Malvinas, mujer y no olvido

A 36 años de Malvinas, el Estado cercena aún el derecho de reconocimiento a las mujeres veteranas de guerra. Fueron instrumentadoras quirúrgicas y enfermeras que vivieron el horror y hoy luchan contra el peor arma, la indiferencia.

La dictadura cívico-militar envió a la Guerra de Malvinas a alrededor de 20 mujeres, en su mayoría en calidad de enfermeras e instrumentadoras quirúrgicas. Sus vidas quedaron marcadas para siempre, no sólo por haber vivido el horror de la guerra y luego el dolor de la invisibilización sino, además, porque hubo una orden de la dictadura para que guardaran silencio, quizás porque estas mujeres podrían contarnos muchas verdades sobre la desidia y las condiciones de guerra. Luego de tantos años, el Estado tiene una gran deuda con ellas. En 2015 una ex senadora nacional presentó un proyecto de ley para que el Estado brinde reconocimiento al personal femenino que participó en las tareas sanitarias y de contención humana a los combatientes heridos, a través de una pensión vitalicia; pero no hubo respuestas. La actitud de Gran Bretaña con sus mujeres veteranas fue bien diferente. Enviaron a treinta enfermeras profesionales que, en cuanto llegaron a Londres, luego de la guerra, fueron reconocidas y condecoradas. Alicia Mabel Reynoso lo sabe y sus compañeras, también. Por eso decidió tomar las riendas de este olvido y transformarlo en misión de vida. Ella fue una de esas enfermeras argentinas; hoy tiene 62 años, vive en Paraná (Entre Ríos) y sus días se combinan entre el trabajo, los afectos (tiene dos hijas y dos nietos) y esta causa. Escribió el libro Crónicas de un olvido: las enfermeras de Malvinas, da charlas en colegios, es madrina de la ONG Mujeres y hombres hacedores, de Santa Fe, y, en dos oportunidades, realizó misiones en Haití como casco azul para la Organización de las Naciones Unidas (ONU). “La causa Malvinas, mujer y olvido me la he puesto al hombro y lucho entre la naturalización del machismo y el feminismo respetado. Ingresé a la fuerza en 1980 con el grado de cabo principal. Fuimos las primeras mujeres con estado militar en la Argentina; un total de 21 enfermeras. Tenía 24 años cuando fui a la guerra. Luego, siempre fui rechazada por los veteranos hombres y por lo tanto me dediqué a los colegios, a sembrar verdades sin cobrar un peso porque considero que para contar la historia no se debe cobrar, por más que algunos así lo hacen”, expresa Alicia al comenzar la entrevista.

–¿Como vive esta fecha?
–Con un gran sentido de reflexión, pensando qué hice para que esta fecha no se olvide… Son sentimientos encontrados de tristeza y orgullo, a la vez. Cada año que se acerca la fecha, siento que sano pero me apalean, a la vez.

–¿Estaba preparada para la guerra?
–Nosotras lo vivimos, como toda profesional que se prepara para ello, pero lo vivido no es para detallarlo. Yo estuve desde el 3 ó 4 hasta los primeros días de junio, que llegaron los refuerzos.

–¿Cómo fue el después de la guerra para usted y las demás mujeres?
–Seguimos haciendo lo mismo que hacíamos antes de la guerra: trabajar en los hospitales. Cada una tomó rumbos y destinos diferentes pero en el año 2008 vuelvo al hospital y me rencuentro con algunas compañeras que estaban viviendo lo mismo que yo, el olvido… innecesario y muy cruel al fin.

–¿Cuándo decide comenzar a hablar de esto públicamente?
–En el año 2010, después de pasar por una terapia de apoyo psicológico por estrés postraumático y un intento de suicidio. Ya en Paraná, decido volver a publicar fotos y decir: “Pero, si nosotros estuvimos ahí, ¿por qué este olvido?”. Así empecé esta lucha, que se ha transformado en mi objetivo hasta el fin de mis días.

