Producción y consumo

En la actualidad nos encontramos inmersos en grandes contradicciones. Una es el consumo. Podemos hacer referencia al consumo de distintos productos, unos ilícitos y otros lícitos (pero que no por ello presentan menores problemáticas).

¿Qué es lo que consumimos a diario de forma masiva? Alimentos, artículos para el hogar, ropa, tecnología, etc….

Se podría pensar que los alimentos son necesarios para sobrevivir, es una cuestión biológica y natural. Pero la dificultad se presenta cuando el consumo de alimentos se encuentra influenciado por el mercado. En nuestro país y muchos otros, se consumen más alimentos de los necesarios para mantenernos con vida. Estamos hablando básicamente de productos de los que podríamos prescindir, pero estamos convencidos (debido a que invirtieron mucho dinero para ello) de que realmente los necesitamos. Es así que grandes marcas hacen su inversión mayoritaria en publicidad. Y debido a la exposición en diferentes medios masivos de comunicación nos encontramos viendo o escuchando una y otra vez el mismo mensaje… Terminamos creyendo que necesitamos una bebida gaseosa, para tener buenos momentos en familia, o la máquina de la felicidad… como publicita Coca Cola. Que un yogurt hace que “Pachorra no nos agarre”, porque es necesario estar activo, no se puede parar… si no cómo vamos a consumir. Si no somos productivos, no podemos comprar lo que nos están vendiendo… Y estos ejemplos eran de alimentos, pero si hablamos del resto… como la ropa, un invento para cubrir partes del cuerpo, o resistir climas fríos… Pero, gracias al mercado, nos encontramos con la moda: ya no es únicamente tela para cubrir el cuerpo, es qué y cómo la usamos. Por temporadas surgen nuevas “tendencias”, y “hay que estar a la moda”, parte también del engranaje que mantiene viva la producción. Y ni hablar de la tecnología: deseamos tener el último celular… y en unos meses ya es un modelo viejo…

El tener más… más y más, que nunca será suficiente porque el mercado siempre impondrá nuevas necesidades. Esta publicidad de que todo se puede tener, gozar… hace que el sujeto viva en una situación en la que no suele entender por qué él no se siente tan bien, tan completo, porque al adquirir determinado producto se aleja nuevamente el deseo… Ya se desea otra cosa.

Nos podríamos plantear… qué es lo que buscamos realmente con tener tal producto.

Mariela Castrillejo escribió una nota en Página 12 titulada “Llenos de nada”, donde plantea que, a diferencia del sujeto que estudió Freud, cuyos síntomas obedecían a la represión del deseo, el sujeto contemporáneo alojaría “un vacío que el consumo de objetos promete llenar”. Menciona aquí a Massimo Recalcati (psicólogo psicoanalista italiano), quien teorizó sobre la clínica del vacío: es una tesis que intenta definir la clínica de la época en que el Otro no existe. Es la clínica de lo demasiado lleno. Esta clínica indicaría una nueva configuración del lazo social en la época contemporánea, en la que vacila o fracasa la relación del sujeto con el Otro.

¿Será que en tener se busca pertenecer, tratar de establecer parte de ese lazo?

El lazo con otro es lo que nos hace sujetos, y en la actualidad, debido a las exigencias diarias, paradójicamente “no se encuentra el tiempo de encontrarnos con otro”. Como parte de la gran contradicción, cuando se supone que estamos más comunicados. Es cuando más nos cuesta hablar, decir, expresarnos, relacionarnos. Salir de la típica y también vacía pregunta: “¿Todo bien?”, donde ya en el enunciado se expresa lo que se quiere oír de respuesta: “¡Sí! ¡Todo bien!”. Es que no hay tiempo para estar mal… Hay que seguir, si no… ¿Cómo producimos?