TRAIL RUNNING

Atletas locales demostraron su calidad todoterreno en una exigente prueba donde se evidenció su alta profesionalidad, producto de una preparación a conciencia.

El Raid de los Andes es una carrera en etapas. Al cabo de tres días (5, 6 y 7 de mayo pasados) los casi 2500 corredores que participaron de la octava edición recorren los poco más de 60 km que acumulan la sumatoria de cada una de sus tres etapas.

La primera se desarrolla a la largo de un tramo del recorrido del Tren de la Nubes, en Salta, concretamente entre las estaciones Chorrillos y Campo Quijano, con una extensión de 28 km. Estos aventureros deben sortear todo tipo de accidentes naturales, descensos sobre rocas, ascensos por escarpadas pendientes, cruzar ríos, sortear puentes de ferrocarril elevados a los saltos entre durmientes y cruzar túneles lo suficientemente largos como para que sea necesario ayudarse con una linterna, ya que la luz se ausenta por completo durante la mayoría de su extensión.

Para correr la segunda etapa los participantes debieron trasladarse a la provincia de Jujuy, ya que este segundo día la etapa recorre los 22 km que separan el pueblo de Tumbaya de la pintoresca Purmamarca, con el imponente marco que otorga un fondo fotográfico como lo es el Cerro Siete Colores. Es la más dura de las tres, ya que consta básicamente de un ascenso constante. Solo los últimos 5 km son de desnivel negativo, pero no por ello menos sencillo, ya que las características del terreno hacen muy difícil el correr a ritmo, y concretamente este es el lugar donde aquellos que aspiran a una ubicación destacada deben lograr descontar el tiempo necesario para lograr su cometido.

El broche de oro, la tercera etapa, se corre en la Salina Grande, a casi 3500 m de sobre el nivel del mar. De tan solo 10 km, pero que por la escasez de oxígeno que impera a esa altura hace difícil, y en casos imposible, correr a un ritmo que se aproxime al deseado. Fueron varios, incluso de aquellos que peleaban por ubicarse entre las primeras ubicaciones, los que subestimaron la complejidad de esta etapa y debieron pagarlo en el mejor de los casos con tiempos superiores a los planificados y en los peores con principio de mal de altura o “apunamiento”, como se suele denominar a esta situación.

Siete pinamarenses completaron el difícil circuito, con una variada gama, tanto de edades, como de preparación y expectativas. Pero en todos los casos el balance fue decididamente positivo, ya que en primer lugar el solo poder finalizar tan exigente reto es en sí un gran logro teniendo en cuenta que no son pocos los que claudican en pleno intento.

Entre los destacados mencionamos a Sebastián Lucero, que completó las tres etapas en 5:14:58 hs, ubicándose en el puesto 24 de la general entre 1758 corredores individuales y sexto en la categoría de 41 a 50 años. Digna de mención es sin lugar a dudas la actuación de Guillermo Lo Coco, que sin experiencia en este tipo de competencias terminó posicionándose en el puesto 42 de la general y undécimo en la misma categoría que Lucero, al culminar el trayecto total con un tiempo acumulado de 5:31:54 hs.

Como ya nos tiene acostumbrados, la reconocida atleta local Candela Cerrone se lució entre las mujeres siendo el séptimo mejor tiempo entre las de su género, sexta en su categoría (hasta 40 años) y logrando ubicarse en la general de carrera (hombres y mujeres) en el puesto 83 con un tiempo acumulado de 5:52:02 hs.

Completaron el equipo de pinamarenses Néstor Espinoza, Nancy Navarro, Sandra Díaz y Alberto Manella.