Una anécdota en la vida de un hornero

A algunas personas nos gusta observar la vida. Y, mientras hacemos eso, la vida misma nos tiene guardadas muchas sorpresas, lindas, como lo que estoy viviendo en el momento de escribir estas líneas: el sonido del trino coral de un grupo de tordos músicos, muy comunes en nuestra zona; pasan inadvertidos por su plumaje sencillo, pero no al oído atento, por su melodioso trino. Otras sorpresas son un poco tristes, como la anécdota que voy a contarles.

Durante una corta siesta del último octubre –corta, digo, porque me despertó el repetido llamado de un par de horneros que estaban anidando en una “casita” que habían construido sobre una rama de un árbol de mi jardín. Después de un buen rato, con algo de fastidio, decido salir a ver por qué uno de los pajaritos “molestaba” tanto. Lo primero que noté es que llamaba y miraba todo el tiempo hacia abajo. En mi ignorancia de los hábitos de la especie pensé que habría algo que él consideraba una presa, comida fácil, o algo así. Después de unos minutos noté que en el lote vecino un gato jugaba al “gato y el ratón” con su pichón, evidentemente caído del nido. Entre mi vecina y yo logramos capturar al gato y encerrarlo por unas horas. Al pichón no lo vimos más, a pesar de que intentamos localizarlo. El hornero de la foto siguió con su llamado hasta el anochecer. Y no supimos más. Con el nuevo amanecer el día fue silencioso, sólo lleno de los trinos de siempre.

Observaciones como ésta, cercanas, a veces nos regalan momentos de admiración, pero, por sobre todo, nos emocionan, nos acercan, nos solidarizan, con seres que, por ser seres vivientes, como nosotros los humanos, a veces son también seres sufrientes, y merecen nuestra sim-patía y nuestro respeto. A seres como el hornero de la foto se los ve tan bellos, libres, autosuficientes, que casi nos convencemos de que siempre son felices. Sin embargo, a quienes los observamos a menudo, de cerca, con empatía, desde “abajo”, con humildad, como a próximos, con deseos de “ver”, no se nos pasa por alto que ellos también tienen necesidades existenciales, y sufren, y desesperan.