¿Qué le regalo?...

El próximo domingo es el Día del Niño, pero… ¿qué es lo que se festeja?

Las Naciones Unidas establecieron el 20 de noviembre como el Día del Niño, jornada en la que se celebran y promueven los derechos de los más chicos y su bienestar general. La fecha fue elegida porque ese día de 1959 se adoptó la Declaración Universal de los Derechos del Niños y, en 1989, la Convención de los Derechos del Niño.

Originalmente en nuestro país la celebración era el primer domingo de agosto y comenzó en 1960 pero, a pedido de la Cámara del Juguete, en 2003 se pasó al segundo para potenciar el consumo. A partir de 2013, se lo postergó al tercero.

Lejos de hacer la promoción de los derechos de los niños, lo que sucede es el regalo. Siempre las festividades se tiñen con el poder del mercado, que hace que en tal celebración el acontecimiento mayor termine siendo el regalo. Pensémoslo en general, con la Navidad, Reyes, cumpleaños, etc. El foco se va para el lado de los regalos, olvidándose el espíritu de las fiestas.

Se presenta, entonces, la pregunta, entre los padres, tíos, abuelos, etc.: “¿Qué le regalo?”.

No es como antes, que, con suerte en Navidad, el día del cumpleaños, nos regalaban algún juguete. Ahora, no digo todos, pero los niños acceden a muchos juguetes. Fuera de las fiestas.

Entonces… regale tiempo, de juegos, risas y diversión.

De sentarse a leer un cuento, pero no ese que le dijeron en el cole, sino el que le guste.

De hacer con ellos, juntos, no hacerles… una casita para las muñecas, una pista de autos o lo que prefieran. Así aprenderá a valorarla, a cuidarla. Y cada vez que juegue recordará con quién la hizo.

Enséñenles a cocinar una torta o galletitas, alguna receta de familia, para que el día de mañana pase a sus hijos, o sobrinos. Y si en su familia no hay recetas… comience usted una tradición familiar.

Puede mostrarle cómo era el mundo infantil, antes de las tablets, y los juegos en red. Antes de los celulares, que enloquecen a niños y padres. Antes de la tecnología. No mantenerlos aparte, pero sí mostrarles que hay otro modo de disfrutar, que la imaginación está bueno usarla. Y que el mismo autito que usa para jugar en la pista puede convertirse en muchas otras cosas.

Aprovechemos que vivimos en un lugar tranquilo, y que tenemos patio la mayoría, o parque, para salir a jugar afuera…

Hay tanto que hacer para los niños, que enseñarles, para aprender con y de ellos. Pero más que nada estar con ellos.

Les dejo una reflexión:

Respira. Serás madre toda tu vida.
Enséñale las cosas importantes. Las de verdad.
A saltar en los charcos, a observar a los bichitos,
A dar besos de mariposa y abrazos muy fuertes.
No olvides esos abrazos y no se los niegues NUNCA:
puede que dentro de unos años los abrazos que añores
sean los que no le diste.
Dile cuánto le quieres siempre que lo pienses.
Déjale imaginar. Imagina con él.
Déjale llorar. Llora con él.
Las paredes se pueden volver a pintar.
Los objetos se rompen y se reemplazan continuamente.
Los gritos de mamá duelen para siempre.
Puedes fregar los platos más tarde. Mientras tú limpias, él crece.
Él no necesita tantos juguetes.
Trabaja menos y quiere más.
Y, sobre todo, respira. Serás madre toda tu vida.
Él sólo será niño una vez.