Pinamar sofocó el incendio más grande de su historia

Esta vez la zona afectada fue Valeria del Mar. Cerca de 50 hectáreas resultaron arrasadas por las llamas. Algunas voces autorizadas hablan de intencionalidad. Mientras continúan las pericias, las imágenes de una comunidad sensibilizada se tornan imborrables.

En declaraciones al grupo La Nación, el intendente, Martín Yeza, dijo que el incendio que se abatió sobre la reserva de Valeria del Mar fue intencional, una calificación que en muchos casos puede relacionarse con un descuido o negligencia y que en boca del mandatario municipal parece acercarse a un complot desestabilizante, tal cual lo dejó entrever ante los distintos medios que lo consultaron sobre el tema. Es más, relacionó la fecha con el lanzamiento de la temporada que se iba a realizar en Buenos Aires y que fue suspendido y con el incendio del balneario Soleil, ocurrido en la noche del sábado.

Mientras el incendio, sucedido a partir del mediodía del lunes, iba creciendo, los medios nacionales trataban de emparentar lo ocurrido con la localidad de Cariló, zona vecina al siniestro, que se focalizó en la reserva de Valeria del Mar, inmediaciones de la estación de servicio YPF, en cercanía al casino y lugares como los fondos de un conocido comercio que se dedica a la venta de materiales de construcción. El área afectada sería de 50 hectáreas y se centralizó en la reserva mencionada amenazando propagarse en función de los cambios en la dirección del viento.

El concepto de intencional sirvió de herramienta política y llega justo en un momento clave del primer año de mandato de Yeza, donde la caída de imagen de su gestión es abrupta y libre. Por ende, la palabra intencional es muy probable que se haya usado, en este caso, intencionalmente o no.

“Tal vez peco de paranoico pero creo que puede haber mala intención, porque, además, en las últimas dos semanas se están produciendo delitos que no son habituales en otras épocas del año en esta zona”, admitió el intendente en otra de sus declaraciones.

Otra vez el fenómeno de la desestabilización volvió a sobrevolar Pinamar. Nuevamente una cuestión política intentaba cobrar en vano protagonismo dejando de lado a los verdaderos héroes de la jornada.

PALABRAS AUTORIZADAS

A menos de 24 horas de ocurrido el siniestro, Hugo Curuchet, jefe del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Pinamar, recorría la zona para analizar la situación.
–¿Cuántas personas participaron del operativo?

–Intervinieron 120 bomberos y 25 unidades, que vinieron desde Mar Chiquita, General Lavalle, Madariaga, Partido de la Costa, Gesell; personal municipal; personal de Defensa Civil; todas las fuerzas policiales de Pinamar y ni hablar del pueblo, que trabajaron a balde y pala; fue impresionante. Desde bomberos teníamos miedo de que alguno se quemara o se lastimara, pero por suerte no pasó nada, todo salió bien. Gracias a Dios, se salvaron las casas. Yo, en este momento, estuve detrás de las casas que estuvieron en mayor peligro, en la calle Arcachón.

–¿Esto vendría a ser cerca de Defensores de Valeria, donde hay casas?

–No, yo estuve más cerca del destacamento de Bomberos.

–¿Tuvieron importancia los tanques de agua, que siempre se está analizando si están en condiciones o no?

–Sí, totalmente, porque ahí recargaban las autobombas y los camiones municipales que surtían también a las autobombas. En realidad, no dio abasto, pero la gente empezó a sacar agua de las piletas; nosotros tenemos material suficiente para hacerlo, ya que poseemos motobombas.

–¿Más allá de la satisfacción del valor humano, qué aprendizaje nos queda de todo esto? ¿Han tenido en cuenta el tema de los senderos?

–Siempre, después de una desgracia como esta, aparecen cosas para hacer; pero sí, fundamentalmente, hay que trabajar en la prevención, en la concientización de la gente, que el bosque es una bomba de tiempo por la sequía, por la cantidad de monte, por la cercanía de las casas contra la forestación. Y sí, sería muy bueno poder contar con suministros de agua, más bocas de incendio en lugares y tener junto a esos lugares lo que nos ayuda a nosotros a cargar las autobombas.

