Una llama que no se apaga

Más de 600 personas, en su mayoría enarbolando antorchas, tal cual se había preestablecido, se manifestaron en las calles del centro pinamarense. Sin desbordes y con respeto, se sumaron muchas familias y emblemáticos docentes jubilados.

No solo la Capital Federal contó con una marcha de antorchas docente, ya que transcurridas las 18 del sábado pasado un nutrido contingente se concentró en la esquina de Bunge y Shaw para desplazarse hacia el Consejo Escolar y luego desconcentrarse.

Lejos de los cálculos de los escépticos que dudaban de que esta nueva expresión del reclamo hallara eco, fueron muchos docentes, alumnos y padres los que nutrieron la marcha que se desarrolló con total normalidad.

Hoy esta instancia muestra al sector unido bajo el paraguas de un frente gremial y un discreto acompañamiento de la comunidad, ya que se han hecho públicos no solo los valores de un sueldo docente sino también las pretensiones en torno al llamado a paritarias, la deuda de un 10% originada en 2016 tras un brote inflacionario del orden del 40%. En pocas palabras, lo que los maestros pretenden es cobrar un sueldo que esté por encima de la línea de pobreza.

Hoy los docentes culpabilizan al gobierno, que no se aviene al diálogo y mucho menos a un llamado a paritarias determinado por ley.

Mientras la queja toma las calles y se hace manifiesta, otros gremios se suman al reclamo generalizando, reclamo de similares características.

La imagen de la marcha con antorchas por el centro pinamarense difícilmente sea olvidada, ya que no fueron pocos los padres que participaron acompañando a sus hijos.

La presencia policial pasó desapercibida, ya que no se registró ningún tipo de conflicto, aunque es de destacar que los uniformados se encargaron más de cuidar que de asumir actitudes intimidatorias.