Niños prematuros, los cuidados en neonatología, y el lazo con los padres

Desde hace tiempo se estudia, e investiga, sobre cuáles son las mejores condiciones para el cuidado del niño prematuro.

Desde hace unos años se privilegia el contacto de los niños con las madres y el amamantamiento. Tanto desde lo biológico como desde lo psicológico. A partir de los resultados de numerosas investigaciones, donde el crecimiento más optimo se da en niños que han mantenido el vínculo con la madre.

Pero, sin embargo, cuando los nenes nacen prematuros, es otra la historia. Aún en países avanzados científicamente, y dependiendo en algunos casos de la política o EL criterio de la institución hospitalaria. Al ser trasladados los niños a una unidad neonatal son violentamente separados de sus madres y entregados al aparataje de la tecnología de punta y al cuidado de personal de enfermería muy bien entrenado. En este escenario, el bienestar de la madre es la primera prioridad. Una vez cumplida su función biológica del parto, se le permite abandonar el hospital y hacerse cargo de problemas domésticos (otros hijos, esposo, etc.). El régimen de visitas no dependerá ya de los deseos de la madre y de la familia, sino más bien de lo dispuesto por el equipo médico del hospital. El niño es prácticamente secuestrado, para ser atendido por equipos de salud en constante rotación. La madre, si bien reconocida como representante de su hijo, pasa a ser más visita que madre, y los médicos, comenta el Dr. Levin, “nos sentimos con plena libertad de indicar todo tipo de análisis y tratamientos, muchas veces traumáticos y de dudosa necesidad, casi siempre sin el consentimiento informado de los padres”. Levin y su equipo piensan que todos estos factores aumentan el riesgo de infecciones y consecuentemente la morbilidad neonatal por un lado, y por otro disminuyen las oportunidades de desarrollar las relaciones padres-hijo. En estas condiciones el niño es instalado en una incubadora y privado de su madre, conllevando como consecuencia, entre otras cosas, que los padres se sientan inseguros e incompetentes al momento de asumir el cuidado de su hijo después del alta, en que recién comienza el apego, tan importante y más efectivo cuanto más precozmente se inicie. Se suele argumentar que la hospitalización de la madre con su hijo aumenta los costos, no tomando en cuenta que el equipamiento tecnológico que sustituye a la madre es mucho más caro en su funcionamiento que el alojamiento de ésta.

En el caso antes descrito, se dejan de lado los pasos claves en la Iniciativa del Hospital Amigo del Niño (IHAN), propiciada desde fines de la década de 1980 por OMS, Unicef y varias otras organizaciones en las maternidades de todo el mundo. Estos pasos incluyen el contacto precoz madre-hijo, cohabitación y lactancia materna precoz y frecuente, además de mínimo contacto con equipos de salud en constante rotación.

Especialmente significativo ha sido el concepto de apego, introducido por Klaus y Kennell. Estos pasos han dado como resultado que más madres amamanten por más tiempo, disminuyendo también el abandono de recién nacidos. Este proyecto desafortunadamente sólo favorece a los niños sanos de las maternidades, creándose así una situación paradójica: las rutinas de las maternidades se ajustan a la IHAN, pero es posible que las unidades de cuidados intensivos neonatales de los mismos hospitales no lo hagan.

Debemos ser capaces de convertir al recién nacido en la primera prioridad, dice Levin. Sus observaciones han demostrado que es de suma importancia el contacto entre la madre y su hijo, no sólo durante las primeras horas o días en la maternidad, sino también durante el primero y el segundo mes de vida. Sostiene que tras la separación física del parto surgen fuerzas invisibles y poderosas, que ha dado en llamar los cordones umbilicales biológico y psicológico. Se crearía una verdadera incubadora biológica, la que estimularía el desarrollo biológico, físico y psicológico del niño. Para optimizar el desarrollo tanto de éste como de la madre, el cordón umbilical biológico se debe mantener indemne al menos durante el primer mes, para lo cual es conveniente privilegiar el parto vaginal sin uso de drogas, y alimentación al pecho en el postparto inmediato para que el neonato se beneficie del calostro. El niño que comienza su vida extrauterina es prácticamente estéril, y mientras más contacto tenga con su madre durante los primeros uno o dos meses, mayores serán los factores protectores que recibirá a través de la leche, el aire que ella exhala y las secreciones de su piel. Por el contrario, el niño expuesto a las constantes rotaciones del equipo médico (produciendo el quiebre de la incubadora biológica creada por la naturaleza) no tendrá la protección inmunológica de que disfruta el que pasa las 24 horas del día con su madre. El cordón umbilical psicológico, a su vez, representa la ligazón social y emocional entre la madre y su hijo, el cual comienza a constituirse durante el embarazo, para ir adquiriendo cada vez más importancia durante los primeros meses de vida extrauterina. Es por ello que el hospital debiera crear las condiciones necesarias para que la madre permanezca con su niño día y noche.