Perros de la playa

Enviado por Mario Tobelem

Señores de Pionero
Siendo que nada ha cambiado, reitero mi mensaje del 2012, empezando por aclarar que “me gustan los perros” y he tenido y querido muchos a lo largo de mi vida; aunque tendría todo el derecho del mundo, como cualquier persona, de que “no” me gustaran.

Año tras año veraneo en Valeria del Mar y año tras año veo crecer la molesta y peligrosa costumbre de llevar perros a la playa.

Si primaran el respeto y el sentido común no haría falta esgrimir argumento alguno. Una elemental razón de higiene indica lo inconveniente de andar pisando descalzo donde los perros hacen “sus necesidades”. Además, ya sea porque sus dueños se meten al agua, ya sea porque ven a otros perros, los animalitos ladran nerviosos allí donde debería imperar el silencio. Y lo peor: por si alguien no se enteró, los perros muerden. No siempre, no todos. Pero ocasionalmente, sintiéndose asustados o agredidos (aunque sea sin querer) aún los más mansos pueden clavar sus dientes. En la playa hay chicos expuestos, incluso bebés. ¿Se está esperando alguna desgracia para tomar medidas?

Por otra parte, quienes dicen querer a sus mascotas deberían evitarles la mortificación que el calor del sol, la deshidratación y la arena –en especial cuando está caliente– les provocan. La playa no es para los perros. Y los perros no son para la playa.

Se argumentará que la gente no tiene dónde dejarlos, ni en su lugar de origen ni en su vivienda de Valeria (se ve que con los gatos es más fácil).

Una solución posible y fácil de implementar es reservar algún o algunos sectores de la playa bien señalizados donde sí se admitan perros. Se pudo hacer con cuatriciclos y motos de agua; sería más fácil que eso.

Y quienes pretendemos –vaya pretensión– tomar sol, o leer, o bañarnos tranquilos nos acomodaremos lo más lejos posible.

Atentamente,
Mario Tobelem
DNI 7.651.356