Maradona, Messi y el pañuelo verde

Por Cecilia Bertolino

El emblema de la lucha feminista Argentina trasciende fronteras y se vuelve ícono a nivel internacional. Es un espejo donde se reflejan mujeres de diferentes países del mundo. La vida y la libertad están en juego.

Tenemos los mejores jugadores de fútbol, ídolos a nivel mundial. Ahora, somos punteras en la lucha feminista. Y estas mujeres de la nota tienen todo que ver con esa conquista, que no es un juego. Es el hartazgo de generaciones de mujeres que, finalmente, sale a la luz y quiere cambiarlo todo de raíz, hasta el lenguaje.

La copa “Libertadoras de Latinoamérica” está en marcha. Los equipos se preparan y salen a la cancha. El club de la resistencia muestra las garras. Es una conquista pasada en países de Europa, Rusia, Turquía, Canadá, Irlanda, más reciente en Australia. Pero Latinoamérica, ¡ay mi querida tierra!, territorio de lucha y colonialismo, ¿podrás ser liberada?

Las mujeres toman la posta. La resistencia avanza. Alimento para las masas. Le toca a Argentina. Las tocan. Las violan. Las matan. Las pibas se levantan. Ya nada las para. Grande la batalla en la cancha, ellas redoblan la retaguardia. Las calles estallan.

“El Ni una menos generó un movimiento en Argentina, Latinoamérica y el mundo, que es una revolución feminista que llamamos ‘La liberación de la palabra’. Hay que entender el nivel de importancia que tiene la Argentina para el resto del mundo, especialmente los países desarrollados, en relación a la lucha feminista. Somos Maradona, Messi y el pañuelo verde”.

La que habla es Luciana Peker. Estamos por empezar la entrevista. A su lado se sienta Tamara Tenenbaum, ambas dispuestas a merendar mientras pateamos la pelota en un rincón de la Vieja Hostería de Ostende.

El verano en Pinamar atrajo a varias jugadoras de la Nacional. Primero fue la Carbajal, con la presentación de su último libro, Yo te creo, hermana y el acompañamiento de su madre, Marisú Devoto, referente de la lucha contra las violencias de género en el conurbano bonaerense; la abogada pionera feminista Nelly Minynersky; la presencia de la doctora en derecho e investigadora del Conicet Marisa Herrera, entre otras jugadorazas de primera. Gol de media cancha para el pañuelo verde que flamea por las playas.

Ahora, el corazón palpita con dos grosas más que mete el equipo del reconocido ciclo Verano Planeta. Feminismo y Literatura, en el Teatro de la Torre con las gambeteadas monumentales de Luciana Peker y Tamara Tenenbaum.

Luciana es periodista especializada en género con una trayectoria de más de 20 años en el suplemento semanal Las 12, del diario Página 12. Es columnista de género en varios medios y forma parte del colectivo Ni una menos. Escribió cuatro libros, ya pasó las cuatro décadas, recibió varios reconocimientos por su aporte y es mamá. Desde su libro La revolución de las hijas reivindica el vínculo con “las pibas”.

Tamara es más joven, es millennial. Viene de una familia judía ortodoxa, su madre vive pero su padre falleció en el atentado a la Amia, cuando ella tenía cinco años. Es filósofa, escritora, docente y periodista literaria-cultural, en medios de alcance nacional también. Escribió tres libros. Vino a presentar el último, que es bestseller: “El fin del amor. Querer y coger”.

Suena fuerte, ¿no? Luciana también tiene otro libro que es un boom, y lo tituló Putita golosa. Obvio que surge la pregunta por estas palabras que pueden incomodar. Lo cierto es que incomodan escritas, pero son parte del uso cotidiano del lenguaje en cualquier ámbito. Y es cierto. “Coger no es una palabra particularmente soez en el lenguaje, hay palabras peores. Coger la usás con tus compañeros de oficina, es la palabra cotidiana, nadie dice en la oficina: ‘Che, tuve relaciones con alguien’. Eso no pasa, en general. Entonces, quiero decir, elegí estas dos palabras simples, que no den lugar a eufemismos, para hablar del sexo y del afecto, pensando en nuestras conversaciones cotidianas”, ataja Tamara, justo cerca del arco, y se la pasa a Luciana.

