Luz de mi vida

Fernanda Grimaldi
Directora Lindo Comunicación
Lic. en Relaciones Públicas. Magister en Comunicación y Coach Ontológico

Conocerse a uno mismo es el mejor trabajo que podemos tener. Es un trabajo que lleva tiempo, tanto como toda la vida.

Las diferentes experiencias y situaciones a las que nos vamos exponiendo nos fuerzan a ir conectando con nuestros deseos, temores, fortalezas, dudas, autocontrol, emociones, incluso nuestros dolores y errores. El autoconocimiento requiere introspección pero también apertura, conexión con otros. Y es en ese intercambio en donde mejor podemos vernos a nosotros mismos, reconocer nuestra individualidad y saber lo que somos capaces de dar. Cuando uno es conciente de sí mismo conecta con sus estados de ánimo y emociones y eso nos permite tener un mejor manejo de nuestros propios límites y una visión más positiva de la vida.

Con el autoconocimiento aparece la necesidad de autocuidarse. Es importante darnos lo que merecemos y necesitamos. Si no podemos cuidarnos poco podemos hacer por los demás. Autocuidarnos es sentirnos y estar bien para poder actuar correctamente con los demás, lo cual redunda en mejores relaciones, menor nivel de stress, mayor autoestima y pensamientos más positivos. Solo se trata de dedicarnos el tiempo necesario y tomar conciencia de que si no nos ocupamos de esto nadie lo hará por nosotros. Es fundamental cuidarse y amarse. Difícilmente podamos dar nuestro 100 % en cualquier aspecto si nuestra máquina y nuestro motor no están en su mejor versión. Sin la salud, los niveles de energía y el ánimo correctos, nuestro rendimiento nunca será el que necesitamos. Por eso quién busca ser mejor persona, y logra alcanzar su mejor versión suele controlar y gestionar de manera positiva cuestiones como el stress o presión. Si nos aceptamos y conocemos cuáles son nuestros límites, esto nos posibilitará ingresar a esa tan importante instancia del cuidado conciente de uno mismo. Y de esta manera podremos crecer

El crecimiento personal no ocurre por sí solo. Exige trabajo, dedicación, esfuerzo, resiliencia, inteligencia, disciplina y autoestima. Y está en el trabajo interno de cada uno. Si uno busca mejorar sus resultados, tiene que evaluar en qué invierte su tiempo Y no llega acostados viendo tele, en la playa, o de fiesta. Tampoco se puede comprar inteligencia, voluntad, o creatividad. Eso se cultiva. Cultivarnos exige un trabajo diario. Emocionalmente, espiritualmente, e intelectualmente. Está en cada uno desafiar nuestros propios límites. Poner a prueba nuestra voluntad, y perseguir ser mejores cada día, en lo que hagamos. No es fácil. Naturalmente tendemos a castigarnos, criticarnos. Pero ese aprendizaje nos permitirá descubrir que aquello que siempre dejamos en mano del destino o fuera de nuestro control no siempre es tan así. El amor a uno mismo es fundamental. Bien entendido habla muy bien de nosotros. Es clave conocer y aceptar nuestra historia personal, logros, frustraciones, identificar nuestra determinación o nuestra pereza, aceptarlas. Esto es muy constructivo para ir descubriendo realmente cómo somos, que nos construye y cómo nos relacionamos.

Otro punto clave es cortar de raíz la negatividad con uno mismo. La vida es sólo vida y la perfección no existe. Por eso hay que dejar de matarse buscando la perfección y por el contrario vivir disfrutando de las imperfecciones. Porque una vida perfecta estaría llena de rutina, monotonía, aburrimiento. Precisamente son las imperfecciones las que le dan verdadero valor a los momentos Leí por ahí una frase sobre esto que me parece esclarecedora. La perfección es todo aquello que nos gusta y nos hace felices. Asi que aprovechemos cada momento sin pensar si podrían ser más perfectos. Ya lo son. Con todo lo que eso implica. Nunca nos olvidemos que el brillo que cada uno genera siempre molestará a los que viven en la oscuridad. Por eso somos los primeros responsables de cuidar nuestra luz. Cuidarnos querernos, iluminarnos para poder iluminar a los demás.