Trade up or die

Como bien sabemos, esta semana y parte de la anterior, nuestra principal variable psicológica de característica económica (el billete verde, obviamente), sufrió cierta alteración, lo que despertó la inquietud del ciudadano común (porque de más está decir que con estas variaciones siempre hay buitres merodeando el sistema financiero, el cual vive una pequeña fiesta hace años, a la cual no nos invita ni nos va a invitar por pobres). Aceptalo.

Hago esta mención porque una consecuencia de la variable del tipo de cambio es la relación de precios que tenemos con nuestros principales competidores en el sector turístico. Hasta ahora un análisis meramente técnico podríamos decir. Ahora bien, a la hora de gastar la que está debajo del colchón para vacaciones, no entran en juego solo los valores nominales de la moneda, sino también la percepción que tiene el turista del bien o del servicio que recibe en relación a lo que está pagando.

Qué preferencia podemos suponer que tendrán los turistas a la hora de elegir sus próximas vacaciones de cara a la nueva temporada que se avecina.

Entre varios factores en común siempre están presentes los precios que hay en la costa y, en el caso de nuestra ciudad, el abandono que tiene a ciudad, fundamentalmente en limpieza, recolección de residuos, iluminación y parte del frente marítimo y limpieza de playa.

Hasta ahí, nada nuevo, ya que nosotros en nuestro principado estamos acostumbrados a que otras ciudades, hasta algunas de casi inexistencia en cualquier mapa, realicen acciones promocionales durante todo el año dejando a nuestra ciudad a merced de la propia vorágine de la temporada de verano, la cual cada día es más corta. Esto creo que puede resultar consecuencia de la propia impericia de los funcionarios de turno o bien por falta de presupuesto, ya que nunca supimos imponer nuestra marca como merece ser reconocida (veamos en las prioridades el escaso presupuesto que se le da a turismo y cómo el crack que decide reasignar partidas le quita a turismo para pagar el pésimo servicio de recolección de residuos). Gestión, bien, gracias.

Recuerde que el turismo es un rubro en el cual se puede hacer trade up. Esto significa que la gente está dispuesta a pagar más por un servicio con determinadas características: que dé un gusto inmediato; que permita sentirnos conectados con el entorno; que permita explorar algo diferente; que ayude a mostrarte como alguien diferente. Todas estas cuestiones son muy valoradas por los usuarios y los predispone a pagar más por los servicios y productos que le hagan experimentar todas estas cosas.

Ahora bien, pregunto, ¿merece ser reconocida nuestra ciudad? ¿Qué pretendemos de Pinamar? Esto es casi una analogía de lo que sucede con la selección Argentina (de fútbol, Sra., es la única que hay). Creemos que debemos ser los mejores del mundo en los papeles, pero en la práctica hace 30 años que no somos nada. Bueno, nada no, seamos justos. Hemos estado en el podio del ranking, siempre bien arriba, pero por debajo de nuestras expectativas (argentinidad al palo).

Pinamar no escapa a esa concepción. Creemos que tenemos una ciudad modelo, pujante, limpia, ordenada, embellecida, donde trabajamos un verano y descansamos todo el año.

¡Eso no pasa hace 30 años! Pinamar ya no es lo que supo ser. Esto parece un cliché, pero realmente creo que siempre estamos esperando y pidiendo más de nuestra querida ciudad, pero sin embargo cada vez le damos menos. Nadie está dispuesto a pagar por lo que hoy ofrecemos. Nadie va a pagar un peso más de lo que considera, por lo que estamos ofreciendo. Entendamos eso.

Soy de los que creen que es peor perder algo que tuviste, que no haberlo tenido nunca. Nosotros perdimos el Pinamar que nuestros pioneros y fundadores idearon y crearon para que podamos vivir y para que nuestros visitantes puedan disfrutar todo el año.

El dilema que se nos presenta hoy es qué Pinamar queremos y si estamos dispuestos a realizar los sacrificios necesarios que ese deseo y la posterior acción requerirán.

No esperemos que las cosas cambien si seguimos haciendo lo mismo año tras año. De hecho, lo poco que hacemos, lo hacemos cada vez peor (recorré Pinamar y sacá tus conclusiones). No solo de esta gestión. Esto viene de hace diez años.

Tampoco esperemos que el Municipio funcione y trabaje como idealmente quisiéramos porque no sucede en ningún lado, menos acá. Basta ver la pésima gestión que tienen áreas neurálgicas para nuestra ciudad y también hay que reconocer el pésimo comportamiento de los vecinos, que ensucian y descuidan continuamente, esperando que la Municipalidad limpie detrás.

Por esto, y por lo mucho que podemos mencionar del Municipio (en todas las gestiones pasadas y la actual), tenemos que entender que a Pinamar, lo construimos entre todos los que nacimos, vivimos, trabajamos o invertimos aquí.

Para poder tener esa ciudad que supimos tener y poder tener temporadas de verano más largas y de mejor afluencia de turistas con mejor capacidad y calidad de consumo es que tenemos que cambiar mucho de lo que hacemos a diario. Tenemos que ser mejores vecinos, tenemos que limpiar nuestra calle, nuestro frente, nuestro local. Todos tenemos que mejorar si queremos nivelar siempre hacia arriba. Si pretendemos cobrar por lo que ofrecemos, tenemos que renacer.

Cuidar la imagen dice mucho de nosotros. Ser buenos pero parecer mejores. Creo que, si no queremos padecer las temporadas, estamos en un punto de bifurcación, donde debemos decidir hacia dónde vamos y cómo recorreremos ese camino. De lo contrario, debemos aceptar que cada día tendremos menos de Pinamar y menos de lo que vivimos, y nunca vamos a recibir a cambio lo que creemos que merecemos.