La liberación de la palabra y el boom editorial

Peker explica que “el Ni una menos generó un movimiento en Argentina, Latinoamérica y el mundo, que es una revolución feminista que llamamos La liberación de la palabra. El 3 de junio de 2015 fue la bisagra o ‘el antes y después’”. Pero la trayectoria es más larga y viene de 34 años de encuentros nacionales de mujeres y del periodismo feminista que ya ejercían algunas colegas. “Lo bueno de lo que está pasando con los libros feministas es el boom”, comenta Luciana y agrega: “El libro de Tamara es bestseller; también hay un libro de María del Mar Ramón que se vende súper bien. Es decir, tomamos los libros, hay secciones feministas en todas las librerías del país. Es un fenómeno único en el mundo y creo que es el país con más producción, tanto literaria como de no ficción, de narrativa, de ensayo, de periodismo feminista. Hay un enorme interés de las pibas por leer feminismo, que es leer sobre amor, sobre sexo, sobre sus relaciones, etc. Lo que está pasando como movimiento político y, a la vez, con la industria del libro y las autoras feministas es algo enorme para festejar”. Resulta disruptivo que lean libros cuando ese hábito parecía perder la carrera contra los dispositivos electrónicos. Otro gol del feminismo.

“La palabra ‘familia’ se revaloriza y no lo contrario, como quieren hacer creer los sectores conservadores”

“Mamá, no te calles”

Luciana es mamá de una adolescente, así que el título de su libro La revolución de las hijas es producto de ponerle el cuerpo al movimiento colectivo pero también de hacerse cargo y reivindicar su propia maternidad. Habla de su hija Uma con agradecimiento y, sin caer en la idealización, plantea que tiene con ella una relación que “no es sin conflicto, pero amo a las pibas porque son capaces de escucharnos, interpelarnos y valorizar la trayectoria que pasamos las mujeres, las madres (y abuelas en particular) en millones de discriminaciones. La violencia laboral y el tiempo, sobre todo, que ponemos en el trabajo doméstico y que el Estado nunca reconoció como tal, sino como ‘amor’ pero ahora las pibas no lo naturalizan así”. La escritora relata que, al salir de las presentaciones del libro, las mujeres también vienen a contarle que aprenden de las hijas porque éstas las interpelan: “Por ejemplo, una mamá que había sido abusada en el seno de su familia, donde todos callaban los abusos (porque antes era así), vino acompañada por su hija para compartir el orgullo de no callar y salir de ese trauma histórico. Las hijas están haciendo un acompañamiento de las madres que les tenemos que agradecer porque la palabra ‘familia’ se revaloriza con el feminismo y no lo contrario, como quieren hacer creer los sectores conservadores. Reivindico la maternidad pero lo que no debe discutirse es que podamos elegir y salgamos absolutamente del mandato de ésta como destino”, aclara Peker.

Tamara estuvo hace poco en Ostende, en la Noche de las Ideas y cuenta que se le acercó una señora de 70 y largos para que le firme el libro, diciendo que se lo guardaba para su nieta de cuatro años. “Me dice que lo leyó y hay muchas cosas que le hubiera gustado hacer en su época pero eran impensadas. Entonces surge esto de ‘lo que yo no tuve, que lo tenga ella’”. Luego reflexiona sobre los distintos procesos que estamos transitando las mujeres respecto a ser madres o no, y también el hecho de que muchas veces no vemos el machismo enraizado en nosotras mismas o nuestras relaciones. “Por ejemplo –dice Tenenbaum– tengo amigas que no se dieron cuenta de que estaban atravesadas por el machismo hasta que fueron madres. Ahí, en la crianza, se empiezan a transpolar actitudes machistas aprendidas o internalizadas.”

“Reivindico la maternidad pero lo que no debe discutirse es que podamos elegir y salgamos absolutamente del mandato de ésta como destino”

La ESI y los vínculos de ahora

Otro temazo es la educación sexual integral (ESI), que es ley desde el año 2006 pero cuesta su implementación. La demanda de toda esa información está pero ¿y la respuesta? ¿Por qué es un terreno de lucha? ¿Hay un desfasaje entre alumnado y docentes?

Para Tamara, “el feminismo introduce en la política los vínculos generacionales distintos”. Lo que quiere decir es que venimos de un pensamiento, en la crianza y educación, donde los grandes les enseñan a los chicos, o sea, es unidireccional. Pero la cosa cambia ahora y tenemos que adaptarnos y adecuarnos a otro intercambio en las relaciones.

