Un reclamo social constante

Un grupo de mujeres comprometidas desde hace años con la exposición de las desigualdades de género, la denuncia sobre la violencia creciente y el reclamo constante de igualdad de derechos nos auto-convocamos durante el mes de marzo pasado en Pinamar bajo la insignia “Vivas y Libres” como bandera elegida.

En ese momento nos preguntamos y cuestionamos sobre el verdadero espíritu de la fecha conmemorativa que nos reunía, el Día Internacional de la Mujer. Sobre si era una oportunidad para celebrar los logros obtenidos en materia de derechos femeninos o una ocasión para recordar que esos logros fueron en base a luchas sociales que pagamos con vidas humanas. En aquella ocasión concluimos que ambas iban de la mano. Activamos, nos movilizamos y accionamos para homenajear el legado histórico de las mujeres trabajadoras, líderes políticas y pensadoras feministas que consagraron esa fecha como hito de presencia, de denuncia y de transformación revolucionaria, que se proyecta en las luchas del presente. Elegimos honrar también a nuestras antecesoras, abuelas, madres, tías, que en silencio han dejado la huella del amor y entrega en cada familia, porque mientras los hombres construían el capital económico, las mujeres cuidaban el capital humano, la familia. Ese paradigma, en el que crecimos la mayoría, ha demostrado que se sostenía en base a inequidades y fuerzas de dominación que, lejos de llevarnos a la paz social, nos embarcó en un avión de alto vuelo que no supimos ni sabemos controlar. Inmersos hoy en otra realidad, la resistencia al cambio podría ser el factor que genera la contrafuerza. Actualmente, según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), de los 25 países más violentos del mundo en cuanto a femicidios y violencia de género, 14 son latinoamericanos y Argentina se encuentra disputando los puestos del ranking top five, luego de México, El Salvador, República Dominicana y Guatemala. “Es como si todos los años se cayera un Boeing 737 con 300 Argentinas a bordo”, fue la expresión que utilizó Beatriz Regal, madre de Wanda Taddei, para graficar la magnitud del problema en nuestro país. ¿Qué noticia escandalosa y definitiva sería ésta si pensamos en una aerolínea que cada año pierde un Boeing de 300 mujeres? Seguramente, la empresa no resistiría dos años consecutivos de titulares en el mundo y quebraría, cargada de juicios por vidas perdidas. Parangonemos, porque esto sucede en Argentina, al menos desde el año 2008, que gracias a la ONG La casa del encuentro accedemos a datos que arrojaron 2384 femicidios (hasta 2016). Y esto sucede solo con el avión de las mujeres. Luego está el otro avión que se cae colateralmente… el de los hijos e hijas que quedan sin madre, 2919 de los cuales 1859 son menores de edad. Esta empresa no va bien. ¿Ustedes qué creen? Y en lo que va del año 2017 la cifra parece aumentar no sólo en nuestro país. En España se incrementó un 47% respecto al mismo período del año 2016. La problemática es mundial y abarca todo tipo de violencia, desde el femicidio hasta las desigualdades a nivel económico que padecemos las mujeres y no son un tema menor. Ante tal situación en nuestro país, se ha presentado recientemente un proyecto en la Cámara de Diputados de la Nación para Declarar la Emergencia Nacional en materia de violencia de género, iniciativa que tuvo su réplica a nivel local en el mes de abril pasado ante el Consejo Deliberante de Pinamar. Esta acción legislativa pone de manifiesto un compromiso válido pero que, lamentablemente, no alcanza aún para modificar los resultados. Lo mismo sucede con la Ley 26.485 vigente y disponible. Las leyes están pero, si no se implementan por falta de presupuesto, no dejan de ser un papel más en el escritorio de un poder que no puede. Lamentable papel de la Justicia también, que sigue mostrando cada vez más vericuetos de un sistema excesivamente burocrático y complicado, cual laberinto sin salida. Entonces caemos siempre en el Poder Ejecutivo, el que en definitiva tiene la firma y la voluntad política. Y lo que se pretende con esta otra ley (de emergencia nacional en violencia de género) es pedir prioridad en esa voluntad. Porque las mejoras no están a la vista. Un nuevo reclamo convoca a toda la sociedad. Una más de Ni una menos. Un 3 de junio para reivindicar el “Vivas y Libres” y reclamarle al Estado la implementación de políticas públicas acordes. Si no es lo mismo haber nacido mujer hace 50 años que hoy, tampoco lo será dentro de otros 50, gracias a las intensas luchas por la igualdad.