Imaginá esto: una mujer con ganas de renovarse y mudarse, con un café en la mano y una lista de deseos más larga que un brazo. Estoy hablando de la búsqueda de la casa perfecta, de mi casa perfecta. No es cualquier búsqueda, sino la de una mujer que decidió echar raíces y crear su propio refugio. ¿Suena a serie de Netflix o comedia romántica? Mmm…un tanto más complejo porque estamos hablando de Argentina, valores que suben y bajan, casi nulas posibilidades de crédito o financiación razonable para quien no es rico o tiene dinero (para lo cual no necesitaría financiación).
Si se trata de una responsable inscripta reciente con un presupuesto acotado, no empleada que no se está adhiriendo al blanqueo, acceder a un crédito hipotecario es casi un deseo de esos que pedís cuando soplas las velitas y nunca se cumple. Es una aventura que requiere mucho entusiasmo (soy optimista, vieron?). Así estoy hace casi 6 meses y todavía no sé cómo va a terminar.
Empecé con una lista de deseos. Quiero un poco de verde o jardín, parrilla y plantitas y un espacio funcional que refleje mi personalidad y en el que me sienta a gusto. No suena a imposible ni a tanto. O sí?
Recurrí a inmobiliarias y/o agentes inmobiliarios. Pero confieso que no es fácil dar con alguno que te entienda, se ponga en tus zapatos, te busque y proponga varias opciones y te allane el proceso. Mucho touch and go. Pocos te dedican tiempo, se preocupan por flecharte de tal manera que te entregues sin dudarlo.
Cada visita a una propiedad es como abrir la caja de pandora. A veces encontrás la joya de la corona, otras veces... bueno, encontrás otra cosa. Hay casas con potencial, pero también algunas que no se puede creer que las muestren y ofrezcan de esa manera y precios que no son para nada de ocasión.
La negociación es una danza delicada porque llegar a un precio que cierre no es simple. Ser firme pero amable, mostrar interés, pero no desesperación es lo recomendado. Eso si no te pasa como a mí que una vez superado todo eso, hago reserva y después aparecen escrituras que no aparecen o excusas para no avanzar con lo previsto. Apa… o te deprimís o te ponés el chip que te dice, no fuerces, dejá fluir, si no sale por algo es. Y eso que ya estabas casi comprando muebles y cortinas.
Después de meses de búsqueda, el momento de tomar la decisión final no es tan sencillo. Es como decir "sí, quiero" en un casamiento, pero en lugar del vestido blanco, lo más preciado es tener las llaves de tu nueva casa o mejor dicho la escritura!
Más allá del humor, buscar casa siendo una mujer soltera de mediana edad que mucho no sabe de construcción, materiales y cañerías es mucho más que encontrar un lugar para vivir. Es una aventura, y sinceramente lo siento como una oportunidad para crecer y aprender a lidiar con la ansiedad, los obstáculos, las dudas. Porque es un capítulo nuevo en mi historia, la de alguien que sabe lo que quiere y va a por ello. Así que, si estás en medio de esta búsqueda, como yo ¡disfrútala! Y recordá que, al final, lo más importante es encontrar un lugar donde te sientas en casa. Y cuando lo hayas logrado todo será maravilloso. Amén.
Foto ilustrativa: Pexels