La relación entre las emociones y el aprendizaje

Desde hace unos años se ha comenzado a estudiar la inteligencia emocional (IE), que se conceptualiza como “la habilidad para percibir, valorar y expresar emociones con exactitud, la habilidad para acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento; la habilidad para comprender emociones y el conocimiento emocional y la habilidad para regular las emociones promoviendo un crecimiento emocional e intelectual” (Mayer y Salovey, 1997).

Existen cuatro áreas fundamentales en las que una falta de IE provoca o facilita la aparición de problemas de conducta entre los estudiantes:

  • Inteligencia emocional y las relaciones interpersonales. Las personas emocionalmente inteligentes no sólo son más hábiles a la hora de percibir, comprender y manejar sus propias emociones, sino también son más capaces de extrapolar estas habilidades a las emociones de los demás. En este sentido, la IE va a jugar un papel elemental en el establecimiento, mantenimiento y calidad de las relaciones interpersonales.
  • Inteligencia emocional y bienestar psicológico. Los estudios realizados en Estados Unidos muestran que los alumnos universitarios con más IE informan de un menor número de síntomas físicos, menos ansiedad social y depresión, mayor utilización de estrategias de afrontamiento activo para solucionar problemas y menos rumiación.
  • Inteligencia emocional y rendimiento académico. Las personas con escasas habilidades emocionales es más probable que experimenten estrés y dificultades emocionales durante sus estudios y, en consecuencia, se beneficiarán más del uso de habilidades emocionales adaptativas que les permiten afrontar tales dificultades.
  • Inteligencia emocional y la aparición de conductas disruptivas. Es lógico esperar que los alumnos con bajos niveles de IE presenten mayores niveles de impulsividad y peores habilidades interpersonales y sociales, lo que cual favorece el desarrollo de diversos comportamientos antisociales.

Todo lo descrito hasta ahora son resultados de estudios realizados en diferentes países, y extraídos de textos científicos. Si buscan en internet, hay muchos documentos similares. Según mi punto de vista, es provechoso trabajar esto en las escuelas. Si pensamos en nuestra educación, hasta hace unos años se les pedía a los chicos que no lloraran; que, si les pasa algo, se la aguantaran; que, si alguien los molestaba, no le hicieran caso, no le dieran importancia; y los niños se están constituyendo como sujetos. Debemos ayudarlos a identificar sus emociones, y ver qué les pasa, cómo pueden manejarlo, qué pueden hacer con esto que les pasa. Como hablar con el otro, como expresar sus sentimientos, y aprender a tranquilizarse, por ejemplo, si la emoción que presentan es el enojo. Esto se puede trabajar en el aula, hay varias investigaciones y trabajos, que enseñan cómo hacerlo.

Hay una estreche relación entre la inteligencia, el aprendizaje y las emociones. Entonces sí podemos enseñarlo, trabajarlo y utilizarlo en nuestro beneficio, para aprender más y no dejar que las emociones vayan en contra de la adquisición del conocimiento.

También pueden utilizarse las emociones para hacer un aprendizaje significativo. Apelar a las emociones positivas, y buscar la manera de que el alumno aprenda, a partir de lo que genera en él emociones positivas.