S.O.S.

Tremenda semana tuvimos en términos financieros. La última edición del semanario la escribí, recuerdo, con un dólar a 20 pesos y hoy sale con un dólar a 23. Cómo nos hacen difícil viajar a Miameee.

Que psicóticos que somos los argentinos con el tema del dólar. Donde mueve un poco su cotización, salimos disparados a los bancos y algunos opositores de cuarta, con la complicidad de algunos medios, ya piensan en De la Rúa. Qué boludos importantes y qué oposición bizarra que tenemos en nuestro país. Muchachos, tiremos todos para el mismo lado en ciertas cuestiones.

Estamos muy lejos de esa situación, por muchas razones. Tenemos un Banco Central más fuerte, con mayores reservas, un país que está creciendo (a pasos de tortuga pero va), un tipo de cambio flotante, se puede disponer de los depósitos, los bancos tiene buen encaje, mucha deuda propia en pesos y letras, mucha mayor inversión y la posibilidad de recurrir a deuda externa, en el caso de ser necesaria, como anunció esta semana The great Mauri para afrontar todos nuestros compromisos.

En relación a la devaluación que tuvimos estos días, hay que entender que era lógica y necesaria. Todos los países emergentes devaluaron, porque hubo una corrida hacia los bonos del Tesoro americano y se fortaleció el dólar. Además, como era de esperar, con un país con inflación de más de dos dígitos desde hace 20 años, el valor de la divisa sabemos que debería ser mayor al actual. El problema, como todo en nuestro país, es que se hace de golpe. Somos campeones mundiales en golpes de timón. Si el dólar hubiera subido 20 centavos por mes hasta llegar a este valor, no pasaba nada. Ahora subió 8% en un día y ya explota todo (pará un poquito, extremista financiero).

Cuando asumió, hace más de dos años, nuestro querido presidente, principalmente las modificaciones que tenía que hacer eran de orden fiscal, ya que veníamos con un creciente y constante déficit fiscal, y acortarlo es fundamental para el orden de cualquier política económica seria (¿entendés que gastar menos de lo que generás es clave?). Se recibieron cuentas públicas fuera de control, un Banco Central desfondado y una montaña de subsidios imbancable y con una matriz energética quebrada. A eso había que sumarle la solución a la reparación histórica a jubilados y al aumento de asignaciones y subisidios. Sumale la guita que gastamos en el exterior todos los años, más intereses de deuda, más importaciones y te puedo asegurar que es un cóctel complicado. Más de 40 mil millones de dólares al año que no tenemos. Todo esto, obviamente, sale guita y de algún lado había que sacarla. Si a eso le sumamos la cantidad de obras públicas que se hicieron en los últimos dos años (no tantas como las que hizo Truman Show Scioli), evidentemente tenías dos opciones. Endeudarte internamente, poner cierto gradualismo en el ajuste, intentar bajar la inflación, bajar muy despacio el déficit fiscal y crecer de a poco (Plan A), o empezar a pedir afuera a los chicos malos y ajustarte mas aún (Plan B). Cualquier argentino que tenga la edad suficiente para recordar las épocas de los acuerdos “stand by” sabe que el FMI no da dinero sin poner condiciones (es lógico, son financistas, no cooperativistas). Creo que acá si le pedimos guita, los que la van a pasar peor son los empleados públicos (algunos se lo merecen), los jubilados, los beneficiarios estructurales de planes sociales, cierta parte de la educación y gran parte de la obra pública. Cuando pedís ayuda, te arrodillás. Sabelo. Después de quince años volvemos al Fondo. Podríamos pensar que el futuro repite el pasado, pero también debemos reconocer que son situaciones y coyunturas totalmente distintas.

Bueno, creo que tengo malas noticias. El Plan A no caminó muy bien.

Todo este problema económico, sobre todo nuestro, va de la mano de otro, común a muchos: el impacto de la suba de la tasa de interés norteamericana. Un combo de crédito caro y fuga de capitales que acá precipitó cierta crisis que se veía venir. Se sabía que Trump iba a tener una política más proteccionista, con lo cual el hecho de elevar la tasas de los bonos del Tesoro norteamericano hizo que muchos inversores se deshicieran de sus inversiones en países tercemundistas como el nuestro (donde ya hicieron mucha más guita que la que imaginaron) y se tomaran el palo back to America.

Hoy el país necesita financiamiento como el pan y está el riesgo de que parte de los $680.000 millones en Lebacs que vencen la semana próxima no sea renovada y vaya al dólar (con la nueva tasa de Lebacs, es difícil, pero puede suceder). Además, los bonos argentinos se están desplomando y la confianza en la Argentina, también, lo cual es preocupante porque después no te va a prestar plata ni Abraham. Este escenario (posta) no lo imaginaban con este gobierno. Uno podía presuponer ciertas políticas básicas y sistemáticas de parte de estos sectores de gobierno, pero no que el mercado les iba a dar la espalda. Eso me hace reflexionar que el capital no tiene amigos, ni patrias ni banderas. Va donde va la guita. Punto. No strings Attached.

Hay algo que es cierto: es toda esta movida de solicitar plata al FMI. El mensaje que el Gobierno intenta dar, para traer calma a los mercados y a los inversores, es que no podría haber default, ya que con estos fondos podría cubrir hasta fines del año que viene todos los vencimientos de deuda (capital más intereses). El contexto mundial está cambiando y uno tiene que saber adaptarse para no quedar afuera y tener una economía más fortalecida. Hoy, como estamos, necesitamos ayuda, aunque sea de emergencia.