Los casos en Pinamar

Un médico, un concejal y un pastor. Tres detenidos en siete días por abuso sexual a menores en Pinamar.

Esta semana podría escribir las páginas de una trilogía más que escandalosa, dolorosa. El 23 de febrero se ejecutó la detención del médico cirujano Dr. Natalio Stella, acusado de abuso sexual a un menor de su entorno familiar, causa del año 2015 y en la que intervino el juez de Garantías del Partido de la Costa, Olivera Zapiola. El 26 fue arrestado el concejal Claudio Galarza, acusado de abuso sexual con acceso carnal de una menor de su familia, desde noviembre de 2016. Ordenó su detención el juez de Garantías de Villa Gesell, Dr. David Leopoldo Mancinelli. Con un día de diferencia llegó el tercer detenido, pastor de una Iglesia y acusado de abuso a tres menores de edad, con denuncia radicada en la Comisaría del Mujer y la Familia durante el pasado mes de diciembre. Todas las causas tienen en común el trabajo del fiscal Juan Pablo Calderón, que ahora deberá proseguir su curso. Este escándalo que colocó a Pinamar por unas horas en el prime time de los medios nacionales merece una reflexión sobre tres ejes. La Justicia, la política y los medios. En primer lugar, el accionar de la Justicia habla de un esfuerzo en este sentido. Siempre criticada por burocrática y lenta, con más demora o menos, según los casos; un hecho que podría ser significativo en nuestra región, en cuanto a descongestionar el trabajo de otros jueces y acelerar los tiempos, fue la creación del Juzgado de Garantías Nº 6, de Villa Gesell. Con esta perspectiva, cabe aguardar que otros casos que llevan años en espera de justicia también puedan encontrar resolución. El segundo eje, la política. ¿Por qué? Porque sabemos que los tres poderes del Estado están ligados y, cuando hay decisión de actuar en consecuencia, los resultados pueden ser visibles, como esta semana. Pero en lo que no podemos caer, como sociedad, es en el juego de la publicidad partidaria, a favor o en contra, cuando se trata de la salud y la vida de las personas, en este caso, menores de edad. Mezclar esto con fines políticos partidarios no sólo es inmaduro sino cruel. A quien le quepa el poncho que se lo ponga. Y el tercer eje, los medios. En el mismo sentido, los medios de información tenemos la responsabilidad de comunicar los hechos que nos afectan a todos, con ética periodística y sensibilidad moral. Bajo estos valores, lo “noticiable” no puede venderse a cualquier precio. Aún más, cuando se trata de noticias de tamaña significación, vemos cómo hace falta mayor educación, capacitación y cuidado para tratar los temas. Madurar como sociedad implica esforzarnos en ser mejores personas, desde el rol que cada uno ejerce. Los casos de esta semana en Pinamar seguirán su investigación; sabemos que hay muchos otros que también esperan ser clarificados y con menos prensa. Lo verdaderamente importante es que haya justicia en todos por igual, que reflexionemos y evolucionemos como sociedad para entender que donde hay un caso que duele, nos duele a todos.