La psicología, los adultos mayores y el paso del tiempo

En algunas ocasiones, cuesta encontrar las palabras y hoy, mientras me abocaba a redactar esta nota, me pasó. En muchos artículos leí “la vejez”.

Pensé: “Suena mal la palabra, remite a algo más que viejo”, pero en realidad es debido a cómo se piensa socialmente la vejez. La palabra “viejo” por sí sola no es mala, sino su connotación lo puede llegar a ser. El sentido que le demos.

Para algunas temáticas, como puede ser una profesión o trabajo, la antigüedad es sinónimo de trascendencia, de conocimiento, de perpetuarse en un lugar. Sin embargo, con las personas, resulta que el ser viejo es una característica que en nuestra sociedad no se acepta con simpatía.

Algunas mujeres hacen (hacemos) lo posible por no mostrar arrugas, canas, etc. Que no son más que muestras del paso del tiempo. De que no estamos tan jóvenes, y que el tiempo va pasando. Y contra eso no se puede hacer nada. El tiempo nos pasa a todos. Es una certeza, como la muerte misma, ¿pero se está preparado para ella? Y lamentablemente la visión que actualmente se tiene socialmente es que hay que ser joven. Recordé, mientras escribía, una anécdota que le pasó a una amiga. Hace ya varios años, tenía 20 y pocos y trabajaba en un local de ropa deportiva, de esas cadenas que están en todo el país. Ella tenía canas desde su adolescencia, más que nada en la parte de la frente. Usaba el pelo corto. Un día se le acercó la encargada del comercio y le dijo que se tenía que teñir, porque daba aspecto de vieja con las canas…

El doctor en psicología y experto en gerontología Ricardo Iacub ha escrito trabajos sobre la vejez y el dolor psíquico en el envejecimiento. Menciona las “situaciones vitales asociadas al dolor psíquico” y agrega: “Antes de adentrarnos en las cuestiones más específicas sobre el dolor psíquico, quisiera señalar una serie de reacciones emocionales frecuentes que darán lugar a la idea de crisis emocional. Entendiendo por crisis un cambio de posición subjetiva que acarrea cierto trabajo psíquico para su resolución y el cual puede relacionarse con el malestar psíquico o dar lugar a una patología psicológica”.

Butler (1998) propone algunas de estas situaciones vitales, que pueden o no darse en los adultos mayores:

–La viudez como uno de los mayores temas psicológicos, ya que representa una serie de cambios que involucran lo afectivo, el sentirse apoyado y cuidado, la seguridad económica, etc.

–Los cambios en la pareja, en parte relacionados con la ida de los hijos o la jubilación, que implican cambios en las formas de convivencia.

–Los cambios a nivel sexual, debidos a cambios en la capacidad sexual, nuevas maneras de relación entre los partenaires, o la no percepción de sí, o del otro como alguien erótico.

–La jubilación implica no solo un cambio de rol sino en la propia identidad de un individuo.

–Los cambios económicos que producen una cierta sensación de dependencia. (Ya que la jubilación en muchos casos es menor al sueldo que percibían).

–Las pérdidas a nivel de los sentidos y capacidades como el oído, la vista o las capacidades cognitivas, que pueden provocar aislamiento social e inseguridad personal.

–Las enfermedades y discapacidades: sin que la vejez se caracterice por la enfermedad o la discapacidad, existen más probabilidades de que puedan ocurrir, sumado a los mitos que tienden a exagerar ciertos cambios dándoles mayor gravedad de la que tienen.

–El temor frente a la hospitalización o la institucionalización: implica abandonar ámbitos que promueven seguridad, como la casa, cambios en la red social y fundamentalmente la pérdida del control personal o autonomía.

–La preocupación y ansiedad frente al cambio de imagen o de la capacidad física: ambos ponen en juego el reconocimiento del otro hacia uno mismo y los recursos de afrontamiento.

–El miedo a la muerte: particularmente en la mediana edad y posteriormente el temor ante el momento y el modo en que se produzca la muerte.

Para poder seguir adelante, al transitar estos hechos, es necesario, más que nada, tener una red de contención, familia o amigos que nos ayuden a salir adelante, a continuar a pesar del dolor que pueden provocar algunas situaciones. También, un proyecto o cosas que nos gusten hacer, y que ocupen el tiempo que quedó libre, seguramente luego de jubilarse, por ejemplo.

En la actualidad, quienes se jubilan a los 60/65 son personas con mucha vitalidad, la vida ha cambiado, y la esperanza de vida es mayor. Pero a esa edad está bueno que disfruten, que puedan tomarse un tiempo para ellos. Para hacer las cosas que quizás postergaron, por hijos, trabajo, etc.

Nunca es tarde para aprender y concretar proyectos.