Un nuevo concepto revive la magia de un antiguo espacio

Se trata de La Victoria Golf & Country Club, ubicado donde funcionaba la fábrica de sidra. Los inversores transformaron el lugar en un amplio espacio con cancha de golf incluida, sala de estar, salón de fiestas y diversas comodidades.

Un nuevo desarrollo rompe con todos los moldes conocidos de la región, ya que se trata de una vieja fábrica que le da un perfil particular a un espacio que lo tiene todo. Allí se mantuvieron las naves industriales y un sector importante del galpón principal; para ello, además de buen gusto y profesionalidad, se tuvo que apelar al equilibrio entre lo tradicional y lo moderno, y al parecer este aspecto está logrado con creces.

En sólo ocho meses el grupo inversor hizo posible el proyecto, único en las cercanías de General Madariaga.

Descontado el interés de los futuros inversores, al sinnúmero de atractivos se le debe agregar que los loteos serán aún más accesibles, ya que habrá planes de financiación que harán posible una rápida comercialización de la nueva propuesta.

Lejos de intentar vender una maqueta, hoy los desarrolladores de La Victoria Golf & Country Club nos ofrecen una realidad que seguramente será recibida con beneplácito por el espíritu de los jóvenes, esencia de cualquier country, amantes de la naturaleza y deseosos de que su proyecto de vida tenga el condimento del aire libre y de un entorno diferente.

Hoy, podemos decir que la naturaleza y el confort están a escasos cuatro kilómetros del casco urbano de Madariaga.

En el lanzamiento del predio, ubicado donde funcionaba la fábrica, sumaron su presencia autoridades municipales encabezadas por el intendente de General Madariaga, Esteban Santoro; el presidente del Concejo Deliberante de Villa Gesell, Luis Baldo; la secretaria de Planeamiento de Pinamar, arquitecta Mila Gómez Beret; el empresario Facundo Monasterio y el administrador Federico Von Hunefeld.

En la apertura del acto, llevado a cabo en un amplio y remozado salón otrora utilizado como un gran depósito, el periodista Samuel Calandrón hizo una semblanza de la historia del lugar, donde las hectáreas de manzanos eran explotadas para la producción de sidra y que eran transportadas en tren a Buenos Aires. Por cambios estratégicos de la firma, la fábrica cerró, pero quedó en el inconsciente de la gente aquella empresa que marcó toda una época.

Luego, Monasterio explicó: “Nosotros somos un grupo financiero, del cual soy el desarrollador y socio en lo que es emprendimientos inmobiliarios. Se me ofreció en su momento la posibilidad de comprar un predio donde el dueño anterior no tenía la capacidad comercial y financiera para seguir con el desarrollo. Lo vine a ver. El lugar tenía un entorno natural mágico, y se podía conjugar lo que era la historia con lo contemporáneo, como es la bajada de servicios y amenities”.

En resumen, el proyecto se basa en cuatro ejes: la agrimensura, para determinar las medidas del loteo; la infraestructura, donde se generaron pilares para bajar electricidad a 5 KVA y agua corriente; los amenities con todo el equipamiento, una cancha de tenis rápida, cancha de fútbol, cancha de golf, pileta de natación y servicio de seguridad. Seis boxes serán los espacios destinados a la salud corporal y la estética, ya que se complementan con un moderno gimnasio. Un SUM y más atractivos y, por último, desarrollar la parte histórica para que no pierda esa esencia, son los elementos que permiten afirmar que el proyecto supera la propuesta de un club de campo común.

Se establecerá un sistema de membrecías externas que permitirán el uso de la cancha de golf de nueve hoyos no sólo a los propietarios.

Un reglamento será el portador de las normas que permitirán no sólo la conservación de la idea primigenia que potenció el encanto del lugar sino también dejar claras las normas que aseguren una sana convivencia.

El proyecto
Desarrollado por la Arq. Ana Laura Bernaola, el proyecto tiene sus características, que surgen de tres ideas sobre las cuales se debatió oportunamente. Uno de los ejes tenidos en cuenta por los responsables y los profesionales fue el de compatibilizar siempre con las normas y códigos vigentes en torno a este tipo de urbanizaciones en General Madariaga.

El edificio original es una nave industrial, ladrillera, con techo de losa abovedada, de aproximadamente 118 metros de longitud, construida en la década de 1950.

En esta propuesta de re-funcionalización se mantiene como material principal el ladrillo, que preserva su expresión y textura como imagen de fachada. Para acentuar aún más la imagen industrial, se recurre a materiales como perfilería de hierro, en color negro, y carpinterías y entrepisos metálicos.

En la tira longitudinal del citado edificio se resuelve una serie de viviendas en tipología dúplex, resultando tres unidades de dos dormitorios, con vista al frente, nueve unidades de dos dormitorios, una unidad de tres dormitorios, éstas últimas con doble orientación, acceso y vista al reservorio de agua.

En la construcción del antiguo pañol, que da hacia el reservorio de agua, se diseña un edificio de modalidad condo-hotel, con 16 unidades, tipo estudios de una sola planta, y una serie de amenities de uso.