Llega la quinta edición de Pinamar a Cuerda y uno de sus productores nos brinda detalles de un festival que continúa creciendo.

Una idea. Desde ese punto inician infinidad de proyectos. La música y la amistad, colegas guitarristas devenidos en productores de un festival. Pinamar a Cuerda cumplirá su quinta edición, esa semilla que se sembró “en la búsqueda de satisfacer las necesidades que creemos ideales para que se presente un artista, en un formato musical en el marco de un concierto”, como cuenta Nicolás Pisiati. Junto a Mariano Gil se encarga de “cuidar hasta el último de los detalles, comenzando por el sonido, las luces, la puesta en escena, así también su comunicación e imagen”. De esta manera nació la propuesta, que dio sus primeros pasos en el salón del Playas Hotel. “Entonces fue un encuentro de guitarristas, donde actuaron artistas locales y de la región. Fuimos apostando, agrandamos los números. De aquellos dúos iniciales, tuvimos la necesidad de pasar al Teatro Municipal de la Torre, para allí dar espacio a amigos y colegas de estéticas y estilos diversos, como el tango, el folclore y el jazz, entre otros”, asegura.

Pisiati considera que la actual edición los encuentra “mucho más finos como equipo de producción”. “Si bien somos solo dos personas que encabezamos el armado, detrás hay un equipo que nos permite idear e imaginar desde hace muchos meses. Se consolidó un grupo de profesionales que hacen posible que esto suceda, desde la parte técnica para la escena, hasta los detalles diarios, con su crecimiento logístico; nos encontramos más hábiles a la hora de resolver. Tenemos conceptos cada vez más firmes de lo que pretendemos del festival, que incluye diversas propuestas estéticas en un mismo espacio, con números cortos, que generen intimidad entre el artista y el espectador. Ese silencio que, creemos, es la metáfora del espectáculo”. Sobre este último aspecto, afirma que “la propuesta que creemos fundamental es que en esa hora y media que dura la función, sean invitados a vivir una experiencia sonora que es única e irrepetible; ese es el concepto primero de Pinamar a Cuerda”.

En sus intenciones de renovar la escena, sorprender a los espectadores y evitar repeticiones, las novedades resaltan tres propuestas, sin relegar en trascendencia las restantes: “Estará presente Leandro Jáuregui, un pianista formado en Nueva York, que utilizará el piano de cola tan lindo que tiene la sala del teatro, interpretando música clásica, género que no tuvimos en ediciones anteriores. También disfrutaremos de un trío de flamenco, entre ellos Mariana Astutti y Mariano Manzella, y que se compone con una bailaora, un guitarrista y un cantaor. Y estará a cargo de cerrar el festival Viento en la Cara, un septeto con cuatro vientos, que tampoco tuvimos en el pasado. Un set de música rioplatense, con origen en Mar del Plata, conducido por el cantautor y guitarrista Leo Silva, con arreglos del multiinstrumentista Marcos Basso”.

Los otros números que se destacan incluyen un trío de folclore de proyección: “Siempre nos interesa que haya algo que sume la palabra, un nexo que creemos importante entre el público y la música”. Seraarrebol será quien cumpla ese rol. También componen la lista el trío de tango Maldonado, con dos integrantes pinamarenses que residen fuera de nuestra ciudad, Juan Fracchi en contrabajo y Mariano Gil en guitarra, y el trío del distinguido guitarrista rionegrino Lucio Balduini, uno de los mayores exponentes actuales del circuito del jazz fusión argentino.

Por último, como toda producción independiente, Nicolás se encarga de destacar que “el festival se solventa con el apoyo de empresarios y comerciantes de la zona. También confían en esta propuesta las cooperativas más importantes de nuestra ciudad, Telpin y CALP. Contamos con el respaldo del periódico Pionero, que es primordial, además de un impulso por parte de la Municipalidad de Pinamar, a través de la Secretaría de Cultura. Estamos realmente agradecidos hacia todos los que hacen posible la realización del evento”.