Potuto… una historia muy profunda

Hoy se estrena la película de los pinamarenses. Luego de dos años de intenso trabajo y mucha expectativa, la primera función es hoy, viernes, a las 20.

Todo llega y todo pasa. Ya dejaron atrás la resolución de los problemas cotidianos, de evaluar la luz y las condiciones del clima y hasta de imaginar cómo será cuando se apaguen las luces del cine.

Unos minutos de espera que equivalen a la duración de un parpadeo, a un sinnúmero de esfuerzos condensados en imágenes que mantendrán la atención de un público anhelante por ver la película que hicieron los pinamarenses.

Para Pepe Cello es un paso muy importante en su carrera. Para el resto será la referencia de su vida. Los actores pensarán en esa escena lograda y qué acontecía en su vida personal. Cada uno, a medida que pase el tiempo, generará algo más que incorporará a la descripción del recuerdo. Todos y cada uno tendrán un hito íntimo con la producción que quizás nunca se conozca.

“Es una historia pinamarense. Tuve la suerte de, durante un tiempo, ir a tocar cuando estaban las reuniones de los pioneros: charlaban ellos, fue una maravilla. Había tenido la suerte muchos años atrás de trabajar en el guión de Bajamar y me había estudiado toda la vida de Gesell y cuando oí a los pioneros contar dije: ‘También hay una historia muy profunda’ y muy distinta, a pesar de ser la misma arena. Entre ellos fueron contando cosas que me empezaron a pegar, historias. Una vez la historia fue sobre un chiquito. Uno le dice al otro: ‘Qué sabes de ese chiquito, que lo tenías vos y lo tenía yo, que se habían ido los padres y había quedado abandonado’. En esa época parece que había un nene que iba de casa en casa, comía pero tenía algún inconveniente porque siempre se escapaba. Hasta que un día no lo vieron más, algunos dijeron que se lo habían llevado a Madariaga. Lo cierto es que hubo un reencuentro con un hermanastro, donde parece que la historia hace pie en el presente”, describe Pepe Cello.

La atmósfera que recrea es el 55, época de proscripción del peronismo, un tiempo de cambios. El protagonista tiene su propia realidad, una familia ensamblada pero con disfuncionalidades y este hermanastro que llega, con autismo, y empieza a transformar a esa familia.

Marisa Regalbuto (Marula) escucha atentamente y asiente, hasta que se hace una pausa, momento en el que interviene: “Estamos muy emocionados. La verdad que fue un trabajo muy duro y placentero al mismo tiempo. El estar haciendo un proyecto a pulmón y ver a medida que íbamos avanzando que la gente nos iba aportando y apoyando con lo que se nos ocurría que teníamos que hacer, es maravilloso. Íbamos haciendo todo a medida que se iba creando. Yo no pude ser muy objetiva. En su momento, cuando la vi, no pude parar de llorar. Es muy emocionante que todo eso que uno soñó esté hecho; es real, y ahora lo podemos mostrar. Yo hago la producción junto con Sergio Amato”.

El director agrega: “Esto nos llevó dos años ininterrumpidos, todos los fines de semana, porque durante la semana no podíamos hacer, por las actividades. Siempre concentrábamos todo para sábado y domingo y hay anécdotas maravillosas. Los pinamarenses estamos muy pendientes del clima y teníamos escenas de 80 kilómetros por hora escritas para una persona del muelle y la idea era que haya mucho viento y estábamos pendiente de cuándo llueve, y cuando todos guardaban los autos, nosotros salíamos felices a filmar. Ensayábamos con sol las escenas porque sabíamos que ese día no íbamos a poder filmar porque había tanto viento y ruido. Estábamos atentos a si llovía o hacía frio porque necesitábamos los personajes muy abrigados y con humito en la boca, así que salíamos a las 6 de la mañana en invierno. La película dura 112 minutos; estuvo pensada así, y eso creo que es una gran alegría porque está planificada desde el guión, desde la escritura”.

Una de las particularidades del film es que se fue editando a medida que se rodaba. “Veníamos de rodar y a los dos o tres días él ya empezaba a editar en su casa. Teníamos la fortuna de que el editor, el director y el escritor estaban en una misma persona”.

“Nosotros nos financiamos solos. Veíamos qué hacía falta e íbamos poniendo. Tuvimos la ayuda de toda la ciudad. Poníamos un cartel: ‘Necesitamos autos antiguos’, y cada tanto iban llamando, o iban parando, los corríamos y les contábamos y, cuando ya empezó a hacerse conocida la película, hicimos gorra en Cariló y una persona nos dejó mil pesos, con mucha buena energía para terminar. En esa década los guardavidas no tenían equipos, entonces utilizaban silbatos o el caracol cortado atrás, que se sopla y tiene un sonido muy fuerte, y con eso avisaban que alguien estaba en problemas. El nombre es pototo porque es el nombre del caracol cortado, así lo dice el personaje, pero en realidad el nombre real es potuto”, añade el realizador.

El estreno es esta noche, viernes 24, en el Teatro de la Torre. Habrá dos funciones, a las 20 y a las 23. El domingo 26 habrá una función a las 20. El valor de la entrada es un litro de leche larga vida, destinada al merendero del Club Nuevo Amanecer de Ostende.