Una jornada de inauguración y despedida

En una ceremonia emotiva, las autoridades de la institución inauguraron una nueva aula, surgida de un proyecto del Presupuesto Participativo. Además, el profesor Raúl Merlo dio allí su última clase de Historia.

El último miércoles de noviembre fue un día de reconocimientos para la comunidad educativa de la Escuela Corbeta Uruguay. Por un lado, se reconoció el sueño de Lionel Pizzotti, que siendo alumno y presidente del Centro de Estudiantes motorizó su anhelo de contar con un aula más moderna, acorde a los tiempos y la tecnología, aplicándolo al formato del Presupuesto Participativo, logrando que el proyecto se votara y se hiciera realidad. Uno de los motivos del acto realizado en esa jornada fue la inauguración de este nuevo espacio didáctico. Allí se reconoció la importancia del logro y se agradeció a cada uno de los que hicieron posible la obra. La directora, Marta Gozende, explicó el mecanismo de concreción del aula dejando en claro que era un rasgo genuino de lo que es la escuela pública, “que a veces es atacada, criticada, pero que entre todos construimos”.

Dejada atrás la ceremonia de inauguración, de la cual participaron las autoridades escolares, el intendente, Martín Yeza; el arquitecto Cristian Cuzzani, autor del proyecto; Lionel Pizzotti gestor de la ida e integrantes de la Asociación Cooperadora, llegó el momento del segundo reconocimiento, que tuvo como epicentro el retiro del emblemático profesor Raúl Merlo, quien luego de muchos años de trabajo dejó su cargo por haberse acogido al beneficio jubilatorio. Como si se cerrara un círculo, lo nuevo se daba la mano con una trayectoria de años que se coronaría con una clase de Historia y reflexión, esta última, no curricular, que resultó ser otro hecho, histórico y fundamental, medular y visceral.

De más está decir que el aula estuvo colmada por una barra seguidora de ex alumnos de todas la edades, quienes dieron testimonio de las enseñanzas recibidas y de la huella dejada por el docente. Quien dio una clase abierta de historia para demostrar cómo se enseña en “la Corbeta”, cuál es el criterio y el norte a seguir a la hora de formar personas.

Merlo contó que trató de debatir filosóficamente la historia haciendo más cercanos los textos de Max Weber, Pierre Bourdieu o Antonio Gramsci. Una de sus intenciones era achicar los escalones que en muchos casos marcan una separación entre el nivel secundario y la universidad, tan preocupada por abarcar a “los de acá para arriba”.

“Ustedes saben que la ciencia histórica es bastante compleja, más cuando uno trabaja con adolescentes. El adolescente un día está receptivo, otro está indiferente, otro se sienta al fondo y parece integrar la barra brava de Chacarita y otro día ese mismo adolescentes es Einstein o Borges. Era todo un desafío, pero llegamos hasta hoy con casi 26 años de trabajo, la respuesta ha sido más que satisfactoria desde lo técnico. Ya que desde lo afectivo ha superado todo lo imaginable porque ustedes saben que en estos días me explotó el Facebook. Siento lo mismo que el día que nacieron mis hijos o el que me casé. Sentía que me tenían en una nube entre abrazos y saludos. En este caso reitero, desde lo técnico, más que satisfactoria. Y cuando veo ex alumnos ocupando cargos jerárquicos, diferentes roles en la sociedad… Bien, la escuela pública es posible, da resultados, la [Ley de Educación] 1420 aquella que, de alguna manera, estandarizó a aquel hijo de inmigrantes que un poco hablaba piamontés, vasco, o polaco. Y la 1420 dijo: ‘Muchachos, esta es la educación pública gratuita, laica, obligatoria’. Luego vino la reforma universitaria, donde la educación va a ser para todos y la universidad va a dejar de ser un lugar de proliferación de status”, comenzó diciendo. Y lo hizo como si un encantamiento lograra un silencio respetuoso, una concentración elevada y una conciencia de que quienes ya no eran más alumnos estaban asistiendo a una burla al tiempo cronológico al sentirse de nuevo alumnos. Y fue cuando el profe se dio cuenta de que estaban todos subidos a la atención del relato y se volvió a sentir como cuando sus alumnos dejaban de mirar la hora y no se sentían atraídos por el llamado del recreo liberador.

Cada tanto, en el desarrollo de su clase, que duró una hora, Merlo recordaba, como si fuera necesario aclararlo, que era la escuela pública, la que nos formó a una gran mayoría y que en el dictado de la Historia más allá de lo fáctico estaba la posibilidad de enseñar a tener una lectura correcta, pensada.

En el inicio de su clase, Merlo afirmó: “Me dije: que la gente escuche lo que un profesor le dice a pibes de un cuarto año”. Luego de lo cual y como si se abriera un libro comenzó a desarrollar, el tema, La política en los años de la Guerra Fría.

“Ustedes saben que los conceptos en historia están fuertemente ideologizados”, dijo al comienzo para adentrarse en la reciente muerte de Fidel Castro y el tratamiento dado por la gente. Y cada tanto la mirada se volvía hacia nuestro continente y en parte a nuestro país.

Minuto a minuto, el pacto de alumnos y profesor se fue desarrollando, hasta que llegó el final o el principio de una nueva etapa. Fue el momento en que la carta de despedida y agradecimiento de Merlo tuvo que ser leída por su esposa, no menos emocionada que el docente. Momento también en el que la ex alumna y docente Alejandra Cornide leyó su mensaje dejando en claro que, más allá de las idas y venidas, de las mudanzas que la vida nos depara, uno no deja de ser profesor… Es que uno puede ser ex policía o ex de alguien pero, como no se puede ser ex padre, “del mismo modo no se puede ser ex profesor”. El aplauso y la emoción se renovaron y los abrazos se hicieron un lugar común en el nuevo espacio. El del colorido exterior imaginado y logrado por Cornide, profes y alumnos. Siendo la misma profesora y alumna la que volvía, por si hiciera falta, a sumar un nuevo matiz más íntimo el de la nostalgia y la emoción.

Mientras el aula nueva empezaba un recorrido, el profesor Merlo dejaba atrás un largo camino lleno de reconocimientos y sin darnos cuenta se empezaba a escribir un nuevo capítulo en la historia de Pinamar, para ser más precisos el destinado a la Escuela Corbeta Uruguay.