Luciana analiza un doble proceso con la ESI. Por un lado, reconoce que es un terreno de lucha porque falta que su aplicación sea realmente efectiva. Pero, por el otro, afirma que la ESI es la que construyó el terreno que deriva en Ni una menos, porque era un trabajo que estaba escondido, parcializado, y salió a la luz con las rebeliones de las pibas, por ejemplo, pidiendo contra la violencia de género en las escuelas por parte de docentes, autoridades y sus propios pares. Y este feminismo, con todas las contradicciones, las escuchó. “Me pasó con la toma que inició Ofelia Fernández en el Carlos Pellegrini. Yo puse el cuerpo para escucharla; no eran mis reivindicaciones, eran las de ellas. Las pibas fueron por más y nosotras las apoyamos, les dimos la mano en lo que necesitaban”, pone como ejemplo.

“Hay varones feministas, son hermosos y generan vínculos maravillosos. Y están los enojados que quieren revancha y hacen resistencia al feminismo”

¿Qué pasa con los hombres?

La lleva Tenenbaum ahora: “Estamos viendo dos fenómenos también paralelos que parecen opuestos pero en el fondo responden a lo mismo. Están los varones feministas que están haciendo cosas hermosas, y siendo gente hermosa que genera vínculos maravillosos. Varones que ya fueron criados de otra manera, con otros ejemplos, otros roles. Vieron otra cosa en sus propias casas y se relacionan distinto en sus propias familias. Y, por otro lado, hay una especie de ‘revancha’ por parte de quienes no se sumaron a este cambio, no porque no la vieron venir, sino porque la vieron justamente, están muy enojados y responden con un recrudecimiento de la violencia, con resentimiento, porque sienten que esta nueva ola les roba cosas que eran legítimas suyas. Están, activamente, haciendo la ‘resistencia’ al movimiento feminista”.

“En todas partes del mundo, especialmente desarrollado, me preguntan: ¿Cómo que la Argentina no tiene aborto legal?”

“Verde que te quiero verde”- Orgullo patriota.

La Campaña oficial por el aborto legal, seguro y gratuito no le adjudica un significado al verde pero Luciana, que estuvo recientemente en Francia, en viaje oficial, pudo ver libros del movimiento feminista que se llamó “de liberación” de los años 60 y 70 y tienen el mismo color. Explica que muchas de las mujeres que trajeron la consigna del aborto legal a Argentina venían del exilio en otros países, por ejemplo, Dora Coledesky que fue una abogada pionera en este tema, por ende infiere que el color verde viene de las luchas feministas europeas. Luciana viaja bastante y siente mucha emoción al ver como se extendió este verde a todo el mundo como un símbolo que va más allá de la pelea por el aborto legal, y representa la autonomía de las mujeres y disidencias sexuales. “Siento orgullo patriota por todos lados”, afirmacon un gesto corporalsignificativoy argumenta: “hay que entender el nivel de importancia que tiene la Argentina para el resto del mundo en relación a la lucha feminista. En todas partes del mundo, especialmente desarrollado, te preguntan: ¿Cómo que la Argentina no tiene el aborto legal?”. Suena paradójico porque tenemos leyes másavanzadas, que en otras partes del mundo, en materia de derechos humanos. Por ejemplo:la ley de matrimonio Igualitario antes que en Francia, la ley de Identidad de género que no existe en muchos países europeos o la de fertilización asistida que admite la fertilización de lesbianas, trans, y no existe en Europa tampoco. “Es decir – refuerza la Peker- el movimiento feminista Argentino es mucho más masivo que en otros países de Latinoamérica e incluso que el movimiento europeo. Está desfasado que no tengamos este derecho para las mujeres”.

“Me saco el sombrero por quienes militan el feminismo en comunidades chicas donde la exposición es más fuerte”

El feminismo es federal

Presentaciones de libros, charlas, capacitaciones. Tanto Luciana como Tamara viajan por el interior del país y observan lo que pasa en cada territorio.

