Anahí Benítez tenía 16 años y era buscada por su familia luego de que salió a caminar una tarde y desapareció.
El cuerpo fue hallado, unos días luego, en la reserva Santa Catalina de Lomas de Zamora. En su búsqueda también dieron con otros cuerpos y al cierre de esta edición no hay datos claros sobre esta escandalosa información. El femicidio de Anahí generó nuevas marchas en algunos puntos del país, pero no tanto como Lucía de Mar del Plata o Micaela de Entre Ríos. Mientras tanto, las noticias siguen llegando. Hoy se buscan otras chicas desaparecidas y fueron hallados otros cuerpos en localidades como San Miguel del Monte (provincia de Buenos Aires) pero no son noticia en los medios, o la cantidad de información a diario es tal que el efecto se pierde. ¿Qué nos está pasando? ¿Estamos naturalizando estas noticias? ¿El exceso de información nos envuelve en apatía social? ¿Qué motivos llevan a marchar en las calles por un femicidio y por otro no? Las redes sociales hoy son una plaza virtual donde nos encontramos, debatimos, participamos, consumimos y hasta creamos información. Pero su efecto es también ilusorio cuando creemos estar siendo activos en esa realidad que influenciamos, cuando, en realidad, ese espacio es netamente virtual. Los movimientos sociales han sido históricamente agentes de cambio y lucha. Una sociedad que deja de moverse, de marchar, que naturaliza lo irracional… ¿es una sociedad que empieza a morir? “Los reiterados femicidios dan cuenta de una sociedad intolerante, que naturaliza patrones de enfermedad (adaptación pasiva a la realidad) y que necesita con suma urgencia trabajar arduamente sobre la prevención de noviazgos violentos en los adolescentes, empoderamiento de niñas y mujeres y cambios de roles de los hombres. ¡S.O.S.! en busca de una sociedad adaptada activamente a la realidad!”, publica Noelia de la Fuente, psicóloga social especializada en mediación y resolución de conflictos. Nos debemos estas preguntas, nos debemos la reflexión y la urgencia de una respuesta ante una sociedad que parece deshumanizarse. Ya lo dijo Henrik Ibsen, dramaturgo y poeta noruego del siglo XIX: “Nuestra sociedad es masculina, y hasta que no entre en ella la mujer, no será humana”.
¡Socorro! Se busca… sociedad humanizada.