Las crisis sanitaria y ecológica demandan socorro supremo

Enviado por el equipo de comunicación de la parroquia Ntra. Sra. de la Paz

Nuestra Señora del Perpetuo Socorro representa el cuidado de la Virgen María a Jesús, desde que lo concibió hasta su muerte en la cruz.

Su imagen había sido plasmada en una pintura del siglo XV, que en la centuria siguiente fue trasladada a Roma, e inició un periplo por el mundo que la llevó a ser desde patrona de los Padres Redentoristas hasta su entronización en el templo construido enteramente en madera por el arquitecto Alberto Vivot, en nuestro bosque de Cariló.

Recibió el nombre cuando el cuadro que la contenía viajaba en un barco por el Mediterráneo y, cuando una tremenda tempestad estuvo a punto de hacerlo zozobrar, el mercader que lo portaba lo blandió en alto, pidió socorro y el mar se calmó.

Proclamó que, a partir de ese milagro, algún día el mundo entero rendiría homenaje a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

Este sábado celebramos su fiesta en el verde médano “de los diez hijos”, con adoración a las 15 y misa a las 16, guardando todos los cuidados del protocolo, y contestes de que, en el marco de la actual pandemia del coronavirus, no sólo seguirá protegiendo a los hijos que acuden a ella, como lo hace habitualmente, sino que deberá multiplicarse para contener el riesgo que entrañan las secuelas del flagelo en la comunidad.

Si la pandemia ha dejado alguna enseñanza en su devastador paso, fue que las pestes se han estado incubando por el avasallamiento del planeta, el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y el ingreso de animales infestados en mercados masivos de alimentación: en resumen, por la indiferencia del hombre ante la propia agresión que descarga sobre la Naturaleza.

Cinco años después de la encíclica del papa Francisco, Laudato si’, el Vaticano presentó el jueves pasado un documento que trae una serie de orientaciones sobre su lectura de la encíclica acerca de cómo cuidar la casa común.

Según explicó el secretario para las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado, Mons. Paul Richard Gallagher, un primer objetivo del texto presentado sería “relanzar la riqueza del contenido de una encíclica que, aunque acaba de cumplir cinco años, sigue siendo de gran actualidad, como lo demuestra aún más la situación mundial provocada por la pandemia de Covid-19”.

Asimismo, “ofrecer orientación sobre la lectura de la encíclica, promoviendo los elementos operacionales que surjan de sus reflexiones y minimizando el riesgo de malentendidos”.

Por último, “fomentar la colaboración entre los dicasterios de la Curia Romana y las instituciones católicas que participan en la difusión y aplicación de la Laudato si’, valorando al máximo sus numerosas sinergias”.

El libro ha sido “el fruto del trabajo colegiado de numerosas entidades que trabajan dentro de la Santa Sede y la Iglesia Católica”.

Entre las conclusiones, destaca que “las Iglesias particulares están llamadas a dar un buen ejemplo de coherencia con lo que se indica en la Laudato si’”.

Menciona “Iniciativas de educación y de formación a la ecología integral, de reciclaje y de gestión de residuos, de empleo de medios de transporte menos contaminantes, de consumo crítico y circular, de mejores sistemas de aislamiento para edificios, de eficiencia energética, de inversión ética, abolición de los plásticos de un solo uso y cuidado de los espacios verdes”.

Finalmente, en la actualización de la encíclica se indica que “la emergencia sanitaria, la soledad, el aislamiento como consecuencia de las medidas para contrarrestar el contagio, nos han puesto a todos de forma imprevista ante nuestra fragilidad de criaturas finitas y nos llevan a descubrir o redescubrir aquello que es esencial en nuestras vidas”.