Era junio y era 1970...pese al frío algunos valientes: Nélida Capellini de Courade, Flora Córdoba,Sara Mora de González Bonorino, Sara Ramos de Carranza, Lidia Roldán, Cecilia de Roich,Yolanda Sariotti de Imbastaro, Miguel Nazar, Radoslav Lolic y Arturo González Bonorino, se han reunido para dar forma a un tan conversado como ambicioso proyecto: desean crear, nada más y nada menos, que una “biblioteca” en la localidad.
De esta primera reunión no tenemos muchos pormenores consignados por escrito, lo que sí sabemos es que - ni lerdos ni perezosos - fijaron horario y días de atención para el préstamo de libros: “14 a 16 hs. todos los días a cargo de la Sra Lidia Roldán”.
Pidiendo libros a las clientas de su peluquería y prestándolos luego Lidia fue la promotora. Por eso podemos decir que la primera biblioteca fueron los estantes que dispuso en su peluquería.
A partir de ese momento, los nombrados se seguirían reuniendo para determinar los objetivos, las actividades a desarrollar, el modo de subvención...Las prolijas y detalladas actas, testimonio de las conversaciones que se sucedieron, nos dan una idea de su trabajo y dedicación.
“Llamar a diferentes personalidades para concretar un calendario de conferencias” o “El envío a los diarios locales, y por su intermedio a los de Buenos Aires, del Decreto Municipal por el que se reconoce a la Biblioteca Popular Manuel Belgrano”, son muestras de la amplitud de su proyecto.
En estos primeros tiempos, las reuniones se llevaban a cabo en el “Club de Pesca”. Posteriormente se reunirían en “el Viejo Matadero” (entrepiso de La casa de la cultura); “el Viejo Correo”; “el ex hotel Sandra (hoy Atlantic)” y en un local alquilado a la familia Pugnau, en la calle Rivadavia.
Anotaciones posteriores nos informan que entre los temas tratados se decidió: “establecer “los horarios de atención al público”;“fijar la cuota para los asociados”; y “llamar a personalidades para concretar calendario de conferencias”... (Acta Nº 3).
Y en el Acta Nº 4, del 4 de noviembre de 1970: “se da lectura al modelo de estatuto enviado por la Sociedad Protectora de Bibliotecas Populares“.
En base a dicho modelo, en noviembre del mismo año 1970, se redacta el estatuto, y se decide armar “un fondo social” con los siguientes recursos: cuotas de los socios, donaciones, y el producto de fiestas. El estatuto sería aprobado en abril de 1971, según consta en el Acta Nº 8 que nos informa: “se convocó a reunión “para aprobar los Estatutos, en base a los recibidos como modelo”.
El 23 del mismo mes, el Acta Nº 9 nos hace saber que “el Sr. Miguel Nazar procurará la adquisición de una máquina de escribir, si es posible como donación”; que “se harán imprimir volantes para socios de CALP invitándolos a hacerse socios”...y que “se dictarán cursos de inglés, educación física y danzas nativas”...
Ya en junio del mismo año, el día 9 leemos: “se aprueba gastar $ 71 para estantes de la biblioteca, y se decide comprar una colección de libros por $ 2754...y que han dispuesto festejar el primer aniversario de la institución con una conferencia sobre “La cultura en Pinamar” a cargo de M. G. De Brie.
En un solo año este grupo de gente de buena voluntad armó una institución, la hizo funcionar, y con los primeros logros, comenzó a darle formalidad al proyecto, hizo conocer la institución, y la dotó de recursos para poder comenzar con las actividades.
¡Estos primeros pasos fueron pasos de gigante! Y los nombrados, empezando por la promotora Lidia Roldán, merecen todo nuestro reconocimiento por la tarea realizada.
Luego pasaron cuarenta y nueve años más... con proyectos y logros; desilusiones y problemas...
En conjunto, una larga historia que vale la pena rescatar.
Y si hoy, 20 de junio de 2020, podemos pensar que “la Biblioteca” es un orgullo pinamarense, también es acto de justicia reconocer que el mérito no es sólo de aquéllos visionarios, sino también y en años sucesivos: de los socios... las bibliotecarias y demás personal...de las empresas que colaboraron… de la comunidad y las autoridades locales... y de las muchas comisiones que, haciendo honor a su legado, continuaron la obra.
¡Feliz cincuentenario, Biblioteca…!