Enviado por el Equipo de comunicación de la parroquia Ntra. Sra. de la Paz.
Fue el pasado domingo de Pentecostés la primera vez desde que rige la cuarentena por el coronavirus que la misa oficiada por el papa Francisco desde el altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro del Vaticano pudo ser seguida por los fieles que se acercaron a la plaza a escucharla, respetando las distancias físicas.
La festividad religiosa más importante después de la Pascua y la Navidad, celebrada 50 días después de que los cristianos conmemoramos la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles, marcó de este modo un hito en el recogimiento global que suscitó la declaración de la pandemia.
Se trata de aprovechar la presencia divina para superar este crucial momento, en el marco de un mundo que sufre, con nuevos ojos, mentes abiertas y con el corazón antes que nada.
“¿Cómo quieren salir ustedes? ¿Mejores o peores?”, retó el pontífice en el mensaje enviado con ocasión de la vigilia en línea de Pentecostés organizada por la Renovación Carismática Católica, e invocó, en tal sentido, al Espíritu Santo para que “nos cambie el corazón y nos ayude a salir mejores”.
Sostuvo que “tenemos por delante el deber de construir una realidad nueva” y que “cuando salgamos de esta pandemia, no podremos seguir haciendo lo que veníamos haciendo y como lo veníamos haciendo”.
Enfatizó: “No, todo será distinto. Todo el sufrimiento no habrá servido de nada si no construimos entre todos una sociedad más justa, más equitativa, más cristiana, no de nombre, sino en realidad, una realidad que nos lleva a una conducta cristiana”, añadió.
En la diócesis, se pusieron también en práctica algunos cambios en las transmisiones de las misas aunque ajustándose a los protocolos de prevención vigentes.
Así, en el domingo de Pentecostés acompañaron al padre Marcelo Panebianco los miembros de la congregación elegidos para leer en el altar los pasajes bíblicos seleccionados para la ocasión, a cuyos pedidos los fieles debían responder con la invocación: “Envía, Señor, tu Espíritu y renueva la faz de la tierra”.
En la homilía, el párroco de Pinamar explicó los miedos que nos asaltan al encontrarnos semiencerrados por el temor a una enfermedad, e instó a apoyarnos en el Espíritu que se desarrolla en cada uno para protegernos de las acechanzas y dar la bienvenida a una nueva ley del amor que llegue desde afuera.
Desde Mar del Plata, el obispo Gabriel Mestre lanzó una consigna concluyente: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.
Representó la consigna durante la homilía en tres breves puntos para orar:
–Que el Espíritu nos hace salir de nuestro encierro;
–que nos capacita para anunciar con audacia las maravillas de Dios, e
–invocar constantemente la presencia del Espíritu y que su camino sea el verdadero, fecundo, más feliz y hermoso para asumirlo.