–¿No hubo que lamentar heridos, más allá de la inhalación de humo, no?

–Gracias a Dios, no hubo víctimas. Lamentablemente, perdimos completa una autobomba: perdimos un unimog, que se nos quemó completo.

–¿Cómo fueron las últimas 24 horas de Hugo Curuchet? ¿Cuántas horas le dedicaste al sueño?

–Como tuve que atender a todos los medios, llegué a eso de las 4 de la mañana a mi casa y recién ahí pude tomar un baño y descansar un poco. De todos modos quiero agradecer a todos los que me llamaron, porque gracias a ellos el pueblo se entera de la labor que hace Bomberos y de la importancia que tenemos como institución.

–¿Va a haber alguna conferencia de prensa?¿Algún informe?

–Seguramente, en algún momento, con Jorge Damato, titular de Defensa Civil, lo hagamos, sobre todo para concientizar en el manejo del fuego y a la vez explicar, sobre todo porque hay mucha gente que se queja por la sirena, pero es el único medio que tenemos para una comunicación masiva y rápida.

–La sirena nos sirve para corrernos porque sabemos que vienen los bomberos a tomar su puesto.

–La sirena es algo muy importante: primero, alerta a toda la población de que hay un incendio, que va a pasar la autobomba y, además, psicológicamente, pone en situación de alerta al bombero.

Gustavo Milanesi, presidente del Cuerpo de Bomberos de Pinamar, también de recorrida, hizo su aporte acerca del hecho.
–¿Cuál es la primera conclusión transitando, las primeras horas del “día después”?

–Siempre se hacen evaluaciones, pero con semejante magnitud y diferentes situaciones de riesgo hay que estar preparado pero con esa incertidumbre. Ayer [por el lunes], de no haber dado vuelta el viento, hubiera sido un desastre. Entonces sí, la evaluación habitualmente se hace y se queda alerta, la seguridad es preventiva. Así que lo que sirve es estar alerta y presto para salir.

–Esto seguramente les ha traído un desgaste físico importante, porque ya venían con un par de alarmas, en el día anterior o dos días antes…

–Veníamos saliendo bastante seguido porque la gente quemaba las ramas en las calles y, bueno, el viento iba originando los incendios.

–¿Cuando hablamos de intencional, no siempre es que se hace en contra de alguien, sino que hay desidia o desconocimiento?

–Sí. Cuando hay pinos es muy volátil. Las piñas y la pinocha, encendidas, vuelan y hacen un foco en un ratito. Es arduo, pero bueno, la capacidad, la decisión y las ganas que han tenido los bomberos junto a los vecinos que vinieron a ayudar, como nuestros pibes…, hay que hacerles un monumento.

–¿Qué lección para los aspirantes, no? Que vieron a gente de la reserva volviendo al ruedo.

–Sí, es cierto, gente de la reserva que se calzó las botas nuevamente y ayudó; ésa es el alma del bombero.

–En algunas charlas, Bomberos ha aconsejado trabajar con los árboles y ramas caídas, o senderos dentro del bosque. ¿En qué estado está?

–Eso lo empieza Luis Barbieri en un momento y no ha podido avanzar. Es muy difícil hacer entender a algunos la importancia de esto. Pasa con la sirena, que yo sé que molesta, pero es fundamental.

–Estuve en tres charlas con Barbieri por la necesidad de abrir senderos en Cariló y siempre el resultado ha sido nulo.

–Esperemos que esto dé la alarma, y podamos concretar algo.

Jorge Damato, coordinador de Defensa Civil de Pinamar, sostuvo que el incendio se originó en tres focos en simultáneo: cerca de la estación de servicio YPF sobre la Ruta 11, detrás del viejo Casino de Valeria del Mar, y en el interior de La Reserva.
–¿Cuál es una de las claves de haber sofocado un incendio de esta magnitud?

