Las aves que nos alegran, en libertad

Las aves no son sólo bellas. Las aves no solamente nos regalan su canto o su llamado o nos divierten con sus piruetas o sus peleítas o cuando se bañan en un charco.

Ellas, como todos los seres vivos de este planeta, tienen una o varias tareas que cumplir. Poquísimas aves se alimentan exclusivamente de granos o semillas o frutos. La mayoría engullen gran cantidad de insectos y otros invertebrados que viven sobre las plantas o en el suelo y que nosotros no vemos, también cazan en vuelo, o pescan; las hay carroñeras y otras rapaces, que se alimentan de otras aves, de anfibios, de reptiles o de roedores o mamíferos pequeños, y no tanto. En este afán diario de alimentarse, cada una a su manera, mantienen limpio el ambiente de animalitos que a los humanos nos resultan molestos. Nos ayudan a vivir más cómodos, polinizan las flores para que den sus frutos, dispersan semillas y también llevan en sus patitas o plumas de laguna en laguna los huevos de algunos peces y caracoles.

Estos cuatro pajaritos son vecinos de Pinamar; si miramos atentamente podemos verlos en nuestros jardines o a los costados de la ruta. El pecho amarillo anda siempre en bandaditas muy bochincheras. Comen las semillas de las cortaderas o cola de zorro y también bichitos que crecen sobre ellas. Cantan cuando levantan vuelo, como diciendo allá vamos. Les gusta descansar sobre los cables de alumbrado. El chiquitín es el llamado churrinche, es migrador y nos visita en verano. Viene desde Paraguay, el sur de Brasil y las provincias del noreste argentino, Corrientes y Misiones. Es exclusivamente cazador –caza insectitos al vuelo. La hembrita cubre con telaraña el interior de su nido en forma de tacita. Crían en la zona, y cuando llega el otoño se van en familia hacia lugares más cálidos para volver al siguiente verano. El más serio es un tordo músico, habitante muy frecuente de nuestros jardines que, en grupos, nos deleitan con el mejor canto coral que podamos imaginar. Su canto es celestial, podríamos decir. Comen bichitos que viven en los pastitos del suelo o en el césped. Son un eficiente insecticida. El jovencito atento que nos mira desde el árbol después de haberse dado su baño diario es un zorzal colorado, gran trinador, gran madrugador también. Todavía de noche, en verano, nos avisa que en unos minutos va a estar clareando. Él no tiene pretensiones a la hora de comer, porque come de todo, es omnívoro; le vienen bien bichitos, semillitas, aun alimentos balanceados de nuestras mascotas.

En libertad cada uno ocupa su lugar, encuentra su alimento y cumple su función ayudando a mantener el equilibrio de nuestro hábitat. Por eso aprovechemos para decirle un “no” a las tramperas y a las jaulas, otro “no” a las gomeras que los matan y lastiman, y un “sí” grande a la libertad, nuestra y de ellos también.