“Somos todo uno”

La mirada de una vecina pinamarense se posa en el hecho histórico en que Pinamar fue escindido del Partido de General Madariaga. Algo así como un fallido intento de hacernos odiar.

Cristina Cóccari de Linares es historiadora, investiga orígenes y recorridos, indaga en documentos y antiguas fotografías que atesora, y es una atenta oyente de historias y testimonios de la época fundacional de los Montes Grandes y la zona del Tuyú. Hace unos días Pinamar, Gesell, y La Costa conmemoraron sus nacimientos.

Apelando a la gentileza y generosidad habitual de Cristina, la consultamos acerca de cómo se vivió ese momento tan particular.

“Yo vivía allá, era parte de la población de Madariaga, viví desde adentro la sorpresa de mi pueblo porque, poco a poco, la gente se fue enterando de que había un propósito, pero había un hermetismo provincial, y ese propósito estaba muy oculto. Estaba el gobierno de facto de Ibérico Saint Jean [en la Provincia] y se sabía que iba a haber una gran oposición por parte de Madariaga. Fue el partido Radical el que llevó adelante toda la lucha de oposición contra el cercenamiento, lo que se llamó en ese momento un despojo territorial”, repasa.

Según su criterio, la medida es discutible o no, pero habría sido diferente si se hubiera evaluado el sentir popular, la opinión comunitaria. Es más, en su apreciación entiende que no sería atribución de un gobierno de facto tal determinación de modificar el territorio, para inferir que en realidad existirían otros motivos políticos, que guiaban los pasos de los uniformados.

“Yo lo viví desde adentro y nunca tuve una opinión contraria a la división, tampoco a favor. Estábamos viviendo el estupor del momento. El hecho de ver que Ibérico Saint Jean, una persona que desconocía la realidad del territorio, que de golpe sentado en un escritorio agarró una regla y trazó una raya en la Ruta 11 y dijo ‘de acá para acá Municipio Urbano de Pinamar y de acá para acá Municipio Urbano de Villa Gesell, y de acá para acá sigue el Partido de General Madariaga como era’. Y ¿qué es un municipio urbano? Que solamente la parte de médanos y urbanizada formaba parte del municipio. A partir de ese momento hasta el día de hoy empezaron nuestros problemas (estoy hablando de Pinamar como pinamarense), de no tener territorio para nuestra basura, para nuestros desechos orgánicos, no podíamos ni tener una quinta, ni autoabastecernos como población. Nada. Pasamos a depender totalmente del que había sido nuestro partido, General Madariaga”, agrega.

Cristina Cóccari es madariaguense. Vivió 47 años en su pueblo y ante el concepto de una separación se pregunta y nos pregunta: “Quién plantó los arbolitos en los médanos? ¿Quién construyó las primeras edificaciones que se hicieron en Pinamar? Por ejemplo, las primeras construcciones, el hotel Playas, la torre de agua, las primeras instalaciones, la hostería, las casitas de la 42, las primeras edificaciones, del año 39 al año 43, las hicieron los de Madariaga. Gorki Cóccari, con su empresa constructora, fue quien vino a construir, y transportaban en carro o a veces el ferrocarril que llegaba a Juancho, y de allí se traía en carro porque era puro médano; y fue la gente de Madariaga. Los apellidos que tenemos en Pinamar de los más antiguos pobladores eran de Madariaga. Éramos un solo partido y era como una incitación a odiarnos. Somos todo uno. Las familias de acá, los que somos oriundos de Madariaga tenemos las raíces, algunos tenemos familia, hermanos, abuelos y otros tenemos los amigos, aquellos con los que hemos trabajado o vivimos en el barrio y viajamos todo lo que podemos para visitarnos. Es así. Somos uno solo. Madariaga tenía todas las playas, la de Gesell y la de Pinamar, y en este momento estoy viviendo en la playa de mi pueblo. Yo no puedo desarmar ese esquema”.

Cristina Cóccari nos invita a rememorar y lo hace al rescatar del olvido aquellos días de su niñez cuando visitaba la casa de sus abuelos en Pinamar. Aquellos días felices que tenían que ver con la finalización de las clases y el comienzo de las vacaciones.

Dice: “Cuando éramos libres de correr y llegar al viento, sacar almejas, era una maravilla venir a Pinamar. Amaba y amo tanto a Pinamar. Y después era volver al pueblo y era la vida normal, de los amigos y las caras de siempre. Así que hubo muchos como yo, que no vivieron con disgusto nada de lo que pasó porque eran cuestiones políticas, no separaba a la gente, no dividía los afectos. Se creó un partido y se liberó a Madariaga de la carga enorme que estaban siendo los municipios, los edificios de propiedad horizontal, que en los años 70 se dispararon y descontrolaron, incluso al gobierno de facto le traían los planos y los firmaba. Era cualquier cosa lo que estaba sucediendo. Una muestra de eso es la Avenida de las Artes, con un edificio al lado del otro. Se empezaron a derribar las casitas de veraneo, a talar los árboles. Pero bueno, es el progreso. Lo que está hecho está bien; hay que rodearlo de infraestructura y seguir adelante. Los pueblos tienen su historia y de la historia no se vuelve atrás. Y lo que estuvo hecho, estuvo desprolijo y apresurado, no hubo una consulta pero ya está, está bien, y es hermoso hoy en día que podamos mandarnos por nuestras propias normas”.