No hay mal que dure cien años

Si hay algo que tenemos los Argentinos es la capacidad de sorprendernos a nosotros mismos. Para bien y para mal. Esta vez, en consonancia con la política planteada por este gobierno, nos endeudamos a 100 años.

Es decir, emitimos un bono al año 2117 (lo van a pagar lo nietos de Antonia). Si bien el monto de deuda es bajo, seguimos incrementando los más de 250.000 millones de deuda que tenemos. Como decía mi abuelo, de a poquito llenamos el saquito. Esta nueva toma de deuda, lo que puede marcar peligrosamente es una tendencia. Tomar deuda a 100 años, de los cuales en 14 años, ya los financistas recuperaron la inversión y después por 86 años es todo ganancias. Nada mal ¿no? Todo intereses, básicamente. Nosotros somos como Tarjeta Naranja, financieramente irresponsables. Somos un país que está entre los que mayor cantidad de defaults declararon en su historia, que en los últimos 23 años fue el peor pagador de todos (tres ocasiones en ese lapso) y que, en el último caso, en 2002, declaró la mayor moratoria de la historia. Lo llamativo fue también la tasa de interés que se comprometió a pagar el país: 7,125% anual, vista como elevada en todo el mercado. Si bien la justificación del gobierno pudo haber estado basada en la especulación con que la operación podría estar atada a asegurar la declaración del país como mercado emergente para las acciones de firmas argentinas en Nueva York, claramente se equivocaron, seguimos en la cola.

El problema que, creo, tenemos, en relación a la deuda, es que siempre nos endeudamos para tener un país de tercer mundo. No tenemos infraestructura, obra pública, equipamiento, rutas, autopistas, puentes, hospitales, escuelas, y tantas otras cosas más que uno podría tener si la toma de deuda se hubiera aplicado a este tipo de cuestiones y no a ha pagar el gasto público y corriente que cada gobierno hizo en su momento. Creo que este gobierno, por primera vez, va a un camino correcto en cuanto a la aplicación de estas políticas. (En realidad no sé si es así, o es más el deseo que uno tiene de por fin vivir un país serio). Pensarás que lo defiendo en esto, pero antes que nada pensá que, si no estuvieran ellos ahora, los tendríamos a Moreno, Scioli. Ella, D’Elia, Jaime, Lázaro, Cristóbal, Boudou, Aníbal y toda la manga de ladrones que se fueron. Eso hay que reconocerlo y aceptarlo. ¿Seguís enojado? Dame una opción.

En la actualidad, la carga de deuda es más pesada por los intereses que por la deuda en sí misma. Hoy pagamos más de 7.000 millones de dólares por año solo en intereses. Conseguir tasas de financiamiento bajas es clave. Algo que no pudo conseguir ni el gobierno anterior ni este (si bien este obtuvo mejor tasa que el anterior, sigue siendo alta para el mercado). Poder obtener una tasa baja, implica disminuir la percepción de riesgo de invertir en un título de la Argentina, para lo que se requiere buena disciplina, constancia y coherencia en el tiempo, en forma dinámica, cualidades que este gobierno demuestra tener pero venimos de años de historia económica que no lo demostraron.

Lo que debemos entender es que el endeudamiento imprime presión al crecimiento. A mayor tasa, mayor presión. Hoy tenemos una estructura de deuda que el 70% es en moneda extranjera y el 30% en moneda nacional. Podrías pensar a priori que podría ser una solución imprimir billetes y pagar la deuda, como alguna cráneo ha sugerido en su momento. Por esto te digo dos cosas. Una es que no podemos imprimir moneda extranjera claramente y otra es que si imprimimos pesos para pagar la deuda del sector público, o bien para todos aquellos gastos corrientes, estaríamos metiendo más dinero en circulación, por lo que generaríamos mucha más inflación (solución horrible).

Es cierto que lo que primero heredó Macri fue un país con inflación arriba del 25%, un elevado déficit fiscal y niveles de gastos y presión impositiva como nunca se había tenido. Pero si hay algo que también heredó fue un nivel bajo de endeudamiento (se mide generalmente en relación al tamaño de la economía, que era del 26% del PBI). Hoy estamos en 45%. Esto hay que mencionarlo porque es algo que caracterizó a los gobiernos de Él y Ella, que siempre tuvieron como meta desendeudarse.

Pensemos algo, que para que te presten dinero, tenés que ser creíble. Como cuando vas a buscar financiamiento en el banco porque querés comparte un auto, o bien remodelar tu casa, lo primero que hace la entidad bancaria es analizar tu historia y tu situación actual. También le pregunta a tus conocidos si tuviste comportamientos inadecuados en los pagos. Bueno, con el endeudamiento del país es lo mismo. No te van a prestar barato si sos medio incumplidor por naturaleza.

Para ser más creíble es cierto que Macri debía solucionar tema dólar, tema fondos buitres y tema INDEC. Eso para empezar, fueron las primeras batallas desde que asumió y fue también lo que prometió en campaña. Macri lo hizo, good for him! El gobierno entendió la necesidad política de volver a estar en condiciones para poder volver a endeudarse. El tema es que tomar deuda es peligroso si quien lo hace se comporta como un adicto sin control y ve ahí su única salida, porque la realidad es que no es una solución por sí misma.

Para crecer hay que endeudarse, eso lo sostengo siempre, pero lo que hay que analizar es para qué te endeudás. Si te endeudás para irte de vacaciones y no para poder trabajar más, y llegás con lo justo, claramente, vas por mal camino. Ahora bien, si primero la deuda la volcás al sector productivo para que te genere más ingresos y así podes tener más capacidad de repago, podés seguir endeudándote. Acá creo que el gobierno tiene que hacer unos ajustes finos en su política de endeudamiento. Como dijo el economista Tombolini en una clara reflexión de lo prometido por el mejor equipo de la historia política argentina y los resultados obtenidos en las ultimas semanas, “si en la producción no pegás una y lo tuyo es ‘lo financiero’ y ahí encima te dan la espalda, sería bueno que empiecen a revisar lo que hacen porque los resultados no estarían en línea con sus propias expectativas”.

Seguir en este camino será un mal, que dure más de cien años.