─¿Cuesta más, en las provincias que en las urbes, lidiar con el patriarcado y el conservadurismo?
Peker intenta romper con ese mito porque dice que “el poder es conservador en todos lados pero las mujeres que luchan también están en todos lados”, pero reconoce que es más difícil en los pueblos chicos. “Me saco el sombrero por quienes militan el feminismo en comunidades pequeñas donde la exposición es más fuerte. Les reconozco el doble de tarea por como ponen el cuerpo las mujeres del interior.” Y cuenta que esto les pasó, por ejemplo, a las diputadas provinciales que defendían el aborto legal durante la exposición porque increpaban a sus hijas en los colegios del interior. Reconoce que “el poder es mucho más enraizado, mucho más conservador de la doble moral pero los movimientos feministas en Argentina son profundamente populares, federales y están presentes en todas las provincias que podemos considerar como ‘conservadoras’.”

Tamara coincide y recuerda una vivencia en Santiago del Estero, cuando un grupo de feministas la invitaron a hacer una lectura enfrente de la Iglesia: “yo no entendía, me parecía aburrido porque eso no impacta en Capital. Pero cuando las pibas me dicen que nos iban a venir a gritar, dije ¡Claro! Ellas tienen algo muy combativo por la realidad que viven. Sus formas de resistir son muy interesantes, son inteligentes, saben dónde, cuándo y ¡no se esconden!”.

“En Chaco los médicos obligan a las enfermeras a hacer intervenciones quirúrgicas sin anestesia para que las adolescentes sufran como castigo.”

Las dos escritoras comparten esa admiración por las chicas del interior. Peker relata uno de sus viajes a La Rioja, tierra de Jorge Yoma, quien declaró que “el aborto no le importa a la gente”. “Es mentira- retruca Luciana- yo fui a la Rioja y el movimiento ahí es increíble. Estuve en la Feria del libro, hicimos ‘pañuelazo’. Me contaron la historia de una mujer, por ejemplo, que quiso dar, desde el embarazo, un bebé en adopción y sufrió un montón de discriminaciones. ¿De qué hablan entonces?” Expresa con indignación y sigue: “En Chaco, por ejemplo, me contaba una enfermera (que antes era ‘pañuelo celeste’ y ahora ‘verde’), que cuando va una mujer, una adolescente, con aborto en desarrollo ¡los médicos las obligan a hacer esas intervenciones quirúrgicas sin anestesia para que sufran como castigo! Esa enfermera es la que ahora pelea por el aborto.”

“Nos mueve el deseo”
Hay una palabra recurrente en la literatura de ambas autoras que tiene raíz en ese proceso de ‘liberación de la palabra’ que estamos transitandoy es el ‘deseo’. Saco de esquina y la para de pecho Tamara: “me gusta mucho la consigna feminista Argentina ‘nos mueve el deseo’ porque estamos diciendo que nos mueve una fuerza creativa, amorosa y no una fuerza de la venganza o del resentimiento. Que los tenemos también porque la que pasó cosas feas es lógico pero hablar del deseo es hablar de que nos mueven justamente cosas contradictorias, como el deseo mismo. Todo lo que tiene cuerpo, tiene sangre y tiene contradicciones y nuestras luchas también, por eso es importante reivindicar la relación de la política con el deseo.”

Es cierto también que, como género, acumulamos deseos reprimidos por generaciones, deseos no manifestados. Vuelvo a patear y arremete Luciana: “si, completamente. Ahora caen en eso de decir: ‘ya no se puede decirles nada en la calle, no se sabe cuándo tener sexo, etc’. Hay que entender que el deseo femenino estaba anulado antes, a tal punto que ya no sabías incluso si deseabas. El sexo era cuando los hombres querían, como querían y con quien querían, los piropos había que bancárselos…”

“El piropo es una conducta homo social, es un comportamiento dirigido a mostrar su masculinidad frente a los otros varones.”

El piropo: intimidación versus seducción.

Con la habilidad de una Maradona del feminismo, Peker para la pelota.“Que es el piropo?”, pregunta y avanza “porque si me gustas, yo te miro y me decís que me queda bien el vestido, me encanta.Hay seducción. No es lo mismo que la intimidación en la calle a las adolescentes. No hay varones en las calles, sacándose la galera y diciéndote cosas hermosas sino intimidando a las jóvenes, las pibas, no a las mujeres que tenemos 46 años.”

