Una corona de rosas para María

Desde antes del siglo XII, el mes de octubre asume un significado único porque se honra a María con el Santo Rosario. Representa la “corona de rosas”.

Por cada una de las flores, se les recitaba a las mártires una oración o un salmo por el eterno descanso de su alma.

En nuestra parroquia, se abordan los veinte misterios que recuerdan la vida de Jesús, en el marco de actividades en honor de María para complacer a su Hijo, con la recepción de una enorme acogida en templos y capillas, sedes vecinales y casas particulares.

Los días y horarios parroquiales para el rezo son: lunes a las 18.00, en la iglesia Nuestra Señora de la Paz; miércoles a las 15.00, en la capilla San José; en la capilla Beata Laura Vicuña, media hora antes de la misa; capilla San Francisco Solano, media hora antes de la misa; miércoles a las15.00, en la Ermita Schoenstatt, y jueves a las 15.00, en el Hospital Comunitario.

El Día del Rosario conmemora la aparición de la Virgen del Rosario a Santo Domingo de Guzmán hacia el 1208, que le enseñó a rezar el Rosario.
Desde entonces, Santo Domingo no vaciló en sus prédicas y fundó la orden de los Dominicos.

Según otra tradición, dos siglos más tarde la Virgen se le apareció también al beato dominico Alano de Rupe, segundo de los más importantes difusores de este método.

La victoria de Lepanto, el 7 de octubre de 1571, fue el cese de las muertes de los cristianos ante el freno a la invasión otomana. San Pío V atribuyó la victoria a la protección de la Virgen del Rosario y, desde entonces, se celebra su fiesta en este día anualmente.

En la antigüedad, los romanos y los griegos solían coronar con rosas a las estatuas que representaban a sus dioses, como símbolo del ofrecimiento de sus corazones. La palabra “rosario” significa “corona de rosas”.

Siguiendo esta tradición, las mujeres cristianas que eran llevadas al martirio por los romanos marchaban por el Coliseo vestidas con sus ropas más vistosas y con sus cabezas adornadas de coronas de rosas, como símbolo de alegría y de la entrega de sus corazones al ir al encuentro de Dios.

Por la noche, los cristianos recogían sus coronas y, por cada rosa, recitaban una oración o un salmo por el eterno descanso del alma de las mártires.

La Iglesia recomendó entonces rezar el rosario. Consistía en recitar los 150 salmos de David, pues era considerada una oración sumamente agradable a Dios y fuente de innumerables gracias para aquellos que la rezaran.

Sin embargo, esta recomendación sólo la seguían las personas cultas y letradas, pero no la mayoría de los cristianos.

Por esto, la Iglesia sugirió que aquellos que no supieran leer reemplazaran los 150 salmos por 150 Avemarías, divididas en quince decenas.
A este “rosario corto” se le llamó “el salterio de la Virgen”.