Casa Naila se encuentra en una punta, un terreno con el privilegio de estar literalmente en la playa, con dos frentes hacia la costa del Pacífico.

La vivienda está emplazada en una plataforma de hormigón armado la cual eleva el suelo por encima del nivel de la arena; el patio es en forma de cruz y tiene cuatro volúmenes de siete metros de altura, con un techo inclinado que enmarca las vistas al mar. La estructura de los volúmenes de la casa es una combinación de hormigón armado a la vista y de madera cubierta con una piel de hueso de palma que forma un panel de dos capas que protege el interior pero que permite vistas, luz natural y ventilación cruzada. El ángulo y la separación de los volúmenes permiten vistas al mar desde cualquier habitación y, aunque es simple, el esquema logra una integración formal entre el paisaje de roca y la playa.

Al ubicarse en una playa popular donde a las familias locales les gusta pasar el día, para los arquitectos era importante hacer que se sienta parte del sitio por lo que no tiene ninguna cerca perimetral ni puertas que encierren el patio a la playa.

La idea rectora para esta casa ha resultado positiva ya que permite a los habitantes el contacto directo con la playa, mientras que los visitantes de la playa son bienvenidos a utilizar la piscina o terraza, algo que sucede periódicamente a satisfacción de los propietarios.

Nombrada en honor a una canción tradicional, Casa Naila honra a Oaxaca, explorando nuevas posibilidades de cómo habitar la playa respetando el orden natural y social de la misma, utilizando materiales de la arquitectura rural de Oaxaca. El uso de hueso de palma es una técnica tradicionalmente utilizada en cabañas de playa informales, la cual fue adaptada a las técnicas de construcción vernáculas. Su uso aporta transparencia y permeabilidad permitiendo la ventilación cruzada y vistas al exterior sin necesidad de ventanas. Algo llamativo para nosotros es el no uso de vidrios para conformar los aventanamientos, pero en zonas cálidas como en este caso no se necesita cerrar la casa herméticamente.

Los suelos hechos con arcilla y tierra proporcionan comodidad térmica a los huéspedes y dan un aspecto natural y fresco a los espacios interiores. Cuando la casa está habitada, los paneles de hueso de palma se abren, formando dos tonos por encima de la terraza en la que, según el sol, los muebles se pueden mover para dar sombra.

Al igual que en la cultura oaxaqueña, el ambiente cocina juega un papel importante y el artefacto cocina está construida a base de arcilla como en la vivienda tradicional rural. La cocina se encuentra en la planta baja de uno de los cubos, en la planta baja del otro la habitación de los dueños de casa, en el otro el salón de estar y en el cuarto un espacio para estudio y lo que nosotros definiríamos como quincho. Las plantas altas están ocupadas por los dormitorios de los hijos.

Este proyecto pertenece a un sitio particularmente hermoso y culturalmente rico, por lo que su desarrollo presentó un reto y una gran responsabilidad.

A través de la arquitectura, el estudio de arquitectos quiso permitir que el habitante experimentara esta playa única en la costa del Pacífico, utilizando elementos naturales como herramientas para hacer la casa sencilla y elegante. La casa también es diferente al esquema típico ya que no es una casa exclusiva, sino que trata de ser inclusiva en el uso del espacio exterior. Al final, el resultado es un espacio que logra uno de los propósitos más nobles de la arquitectura: experimentar un vínculo entre el habitante y el sitio, y sobre el que dicen sentirse muy satisfechos.

Esta particular vivienda de playa se encuentra en Puerto Escondido, México, cuenta con un total de 250m2., fue construida en 2019 y el estudio responsable es: BAAQ’, las fotografías son de : Edmund Sumner.

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