–¿Que cambió luego de abandonar el silencio de años?
–¡Que en el camino encontré soldados que también habían sido olvidados!
O sea, la corrupción, también aquí, en las pensiones de los veteranos de Malvinas. Me dijeron de todo, me desacreditaron, me amenazaron, pero, lejos de llorar y encerrarme, tomé todos esos palos y formé la escalera que me permitió subir y subir cada día más en demostrar la verdad. Y ahí se fueron plegando las otras mujeres que sentían la necesidad, también, de hablar y contar lo vivido, los desprecios que les hacían, las violencias simbólicas y psicológicas que sufrían, etc. En el camino quedaron pseudo periodistas que quisieron manchar la causa y nuestra labor con mentiras. Nosotras decimos la verdad y tenemos actividades todo el año en diferentes ámbitos.

–¿Sienten el reconocimiento social hoy?
–Hemos sido reconocidas en varios lugares y, en el 2016, con motivo del Bicentenario, se realizó un anuario con la presencia de doscientos soldados, cinco mujeres y, formando detrás de Juana Azurduy, estoy yo, lo cual me llena de orgullo, como mujer entrerriana y enfermera que sólo decidió contar la verdad, sin amarillismo periodístico.
Luego sale la idea de mi libro Crónicas de un olvido, que finalmente pude plasmarlo y viajar por toda mi querida Argentina a dejar testimonio de lo vivido. Aquí, en Entre Ríos, fue sugerido como material en la currícula educativa y el año pasado varias escuelas lo analizaron. Considero esto el mayor triunfo, cuando los jóvenes preguntan el porqué. Gané lo que yo busco y es que ellos tomen la posta de Malvinas. Hoy siento que el reconocimiento está llegando. Ya nadie nos puede negar, aunque lo intentan a diario, y cada vez que aparezco tratan de desacreditarme pero ya no los escucho. Nosotras seguimos adelante.

–En cuanto al reconocimiento del Estado ¿hubo un proyecto de pensiones para ustedes pero quedo en la nada?
–El Estado deberá, algún día, hacerse cargo de esta deuda moral hacia las mujeres porque esto va más allá de una deuda económica; y, si fuera sólo así, económicamente hablando… siento que ya es tarde para muchas de nosotras.

–¿La miseria de la guerra, la corrupción, el machismo, siguen vigentes si no hay reparación?
–Como en toda guerra, hubo de todo. Se ven las miserias más grandes pero eso es algo que yo no quiero recordar; me quiero quedar con el valor y el honor de nuestros soldados por defender la patria; y, al decir “soldado”, encuadro a mujeres y hombres.
Obviamente, hoy existe una grieta tremenda, entre los que cobran y los que no. Pero eso se los dejo a los que, cuando piensan en Malvinas, lo hacen con el bolsillo. A nosotros nos interesa Malvinas desde la perspectiva de género, demostrar que estuvimos allí, que todos los gobiernos nos olvidaron mientras se llenaban la boca hablando de género, inclusión, violencia y blablablá. Pero siempre tuvimos y tenemos ángeles que nos ayudan a despegar, y así vamos llevando a la mujer al lugar en el que debe estar, sin cosificación.

–Su mensaje es feminista, de paz…
–Es lo que dejo plasmado en los colegios cuando voy. El único camino es la paz, basta de guerras, donde sólo unos pocos se benefician. Las mujeres somos generadoras de vida y nos tocó vivir ese infierno donde vimos sufrir a mucha gente y seguimos viendo que se van de este mundo en un olvido total. Argentina necesita levantarse con generaciones como la del 82, que dijimos ‘presente’ sin otro motivo que el de defender este bello país con un solo color, celeste y blanco. Todo lo demás es prensa amarilla, clientelismo político, oportunistas de sed de un minuto de fama. Las Malvinas son un problema político, no militar. Por ello los políticos deben tomar las riendas, y sólo ellos.