Peker se la pasa a Tenenbaum que la frena de taquito: “el piropo es una conducta homosocial. En el 90 por ciento de los casos los varones lo hacen para que otros varones los vean hacerlo, no va dirigido a la piba. De hecho si me paro y le digo ‘bueno, vamos a tomar un café’, se asusta y se va. Lo hace para que lo escuche el tipo que está al lado, es un comportamiento dirigido a mostrar su masculinidad frente a los otros varones.” Anda sin rodeos la filósofa millennials para explicar que las conductas homosociales no están mal cuando no son agresivas con nadie, pero no en estos casos. “Otra cosa es que pase un muchacho y nos miremos con una sonrisa y me invite, pero eso me paso una o dos veces en la vida solamente”, recuerda con sensatez.

“El machismo mata, no solo a mujeres. No son crímenes aislados. Están todos atravesados por la desigualdad de clase, de género y de etnia.”

Caso Fernando Báez

Mi mente va directo a Villa Gesell cuando hablamos de conducta homo social, porque es un caso reciente, pero también a las miles de mujeres que son violadaso mueren por femicidio.

─¿Creen que el feminismo abonó el terreno de la sensibilidad social como lo estamos viendo con el caso de Fernando y los rugbiers?

Ambas escritoras asienten. Piensan queeste crimen es parte del mismo recrudecimiento de la violencia que tiene que ver con un patriarcado que es machista y también racista. Tamara destaca que “es interesante que se converse desde ese lugar. Me acordé mucho del caso de Ma. Soledad Morales. Yo era chica pero lo recuerdo como el primer caso que miré en la tele y mi mamá me lo explicaba entre lágrimas. Y pensé en la educación ¿a quienes se les enseña que son los dueños de todo, de los cuerpos, de las vidas, al punto que una vida vale menos que una camisa? ¿De dónde sale eso? ¿De qué privilegios y desigualdades? Porque estos no son crímenes aislados, azarosos. Están todos atravesados por la desigualdad de clase, de género y de etnia y también por una masculinidad violenta.”

─Pero del caso de Ma. Soledad a Fernando hay muchos años, y en el medio muchas víctimas mujeres, una por día en Argentina, de las cuales no tenemos un tratamiento mediático tan extenso y significativo. ¿Cómo analizan esto?

“Creo en el efecto de los medios y hay casos que te mueven más que otros. La cobertura del caso Ma. Soledad fue hecha con mucha emocionalidad en los medios, cosa que faltó después en los otros casos como el de Melina Romero, por ejemplo. En mi libro, yo trazo un parangón con el caso de Ma. Soledad, digo que fue el primer femicidio que se hace político, la estrategia de las ‘marchas del silencio’ fue la necesaria. Y después pasamos a ‘Ni una menos’ que fue claramente la ‘marcha de la palabra’. Las madres contaban por primera vez los abusos sufridos en sus infancias. Luego vinieron los ‘paros internacionales’, especialmente del 8 de marzo, que fueron ‘el glitter’, el decir ‘somos visibles, festejamos con alegría’. Es un proceso histórico que estamos viviendo, que tiene sus etapas. El tratamiento de los medios se puede cuestionar pero lo importante es que Fernando Báez es un caso que conmueve y el Feminismo está a la altura de esa conmoción porque lo que siempre dijimos es que el machismo mata, no solo a mujeres.”

Suena el silbato. Tiempo off. El partido sigue en el Teatro. Buena cancha. Buena charla.

La temporada se termina en la Costa de Pinamar pero la “Copa Libertadoras de Latinoamérica”sigue en juego, mientraslas mujeres nos jugamos la vida. Vale aclarar que esto no es un juego, solo metáforas, de un lenguaje y campo, que hasta no hace mucho pertenecía solo a los hombres. Estamos cambiando el lenguaje y el territorio. Vale aclarar que tampoco es una competencia entre nosotras, no somos rivales, somos hermanas. Tampoco es en contra de los buenos varones. El enemigo siempre es el machismo. Y no nos divierte para nada remarla en este campo opresor, pero no nos queda otra. O pateamos la cancha o morimos.

Si la misma pasión futbolera que caracteriza a Argentina y exporta ídolos al mundo, la tuviéramos puesta en defender las banderas de la igualdad de género, de la inclusión, del respeto por la diversidad, de la no discriminación y homofobia, del no prejuicio, de la libertad y autonomía, podríamos hablar de un país que defiende la vida. Esa es la bandera que defiende el feminismo argentino.