Todavía me dura la euforia por la merecida y...

Todavía me dura la euforia por la merecida y meritoria clasificación al próximo mundial a disputarse en la democrática Rusia. Como es de costumbre, todas las buenas noticias o todas aquellas medidas rimbombantes sirven para ocultar otras situaciones que los gobiernos prefieren establecer sottovoce.

La semana antepasada Da National Government presentó el plan que pretende impulsar mayor eficiencia y mejor tecnología en los hospitales estatales. Este plan denominado CUS (Cobertura Universal de Salud) comenzó en la provincia de Mendoza y podría llegar al territorio bonaerense en los próximos meses (próximamente tendremos Pinamar Memorial Hospital).

La CUS fue presentada por el Gobierno nacional con el fin de garantizar el derecho a la salud para unos quince millones de personas sin prepaga ni obra social (esteeee… perooooo… ¿eso ya no estaba garantizado, digo, como por el librito denominado Constitución Nacional?). Definitivamente tenemos que modificar la Constitución, como todo buen facho de ley, para que se atiendan quienes estén al día con sus impuestos y sean residentes de nuestro suelo. Es decir, si te fracturaste y debés monotributo, te vendamos con una remera vieja y te damos un chupetin para el camino de regreso.

El programa pretende poner al alcance del paciente del sector público un trato equivalente al brindado en el sector privado: (ja, ja, ja, ja… recorran las clínicas del interior del país) turnos online y telefónicos, línea 0800 para derivaciones y acceso a atención primaria y especializada, evitándose las habituales colas de madrugada en los hospitales y previniendo el malestar que ello genera a profesionales y enfermos (todo esto, bien cheto y pro, como corresponde). El tema es que, como diría nuestra ministra Stanley, si no hay colas de madrugada les arruinamos la changa a los vendedores de chipá (no sean tan crueles).

El plan pretende ir reduciendo el modelo actual haciendo que cada paciente tenga una historia clínica digitalizada, con acceso desde cualquier punto del país. No tenemos conectividad en las rutas pero pretenden llegar a todo el país con este sistema. Lo que permitirá esto es que los argentinos puedan atenderse en urgencias, además de recibir tratamientos o cirugías en cualquier parte, sin necesidad de trasladarse (me reía cuando escribí “los argentinos”. Qué discriminador que soy. “Todos los habitantes de suelo argentino”, debería haber escrito). Debería…

La realidad es que esto, al margen de la implementación, me hizo pensar en qué tipo de sistema de salud tenemos y cuál necesitamos.

En líneas generales, en el mundo tenemos dos bandos de la salud (tranquilamente podría haber dicho “bandas”, ya que sabemos el negocio que genera lo referido a la salud).

Por un lado tenemos el sistema capitalista de EEUU (recuerden ponerse de pie con la mano en el corazón) como máximo exponente de un negocio bastante rentable de la salud. Por otro lado podríamos tener a la tierra del Che, como máximo exponente de tener un sistema de líderes ricos y habitantes pobres pero sanos y cuidados. Todo sirve.

En Argentina hoy creo que tenemos un sistema mixto en su forma. Conviven todos en la misma casa de gran hermano. Tenemos obras sociales, con sus mafias prepagas con sus aranceles impagables para la gran mayoría e instituciones públicas (paupérrimas) dependientes de autoridades nacionales, provinciales y municipales. De contenido propiamente dicho, los servicios de la salud pública, además de ser insuficientes de base con profesionales pésimamente remunerados, han sufrido un enorme deterioro y en estos últimos años (décadas, en verdad) se han visto francamente beneficiadas las obras sociales sindicales manejadas por la burocracia sindical. Es decir, tenemos gordos sindicales con hoteles, inversiones millonarias, pero libres y con causas judiciales para todos los gustos. Recuerden la mafia de las obras sociales.

En materia de salud pública, la atención primaria es casi inexistente, la desarticulación entre los organismos es total, y la desinversión, una de las principales causas.

Ahora bien, en este último punto quería detenerme. ¿Es justo que todos los habitantes del suelo argentino reciban la misma calidad de atención en lo referido a la salud? Bancá, zurdo, que sé que está garantizado por la CN (si sabés leer, lo escribí más arriba). A lo que me refiero es a que el sistema de salud es deficitario, donde tenemos presupuestos insostenibles donde la salud en muchos casos se lleva más de 30% del mismo, donde no hay control ni exigencia alguna en cuanto a la prestación de cualquier tipo de servicio. Es un debate similar al de la jubilación. No aportaste nunca, laburaste siempre por fuera de la ley, pero la culpa es del Estado y te tenés que jubilar igual. Contentos están los que aportaron toda la vida.

Entiendo que el debate es amplio, pero creo que lo que el gobierno quiere implementar es correcto, ya que de esta forma se podría dar mayor eficiencia a los recuerdos de la salud, llevándolos a quien más los necesita. Hoy estacionás tu Hilux en la puerta del hospital, pero no pagás ni un bono colaboración. Los hospitales están desbordados porque no se exige ni se cobra por consulta ni por medicamentos. El mundo cambió y nosotros seguimos con un sistema de salud arcaico, desactualizado, sin inversión y sin profesionalización del servicio.

Tenemos excelentes profesionales, excelentes instituciones formativas de los mismos, pero no hay recursos ni infraestructura acorde a lo que se necesita para brindar un servicio de primer mundo.

Por supuesto que la salud es cara. Por supuesto que todos tenemos derecho a ser atendidos, pero no todos tenemos los mismos derechos en relación al cumplimiento de distintas obligaciones. Si queremos una sociedad justa, también tenemos que tener justicia con los recursos de la salud.

Ya no puedo escribir más a la derecha por que me caigo del escritorio, pero el concepto entiendo que es valido y sujeto a debate. Espero que mi amigo MG, promesa de la política local, esté de acuerdo esta vez en más del 70%.

Nosotros exigimos y pretendemos cuidados y atenciones médicas de calidad, pero en general no estamos dispuestos a pagar por ello. No estamos dispuestos a tener profesionales pagos y con recursos acordes a las necesidades. Así, My dear friend, our healthcare has death sentence.