Un acercamiento a la psicología

Puede ser que entre nuestros lectores haya quienes nunca fueron al psicólogo, y se pregunten cómo trabaja, qué hace, en qué circunstancias es favorable ir, y si es necesario…

Varios cuestionamientos se le hacen al psicólogo generalmente. Hay quienes todavía dicen “no creer” en la psicología, como si fuera una cuestión de fe dogmática, como la Iglesia, porque se puede creer o no en Dios. Pero en general no se cuestiona al doctor, dentista, o cualquier otro profesional de la salud por los conocimientos de su ciencia. Se puede tener más afinidad con un profesional que con otro, pero no se desconfía del conocimiento. Esto es porque no nos sentimos tan responsables de la salud de nuestros dientes o porque lo que deviene de una complicación gástrica es producto de uno de los placeres de la ingesta. Aunque se avanzó mucho en este terreno, todavía hay quienes consideran que no son necesarios; podría dar miles de ejemplos de comentarios en este sentido, pero seguramente a ustedes se les ocurran varios que han escuchado.

La psicología es una ciencia y una profesión, ya que por un lado se estudia, realizando investigaciones, y por el otro se ejerce. Hay varios ámbitos, tanto en el consultorio privado como de forma institucional; hay terapias de grupo, pareja, familia e individuales, que atienden a niños, adolescentes, adultos y adultos mayores. También existe la psicología jurídica, educacional y laboral. Todas ejercidas por un licenciado en psicología.

También hay varios marcos teóricos, que definen el pensamiento y el tipo de terapia que llevara adelante el psicólogo: el psicoanálisis es una de las teorías; existen otras, como el conductismo, cognitivismo, sistémico, etc.

Pero ¿qué se busca con la terapia? ¿Que la persona supere algo? ¿Qué cambie? Creo que se buscan varias cuestiones: que pueda aliviar su pesar, su dolencia psíquica, modificar algún aspecto de su vida que le genera displacer, que pueda relacionarse con su deseo, entre otras cuestiones.

En cuanto al tiempo de consulta, suelen ser los tiempos de cada uno. En general, las personas llegan a terapia cuando ya hay algo que les entorpece el día a día. Alguna circunstancia que les genera displacer, y a muchos les recomiendan concurrir, tanto conocidos como algún otro profesional; puede ser advertido por alguna patología a la que no le encuentran raíz biológica. Lo importante es no apurar este tiempo, porque la persona debe estar preparada para trabajar, enfrentando miedos y limitaciones que le son propias, y muchas veces desconocidas. El mayor trabajo en la terapia lo realiza el paciente. Y la determinación llega cuando uno se da cuenta de que no puede con su problemática, que lo excede y es el momento de generar un cambio. Es que la respuesta está dentro de uno, siempre, pero es necesario valerse de un guía para recorrer el laberinto de su búsqueda.

El trabajo desde el psicoanálisis se hace desde las palabras. El paciente comienza a hablar, a soltarse. Pero no es como la charla que se tiene con un amigo, es distinto; a un amigo le hablás para descargarte, esperando a veces un consejo. El psicólogo no te aconseja, no te dice qué tenés que hacer, porque las respuestas están en uno mismo. Cada uno debe buscar su deseo, el psicólogo ayudará a develarlo, allanará el camino, poniendo en cuestión las creencias del paciente. Por eso se dice que es valiente el que llega a terapia, ya que pone en cuestión lo que hasta ese momento creyó que eran certidumbres. Pero no se trata de dudar de todo, sino de repensar los conflictos y ver hasta qué punto y de qué manera se está colaborando con el padecimiento. Que quede claro que estamos hablando de pacientes que llegan a terapia por conflictos en relaciones, o malestares propios, no de víctimas de abusos o de personas que estuvieron en tragedias, que recurren a terapia luego de un trauma.

Es necesario recurrir a terapia si la persona que sufre no puede hacer nada con eso. No encuentra una salida, ni puede modificar nada, no ve que su comportamiento hace que las cosas sigan siendo así.

Tomo palabras del psicólogo Gabriel Rolón: “La apuesta fuerte del psicoanálisis es transformar al paciente en un sujeto que nunca ha sido y ni siquiera imaginaba que pudiera ser”.