–En parte a la gente que fue partícipe de la defensa civil que se pusieron de acuerdo formando cadenas humanas trasladando agua y enfriando las zonas calientes que quedaban tras la salida de Bomberos.

–Qué bautismo para Defensa Civil.

–Es el primer incendio de Defensa Civil. Oscar Villegas venía anticipando esto, que estábamos en zona caliente, por la cuestión climática.

–¿Estuvo a punto de extenderse a Cariló?

–Podría haber pasado cualquier cosa. Comenzó atrás del Casino de Valeria y si no se iba cortando podría haber avanzado para cualquier lado. Esto no es una ciudad y hay que salir con las cisternas y hay que ir a cargarlos y volver para cargarlos nuevamente: continuo movimiento. Si cada uno hace su parte, todo sale bien. Bomberos trabajó impecablemente, organizando todo y a todos, incluso las dotaciones que venían de otros lados, así como a los municipales, la policía y a los vecinos.

–¿La llegada de los aviones fue determinante?

–No. Lo determinante fue la acción de Bomberos, que preservó primero a la gente y las casas. Cada uno formó parte de un equipo que trabajó por el bien común. Acá estaban todos: empleados, funcionarios. Todos paleando al costado. Todos trabajando para el equipo. Fue un trabajo intenso de toda la comunidad. Ayer nos dimos cuenta de que todo el trabajo previo, la concientización, el seguimiento del clima, todo eso, más el profesionalismo de Bomberos, dio frutos.

–¿Hay un protocolo para estas ocasiones?

–Hay uno interno, pero la comunidad está captando la idea de autoprotección, esa idea de que, al protegerse cada uno, se está protegiendo al otro. Ayer [por el lunes] todos fueron a colaborar se acercaban y preguntaban en qué se podía ayudar.

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LOS PROTAGONISTAS
Queda como saldo sacar conclusiones acerca de si Pinamar estaba preparada para un siniestro de semejante magnitud, si teníamos un protocolo acorde a las circunstancias y si había lo necesario para proveer de agua a los servidores públicos encargados. Si había senderos de acceso y si los depósitos de agua estaban en condiciones.

Pero más allá de estas especulaciones tardías, está el esfuerzo de los bomberos, de los nuestros, de los que se acercaron desde otros puntos de la región, de los más bisoños y los más veteranos que volvieron a cargarse las botas y el resto del equipo y se volvieron a comprometer con la comunidad. Un esfuerzo denodado y un accionar sin desmayos. Lo que todos ya sabíamos pero de manera conjunta y ante una situación límite.

Estuvo la policía en sus diferentes versiones, el personal de salud y los trabajadores municipales que no dudaron a la hora de sumar y de encaramarse en una máquina para mover la arena rebelde y allanar el camino.

Y, de manera sorprendente y emocionante, diríamos sobrecogedora, la decidida acción de los vecinos. De los hijos de pioneros, de los que llegaron ayer, de los que cruzaron una frontera y se arraigaron con sus costumbres de la montaña al mar, estuvieron trabajando juntos con los de un peldaño económico superior, buscando palas, baldes o poniendo su camioneta. Respondiendo a un sentimiento atávico el de cuidar su espacio, su tierra, el lugar de sus hijos, de sus padres y de su familia. Todos tiraron juntos, hablando lo mínimo, entendiéndose con la mirada si había que aflojar un alambrado, hacer un pasamanos de baldes de agua o de armar un cortafuego antes de que la situación empeorara.

La comunidad, organizada y unida, demostró que solo se moviliza por lo que cree poder solucionar, por lo que realmente considera importante. Son los mismos que le han dado la espalda a una clase política charlatana y colorida que de a poco se destiñe ante el discurso que se desluce con el paso del tiempo y la inacción. Grandes y chicos, hombres y mujeres, demostraron que las cosas hay que hacerlas y les marcaron el camino a sus representantes. Esta vez el fuego fue combatido con más fuego, aquel que habita el interior de las personas de bien, más allá de diferencias y con un solo objetivo valedero.