierra en su laboratorio, los resultados los conoce uno y quienes revisan la tesis de uno. Pero en este caso fue distinto porque mientras duró el proceso se procuró que esto tuviera trascendencia, aun a riesgo de ponernos incómodos por la temática, que de por sí es delicada. La gente es muy sensible a lo que uno puede llegar a decir. Hay que manejarse con mucho cuidado, no por una cuestión de ocultar información sino porque las palabras de uno pueden ser interpretadas para un lado o para el otro. Yo sé perfectamente lo que quiero decir, pero a alguien que no domina la temática le puede ocurrir que sea víctima de un error de interpretación.

–El tema es muy importante, ¿pero cómo puede ser que su mediatización sea cíclica?
–Me pone muy contento que este tema esté en agenda. La tesis, si bien tuvo todo el rigor científico y pasó por una serie de jurados, en líneas generales funciona como un manual de procedimiento, el cual señala cuáles son los problemas, cuánta agua había, cuánta nos queda o qué calidad tiene; todo eso está expresado allí. Podría haberme ido una vez doctorado, pero sentí que una de mis misiones fue colaborar en la solución de las cuestiones que yo había apuntado. Evaluar todo el ciclo hidrológico y no solamente la explotación. Para entender el agua hay que entenderla como un ciclo y, cuando lo hace, descubre que hay varias cuestiones a tratar. Mi primera charla con Yeza trató sobre eso y todo se canalizó a través de la secretaria de Planeamiento y hay dos o tres cuestiones por la cuales me levanto todos los días pensando en cómo hacer, cómo avanzar, cómo lo vamos a terminar.

–¿Esas cuestiones son las que le interesan a la gente? ¿Cuáles serían?
–Yo creo que sí. El punto número uno, por eso he puesto tanto esfuerzo, es la necesidad de un planta depuradora.

–Como la política contamina todo, acelera o aletarga procesos, cabe pensar en qué medida es esa necesidad. ¿Hay peligro de contaminación?
–Yo creo que la palabra que corresponde es “prioritario”, porque tenemos una situación que nos puede generar muchos problemas y en acuífero, que es realmente muy sensible. Entonces, estamos sumando dos condiciones: una, el vuelco de efluentes cloacales crudos, sin tratar, a un lugar que es vulnerable.

–¿Estamos hablando precisamente de lo que se conoce como lagunas de derrame?
–Así es y por eso es que tengo el acompañamiento de la Municipalidad. Luego vienen el tema del hierro y el manganeso o de la intrusión salina, etc. Hay por lo menos diez puntos luego de éste, pero la planta depuradora, entendiéndola como ciclo hidrológico, es necesaria. Pensemos en toda el agua que utilizamos y que va a ese reservorio: allí está pero no en la calidad que se necesita, no se puede utilizar. No nos olvidemos de que las perforaciones que captan agua acá, en Pinamar, son las que provienen de la infiltración que es originada por las lluvias como por las lagunas de derrame. Hay que entenderlo como un ciclo. Hablamos de recarga, y, para que se entienda, un tercio del agua pasa por la laguna de derrame. Por lo tanto, la planta está en el primer lugar, muy alejada del segundo lugar.

–¿Qué otro tema hay en la segunda colocación?
–Por qué nos inundamos. Técnicamente sería imposible que ello ocurra, ya que es todo arena… Pero ocurrió que junto al crecimiento llegó pavimento y tenemos la costumbre de utilizar suelo-cemento, y una de nuestras dificultades es que tenemos diferencias de niveles en pocos metros; eso hace que la cuenca sea pequeña pero muy profunda, como si fuera un vaso; entonces, se producen inundaciones de carácter local. Luego tenemos la parquización, lo que no es original y deviene en que todo lo que es suelo que utilizamos se impermeabiliza. En algún punto somos todos responsables. Por algún extraño criterio sanitarista, antes era normal que el agua se volcara en el mar, pero desde hace un poco más de tres años dije que no nos podemos permitir volcar esta agua en el mar, perderla.

–¿Cuál es el problema que impide que contemos con la planta?
–La discusión: de qué lado la ponemos y cómo la hacemos. 45 años discutiendo sobre el tema y nunca se hizo. Históricamente Pinamar nunca hizo un proyecto, hacer que se llame a licitación, que se hicieran las tramitaciones ante la Autoridad del Agua, el OPDS [Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible], que se fuera a Hidráulica. Desde el primer día hicimos todo lo necesario ante los entes correspondientes, hasta el impacto ambiental, o sea que la planta depuradora hoy está con todos los papeles, cosa que no había pasado en todos estos años. Fue un trabajo que llevó mucho tiempo y esfuerzo.