Un final anunciado

El secretario de Gobierno detalló la situación actual en la que derivó la caída de la concesión que le permitía a Estudio Playa ocupar el predio de Bunge y el mar.

La muerte de Juan Alberto Badía marcó el inicio del cese de la relación entre la FM 98.1 y la Municipalidad. Basada en una contraprestación con valores austeros, es evidente que nadie ha podido reemplazar la promoción de Pinamar que ejercía la gran personalidad del recordado locutor y animador. Esta situación dio lugar a una deuda que junto a la reformulación del frente marítimo determinó la desaparición de la radio.

–¿Qué consideración le merece el espacio donde hasta no hace mucho funcionaba Estudio Playa?
–Es “el lugar de Pinamar”, entonces es un lugar crítico por un lado y por otro un lugar lindo, que va a estar sometido a una obra de embellecimiento general que quede y que primariamente va a estar lanzada en ese lugar para extenderse luego a la totalidad de la Avenida del Mar. En primer lugar tenemos lo que es Bunge y playa, que es un predio bastante amplio que ha estado olvidado durante mucho tiempo. En cuanto a la acción del Estado, ha llegado muy tarde y siempre tratando de paliar cosas que están sucediendo, como lo que pasó esta temporada, que estaba desbordado de arena, primer punto, y segundo, cuando se cayó el monumento de Pájaro Gómez.

–¿Considera que han variado ciertas condiciones que dieron lugar a ceder el espacio?
–La radio de Badía, como familiarmente se la llamaba, estaba emplazada en un lugar de dominio público, se le había otorgado un comodato, un permiso de uso gratuito del lugar físico donde se emplazó con posterioridad la radio. Hablamos de hace muchos años, donde quizás la Av. Bunge y el mar tenía una ponderación distinta a la que tiene hoy, o quizás, como el embajador que siempre fue de Pinamar, se le otorgó un lugar excepcional de permiso de uso, por lo cual se emplazó la radio ahí y se construyó de una forma moderna para lo que era la época y que estaba aggiornada a lo que fue el pliego 10/09, que demandó la modificación general del frente marítimo. A partir de ese uso que tenía Badía, él pagaba o, mejor dicho, Radiodifusora Eco, que era la sociedad que tenía el permiso, pagaba un derecho de ocupación y un canon de publicidad; ambos conceptos eran austeros, en el sentido que estaba fundado en darle una gratuidad, si se quiere, por lo que Badía hacía por Pinamar, sobre todo en invierno, cuando no estaba acá. Entonces el canon era simbólico. Acaecida su muerte, la sociedad siguió funcionando, las personas que integran la sociedad siguieron explotando el predio y sucedió una situación que por lo común sucede en todo fallecimiento, que es ¿qué pasa con el uso de los bienes que pertenecían al fallecido? En este caso hay una confusión grande de pensar que Badía era la radio, porque Badía era el embajador de Pinamar, si queremos ponerle ese título, pero la radio en su explotación pertenecía a no sé quién, no sé si pertenecía a Badía, no sé si pertenecía a la persona jurídica, lo que sí es que el espacio concedido pertenecía a Radiodifusora Eco, es decir, pertenecía a la persona jurídica.

“A partir de ese uso que tenía Badía, él pagaba o, mejor dicho, Radiodifusora Eco, que era la sociedad que tenía el permiso, pagaba un derecho de ocupación y un canon de publicidad; ambos conceptos eran austeros, en el sentido que estaba fundado en darle una gratuidad, si se quiere, por lo que Badía hacía por Pinamar, sobre todo en invierno”

–¿Era como un contrato donde prevalecía la buena voluntad y quedaba sobreentendido que si bien no se podía mensurar la contraprestación el peso del nombre del animador emparejaba las diferencias?
–Quizás estaba comprendido tácitamente el permiso de uso a Badía de ese predio que le daba Radiodifusora Eco, que seguramente era una sociedad muy allegada a él o era de él. Desaparecida la figura central, se siguió explotando ese predio, se siguió explotando la radio y no se pagó nada al Municipio. Nosotros, cuando ingresamos el anteaño pasado, avizoramos ese conflicto, nos comunicamos con la persona que seguía explotando la radio para ver cómo regularizaban lo que ya había sucedido.

–¿Cuál es la deuda, si bien sabemos que hubo algún pago?
–Acaecida esa temporada, transcurrió, se utilizó la radio, devengó un nuevo canon y se acercó una persona a solucionar ese problema. El trabajo se continuó durante todo 2016. Llegado el año 2017, se pagó el canon de uso de esa temporada pero seguía flotando la deuda que tenía la radio durante cinco años, entonces teníamos dos problemas: por un lado el cobro de esa deuda de cinco años, más sus intereses, y por otro lado qué se hacía por el predio, si se renovaba la concesión del predio o no, si debía construirlo conforme a la normativa nueva del frente marítimo o si debía retirarlo. La propuesta que hizo la persona, justamente, fue compuesta: por un lado demolía y construía un nuevo predio de acuerdo a la nueva normativa y a su vez quería una concesión en el tiempo para amortizar la inversión que iba a hacer. Esa amortización era de tres años, en los cuales pedía que no se le cobrara ningún tributo y, a su vez, él pagaba durante ese lapso la deuda flotante vieja.

–¿De qué monto estamos hablando?
–Esa deuda vieja asciende a 810 mil pesos. Esa propuesta en conjunto se llevó al HCD, ya que como Ejecutivo no teníamos potestad para decidir, y no le dio el visto bueno; luego de sendas reuniones, no accedió a esa propuesta y le dijo al Ejecutivo que había perdido la concesión, que no podían seguir ocupando el espacio público y que podía retirar lo que quedara a su costo.