Ni tan cortos ni tan ligeros

Si entendemos que la duración de un texto incluye su resignificación y que la ligereza no se relaciona con pensamientos superficiales, encontraremos la explicación al hecho de que el último libro de Sandra Russo ya transite la tercera edición.

La periodista Sandra Russo presenta mañana, sábado 10, en La Armonía su último libro, Veintidós cuentos cortos y ligeros, editado por Sudamericana en diciembre de 2017.

“A mí la gente me conoce más por los 40 años que llevo de escritura periodística. El periodismo gráfico siempre ha sido el eje de mi trabajo. Aunque trabajé en radio y en televisión, para mí el ancla y el motor siempre fue en la escritura. También hace muchos años que doy talleres de textos y entre los registros que trabajo está la narrativa”, asegura.

Por otro lado, la narrativa es como la posibilidad de salir de la realidad tangible, de la política o de la cosa pública, especialmente si consideramos que el análisis es una pesada carga intelectual que desgasta y satura.

“Quería generarme una burbuja de creatividad y la narrativa es un poco eso, dejarnos llevar por otro camino, tener otro tipo de perspectiva. Se trata de encontrar una verdad que no es menos verdadera, completamente distinta a la verdad periodística. Así que me largué a escribir esos cuentos que tienen la particularidad que son muy cortos, de tres o cuatro páginas. Así fueron saliendo los 22, a los que yo les encuentro dos o tres denominadores comunes. En muchos de esos cuentos se habla de los jóvenes de la década del ’70 pero no volviendo como otras veces, donde se recurre a la violencia política con la represión, sino qué pasaba mientras tanto con los que tenían 18 ó 19 años en aquel momento, que es mi caso”, agrega.

La idea es recrear la atmósfera y determinar con el relato cómo la violencia de la última dictadura se filtraba en la vida personal, que convivía con un clima por demás áspero. Otro aspecto son las mujeres, donde se establece una línea de continuidad con una anterior obra, Lo femenino.

La condición de ligeros de los cuentos está referida a que son divertidos y que en algunos casos fueron escritos con una velocidad poco común. Esta situación no hace que Russo renuncie a la profundidad.

La autora entiende que la coloratura de un texto de análisis es magra, a diferencia de lo narrativo, que tiene que ver con los sentidos, con lo visible y con una descripción mucho más profunda.

“Uno tiene que tratar de que el lector huela con uno la humedad que hay en una casa que estamos describiendo. Que si hay una pizza a la napolitana, como en uno de los cuentos, el lector pueda percibir el olor a ajo. Esto es trasmitir lo sensorial, que en los registros periodísticos escritos, salvo en algunas crónicas, está vedado, ya que, si no, se vuelve demasiado personal. En la narrativa uno tiene que prescindir de las ideas, no se habla de política”, ilustra.

Lo cierto es que los cuentos ya van por la tercera edición y que Sandra Russo ya está en preparativos para escribir un ensayo. Desde la simpleza describe los procesos de su forma de escribir y hasta imagina que, al haber más lectores que escritores, son los primeros los que un día se dicen o preguntan “por qué no”. También es cierto que mañana, sábado, se presenta en La Armonía, de la Trucha entre Shaw y Eneas, Pinamar, a las 18.