Un viaje imaginario

A veces, mientras camino en la playa en el Partido de Pinamar, a 37° de Latitud Sur, no puedo evitar mirar el horizonte marino hacia el Este y pensar en las inmensas distancias que yacen más allá de donde se pierden mi vista y mi imaginación.

Eso me lleva una y otra vez a explorar el globo terráqueo y a dar una ilusoria vuelta al mundo.

En mi viaje imaginario, después de alejarme varios miles de kilómetros de mi playa de siempre paso a cuatrocientos al sur del Cabo de Buena Esperanza, en el sur del continente africano, y así dejo nuestro Océano Atlántico y continúo soñando hasta que me interno en las más australes aguas del Océano Índico. Ya del otro lado del mundo por fin toco tierra firme y me interno en Australia y, a poco andar, cruzo los alrededores de Melbourne y casi caigo en la tentación de hacer una parada y visitar el Real Jardín Botánico de la antigua capital australiana. Sin embargo, sigo y pronto me interno en el superlativo Océano Pacífico. Después de varios miles de kilómetros de viaje cruzo la Isla Norte de Nueva Zelanda, con la tentación esta vez de hacer playa, el mejor surf del mundo, visitar a un amigo y practicar senderismo en sus escarpadas montañas. Aunque es un viaje sin tiempo ni apuestas, sigo y sigo por los incógnitos mares de este gran océano de 15.000 km de ancho por 20.000 km de largo. Antes de llegar a la costa de Chile pienso que hacia el norte, cruzando el Ecuador, ya quedaron muy atrás las mayores profundidades del planeta, el Abismo de Challenger en la Fosa de las Marianas, con casi 12.000 metros de profundidad donde, aunque parece increíble, hay seres vivos que fueron visitados hace ya 50 años por un pequeño submarino tripulado. Y han sido recientemente visitados.

Finalmente, en mi soñar-despierta tomo de nuevo contacto con tierra firme en la costa de Chile, y una vez allí estoy a “pasos” de casa. Cuando despierto, con mi vista fija entre el océano y el cielo, pienso en los insondables misterios de la naturaleza, en su grandiosidad y, sobre todo, en el empeño sin tregua de la ciencia y la tecnología para develarlos y usarlos. Sigo mirando y lo inconmensurable me conmueve.