Nuevas miradas sobre el bullying

Por Teresa Geerken
Licenciada en psicología

En un mes y días empiezan las clases. Consideré que el bullying es un tema del cual falta hablar bastante. Por esto le dedico esta nota.

El bullying se refiere a cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre estudiantes de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado, tanto en el aula como a través de las redes sociales (el cual recibe el nombre específico de ciberacoso).

Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es el emocional y se da mayoritariamente en la clase y los patios escolares. Los protagonistas de los casos de acoso escolar suelen ser niños y niñas. Siendo ligeramente mayor el porcentaje de niñas en el perfil de víctimas.

Según una publicación actual de la APA, especialistas argentinos en temas de violencia y acoso escolar recomendaron reforzar políticas educativas inclusivas, capacitación permanente y llamaron a “creerles a las víctimas que denuncian”. Lo hicieron tras un informe de la Unesco que coloca al acoso y a la violencia escolar entre pares como “un problema mundial importante”. Casi uno de cada tres estudiantes de entre 8 a 24 años de una selección de 114 países fue acosado por sus compañeros en la escuela al menos una vez en el último mes y una proporción similar sufrió violencia física, según Unesco.

La investigación Detrás de los números: Poner fin a la violencia y el acoso escolares, se presentó en el Foro Mundial de Educación 2019 de Londres, con datos de regiones de Europa, América del Norte y Sur, el Caribe, Asia y Medio Oriente.

“Si bien recomiendo dar talleres a docentes, niños y adolescentes de forma permanente para prevenir, hay que modificar la política educativa de exclusión, porque al excluido le queda utilizar la violencia para pertenecer”, reflexionó ante Télam la psiquiatra y psicoanalista infanto-juvenil Liliana Moneta.

La médica psicoanalista, especialista en niños, adolescentes y familias, Sara Zusman de Arbiser, tras acordar sobre la necesidad de estimular la capacitación en las instituciones escolares, se refirió al problema de “no creer en la víctima”.

“En nuestro país no se estimula saber del acoso escolar. No se toma en cuenta las denuncias en los colegios, dicen que son cosas de chicos, que ellos no lo ven y no le creen a la víctima”, indicó Arbiser.

A su vez, remarcó que se estigmatiza a quien denuncia acoso o violencia en las escuelas porque “consideran que es una persona que sabe defenderse” y, a su vez, “no se reflexiona sobre qué les pasa a los chicos que se burlan”. “Quienes hostigan son chicos que sufren violencia familiar o no tienen protagonismo en sus estudios y utilizan la violencia para pertenecer de alguna forma”, indicó la especialista.

Asimismo, se refirió al método Kiva, implementado en Finlandia, el cual logró “desalentar el acoso y violencia escolar de forma prologada en el tiempo”, dato que también se resalta en el informe de Unesco. El programa se inició en 2007, y hoy en día se aplica en diferentes países, como Suecia, Estonia, Bélgica, España, Reino Unido, Nueva Zelanda.

Se trata de que un equipo de profesores formados con el programa otorga charlas a la comunidad escolar para lograr que los estudiantes que presencien escenas de acoso no apoyen al instigador y no acepten silenciosamente esa violencia por miedo a recibirla. Sino que la propuesta es que los niños, adolescentes y adultos apoyen a la víctima y se comunique el acoso.

Por mi parte, considero que es de vital importancia desnaturalizar estas situaciones. Muchas veces se escucha a los adultos, sean padres, maestros, etc., cuestionar a los niños cuando hablan del malestar que sienten por cómo los trata un grupo de compañeros. Se les dice “son cosas de chicos”, “no les hagas caso”, “vos no te defendés”. O, peor, se justifica el maltrato al decirle algo con referencia a las “cargadas”, como “bueno, lo que pasa es que ese nene es callado”, o haciendo alguna referencia a su físico. Cuando lo mejor sería educar a nuestros hijos para que acepten que cada uno es distinto, que no hay una forma de cuerpo o una manera de ser ideal.

En la escuela, la familia y con un profesional, es bueno trabajar con la víctima del bullying, pero también sería importante trabajar desde la escuela, con los niños que lo realizan, ver qué les pasa, por qué “necesitan” tratar mal a alguien para sentirse bien.

Algunas veces escucho que algún adulto, contemporáneo quizás, dice “eso siempre existió, pero no se llamaba así”. Es verdad, siempre existió, pero no lo hace menos doloroso para quienes lo transitan. Quien ha vivido esto, sabe de lo que hablo, deja huellas muy hondas en los niños, si no son escuchados o no se hace nada al respeto. Tiene repercusiones el resto de su vida.

Me uno a instar a los padres a que escuchen a sus hijos, aunque estén cansados con el trabajo. Que los escuchen y traten de ponerse en su lugar, aunque no les haya pasado, aunque no entiendan por qué no se defienden; son víctimas en ese momento. También, a los padres de quienes realizan el maltrato hacia sus compañeros, no naturalicemos estas situaciones. Es verdad, son niños y están aprendiendo; podemos mejorar siempre. Estemos al lado de nuestros hijos, acompañándolos; si se sienten respaldados y escuchados, la solución será más fácil.