Sobre la división de poderes

Si bien el concepto tiene que ver con la independencia del Legislativo y del Ejecutivo, en este caso, a partir del cambio de presidencia en el Concejo, las diferencias se pueden agudizar.

Después de las elecciones de octubre, se suponía que la relación entre los poderes Ejecutivo y Legislativo del Municipio se iría tensando poco a poco, ya que, con una mayoría opositora, las cosas no resultarían tan sencillas como en los dos primeros años. La decisión de los ediles del FPV y de Propin de no acompañar la propuesta de designar a Rafael de Vito (h) como presidente, terminó por acelerar lo esperado: un sinfín de idas y vueltas tendientes a complicar la gestión de las nuevas autoridades del HCD se suscitó con rapidez a partir del 11 de diciembre.

Desde el mismo día de asunción de las nuevas autoridades se pudieron ver las caras largas del oficialismo: desde el intendente, Martín Yeza, hasta los concejales y funcionarios, nadie parecía entender cómo habían perdido la presidencia del HCD a manos de la oposición. Apenas terminada la elección, el jefe comunal se retiró. Las fotos del día lo registran cabizbajo, como si hubiera comprendido de golpe las ventajas de los años transcurridos y lo complejos que pueden resultar los que restan. Los concejales Augusto Urrizola, Alejandra Apolonio y Rafael de Vito, insistieron en la teoría del “arrebato”: que no se respetaba la decisión popular y se les “arrebataba” la presidencia, como si a fuerza de insistir se pudiera torcer una decisión, a todas luces, tomada de antemano. La presidente saliente, Mercedes Taurizano se mostraba shockeada, pero aún así, desde el costado del recinto, seguía dando instrucciones.

El impacto duró solo ese día, porque las reacciones fueron inmediatas. Al día siguiente apareció un veto que afectaba a una consejera escolar saliente de Propin. Dos días más tarde, una serie de contratiempos amenazó con impedir el desarrollo de la audiencia pública de Montemar. Según parece, en el apuro, antes del cambio de conformación, se ajustaron demasiado los tiempos y, en el trajín de intentar evitar que la oposición accediera a la presidencia, a Taurizano se le olvidó que la ordenanza que llamaba a audiencia debía salir con premura, por lo que el Ejecutivo recién recibió la norma el día anterior a la fecha para la que los participantes habían sido convocados. Sin hacer demasiado escándalo, las nuevas autoridades del HCD salieron del paso informando lo ocurrido, y pasando a un cuarto intermedio este procedimiento. Sin embargo, el “desliz” de la presidente saliente es curioso porque, dado el cambio de autoridades en medio, hace preguntarse si no tuvo un cariz intencional.

Las reacciones continuaron al día siguiente de la fallida audiencia pública. En la primera sesión bajo la presidencia de la vecinalista Gabriela Ferretti, los concejales oficialistas no dudaron en remarcarle errores sencillos de funcionamiento, tal vez en un intento por demostrar que las cosas hubieran funcionado mejor con una presidencia de Cambiemos. Claramente, la nueva presidente del HCD deberá pisar con cuidado por donde camina porque, al parecer, hay varios ediles a la espera de su caída.

Las relaciones entre el HCD y el DE nunca fueron excelentes, a pesar de que hasta este 11 de diciembre ambos poderes respondían a la misma fuerza política. Los funcionarios de Shaw 18 siempre trataron al Concejo como a ese primo molesto que hay que soportar en las fiestas familiares. Sin embargo, es probable que terminen extrañando a aquel pariente fastidioso… Hoy, con una presidencia opositora, las cosas prometen ser complejas, por lo que, en mayor o menor medida, todo apunta a que las relaciones se volverán cada vez más tensas entre los dos poderes.

La reacción fue clara: que Cambiemos haya perdido la presidencia tendrá consecuencias. Al mejor estilo de un monarca caprichoso, cada acto considerado en contra del soberano amenaza ser castigado. Aún hay tiempo para demostrar lo contrario. Aún puede tratarse de un “enojo” pasajero y corregir el rumbo, porque es fundamental que cualquiera que ejerza un poder democrático comprenda que representa a todos los integrantes de la comunidad en la que está inmerso, a aquellos que lo votaron, que lo siguen y admiran, y a aquellos que no, también.