La reconocida bibliotecaria deja su puesto de directora

Luego de haber participado en los principales cambios de la Biblioteca Popular Manuel Belgrano, está convencida de que quienes la reemplazarán están imbuidos por el amor a la institución y las ansias constantes de mejorar.

Ahora podrá disfrutar más de su familia, no tener que mirar la hora cuando visita su querido San Antonio de Areco y viajar, algo que la apasiona desde siempre. Ello no significa que tras dejar la dirección de la biblioteca renuncie a su compromiso con la lectura y sus amados libros, ya que está trabajando para que la Casa del Niño tenga su biblioteca y para ultimar detalles y poner en funcionamiento la biblioteca de Valeria del Mar. Hoy, 31 de enero, una parte de ella se va, pero solo una parte.
–¿Desde cuándo estás en la biblioteca?
–Yo estoy en la biblioteca desde 2002 y vine de la mano de Lalo Moscarelli, aunque debo reconocer que vengo desde el 2000 haciendo capacitaciones y organizando estructuras pero venía desde La Plata; en 2002 ya me radiqué acá, en Pinamar, y creo que a partir de ahí me quedé. Fue el primer lugar que vi y voy a continuar.

–¿Y te quedaste hasta hoy, 31 de enero, como tu último día de trabajo?
–Sí, es mi último día de trabajo pero como directora. Dejo mi cargo, dejo la responsabilidad porque creo que se cumplió el ciclo, están en condiciones de seguir caminando, ya que está todo ordenado y no hay más necesidad de que siga ocupando este espacio.

–Sucede que a lo largo de estos quince años, durante tu dirección, se dieron cambios muy importantes dentro de la biblioteca.
–Sí, era necesaria una mirada profesional. Siempre hubo una preocupación por que la biblioteca se destacara regionalmente, desde lo tecnológico, por la cantidad de compras, desde la infraestructura, desde lo edilicio, por las buenas comisiones que tuvo, pero faltaba un poco la mano técnica, que era un poco lo que faltaba porque no había recurso humano para eso.

–¿Es como que ha tenido un crecimiento desmesurado?
–Sí, porque uno brinda tres servicios y la gente pide otros tres; cuantos más servicios tenemos, más demanda, más socios. El mismo servicio te va trayendo nuevos socios, más necesidades, y otra cosa es que uno se puede quedar y eso es lo bonito de esta profesión.

–¿Se fueron cumpliendo las expectativas que tenías, los proyectos?
–Sí, se iban trazando, a veces no tan prolijas por la cantidad de actividad, que no dejaba que uno cumpliera con todo. Siempre la mirada fue la de darle calidad a la biblioteca, en el fondo bibliográfico, en el servicio, siempre calidad… Para eso se necesita gente preparada. En este momento de las tres personas que quedan trabajando en la biblioteca, dos ya son bibliotecarias recibidas y Carla que está de toda la vida, este año termina la carrera también. De alguna manera ellas fueron creciendo y yo siempre les di todo lo que sabía, les digo cómo se hacen las cosas. A veces los profesionales no son muy generosos pero, como yo pienso que esto tiene que continuar y tiene que seguir creciendo, es muy importante explicar cómo se hacen las cosas.

–¿O sea que esta instancia es una forma de ir desligándose de a poco?
–Es cierto pero es una satisfacción. Yo, por ejemplo, cuando me fui del sistema educativo, cerré y dije “hasta luego” y me fui, porque sabía que eso terminaba porque la institución educativa no se desarma, y acá también quería hacer eso. En algún momento, si yo me iba es como se retrocedía, y ahora lo importante es que no hay tal retroceso, que siempre se avanza, y estoy muy tranquila por eso. La verdad es que me voy muy contenta del cargo de directora y lo recalco porque seguiré apoyando otras bibliotecas, con otra exigencia, mientras estamos organizando la biblioteca municipal en la Casa del Niño. Eso también demanda tiempo y yo no tengo ganas de andar corriendo tanto, sino parar un poco y disfrutar más a mi familia, porque mi vida ha sido siempre de trabajo. La gente ha ido creciendo a mi par, pero también es lindo disfrutar y no andar tanto. Siento que empezar a disfrutar es un derecho.

–¿Has conocido muchas personas en tu paso por la entidad?
–Este es un lugar de encuentro, siempre lo dije. El otro día cuando fui a la actividad que había en el viejo Hotel Ostende yo no era Rosalina, yo era la biblioteca. Estuve con gente que venía de Francia y de muchos lados y que me conocía y me sorprendí.

–¿Te emociona esta instancia tan particular de tu recorrido?
–Sí… pero no es que me va a dar depresión, estoy contenta, porque se ha generado un grupo de amigos grande aquí, en Pinamar, lo cual es importante, que podemos disentir en algunas cosas pero siempre en función de buscar la calidad y el éxito de la institución. Ese sentimiento de amor a la biblioteca que me viene desde hace mucho es lo que trato de inculcarle a todo el mundo, que acá no es un lugar para las fotos sino que es un lugar para el trabajo.

–¿Con cuántos libros queda la biblioteca?
–Te lo digo exactamente: tenemos 46.400 volúmenes ingresados, muchos que por falta de tiempo no se ingresan. Es lo que tenemos y aparte vivimos haciendo donaciones como para ayudar a otras bibliotecas. Por ejemplo, este mes se compraron doce libros nuevos que están en la librería y también están en la biblioteca. Siempre estamos tratando de mejorar los autores clásicos, mejorar las colecciones, mejorar la calidad del libro.

–¿Cuántos socios tiene hoy la biblioteca?
–Nuestra biblioteca siempre se caracterizó por hacer muchos socios. En este momento tenemos alrededor de 980 socios activos en condiciones de votar sobre un total de 1600 que vienen y concurren a la biblioteca. Mucha gente, al conocer nuestras actividades, se hace socia.