Voto sapiens

Pasó el primer round de la contienda política 2017. Si bien hemos tenido resultados diversos a lo largo de todo el territorio argentino, creo que el gobierno puede respirar más tranquilo y en definitiva todos podemos.

Si bien solo fueron las elecciones primarias, la verdad de milanesa la vamos a ver en dos meses; pero, quieras o no, marcó una tendencia.

Pero no quiero analizar el resultado de nuestro principado, porque, como todo buen contador, me rijo por el principio de prudencia y hasta que no estén los resultados reales de octubre no voy a decir nada, ya que acá sabemos que puede ocurrir cualquier cosa (hasta un tipo como Biondini puede tener cuatro listas, OMG).

A lo que sí quiero hacer referencia es a la forma de estas fuckings elecciones. Primero voy a hacer un poco de demagogia diciendo que el voto es un derecho universal. Todos los ciudadanos, absolutamente todos los que participen en un proceso electoral, deben contar con los elementos claros y precisos, para que cuando sufraguen se refleje su verdadera voluntad en plena libertad y conocimiento. Hasta ahí, muy lindo todo pero vamos a hablar un poco de números y de realidades de la operatoria de las elecciones.

Tuvimos en la mayoría de las mesas sobrecarga de los padrones y una recurrente falta de boletas, donde en muchas de ellas resultó una jornada electoral con tensiones y demoras de hasta una hora y media para votar en distintos escuelas de nuestra ciudad. Muchos vecinos se quejaron.

Contra el promedio de entre 260 y 300 personas que suelen constituir normalmente el padrón de cada mesa, el domingo se registraron algunas de ellas con hasta 360 electores. Sobre la base de un voto cada tres minutos, y considerando que sólo el 80% de ellos sufragara, se necesitarían más de doce horas para que todos pudieran hacerlo.

Pero tres minutos por voto es un cálculo generoso. En muchas mesas, la gente demoraba ayer hasta cuatro o cinco minutos en salir del cuarto oscuro (supongo que los sorprendió la caradurez de algunos candidatos). Y los procesos eran interrumpidos constantemente a pedido de los fiscales, debido a la desaparición de boletas y la necesidad de reponerlas (vamos, muchachos, no rompan las guindas, que a muchos no los vota ni su propia familia).

A esto, lo que debemos sumar es el costo de un proceso electoral de estas características. Solo las PASO nos costaron casi 3000 millones de pesos. Esto son dos años de Fútbol para Todos. What! ¡Cambio, señor juez! ¡Sale PASO, entra el Fútbol! ¿No te gusta el fútbol? Bueno, primero mudate a Malta, y después pensá que con esa guita podrían ser miles de escuelas y jardines. Pero no, teníamos que votar en una elección que en definitiva no decide prácticamente nada que una interna partidaria no hubiera podido hacer. Pero no solo es eso. La elección sigue siendo en papel. Dale, man, estamos en la era de los autos eléctricos, la realidad virtual, los sistemas inalámbricos y seguimos con un papel para votar. ¿Dónde está nuestro Enviroment Lover de Caminata ahora? Que vaya a tirar urnas en la puerta del Municipio (total ahora no existen más las multas). El papel es un retroceso. Creo que deberíamos pensar en pasar a un sistema superador, como puede ser la boleta electrónica.

¡Pero pará, emoción fundamentalista! No dije voto electrónico. Dije boleta electrónica. No es lo mismo. Con la boleta electrónica, la transparencia está garantizada, lo mismo que el secreto del voto. La boleta electrónica tiene un soporte en papel, que puede usarse si es necesario un recuento manual. Es un salto de calidad. Además, el sistema va generando mejoras en términos tecnológicos.

Pensá que cuando Doña Rosa llega a la mesa solo deberá presentar su DNI en la mesa designada el día de la elección. Allí se le entregará al votante una boleta que posee un troquel con un código único y al ingresar al cuarto oscuro habrá una pantalla táctil; desde ahí se elegirán las opciones. La máquina expenderá una boleta que será la que cuente con la información almacenada, es decir que no quedan datos incorporados en la máquina. Así que no empieces con las teorías conspirativas de fraude. Por otro lado, existe un beneficio no menor donde las fuerzas más chicas o con menor poder de convocatoria tendrán los mismos beneficios que las más grandes y no se necesitará controlar en el cuarto oscuro si faltan o no boletas (en las PASO había listas que ni fiscales tenían).

Además, nos ahorraríamos mucha plata. Pero mucha, ya que cada fuerza no necesitará contar con los cinco millones de boletas que imprime en cada elección y principalmente se reduce el tiempo del escrutinio (si nunca estuviste en una mesa con gente poco preparada para ello, te reto a hacerlo, por favor). Con este sistema, el recuento de votos se realiza en muy poco tiempo y es posible tener los resultados una hora después de cerrados los comicios. Además, guardás todos los datos en papel, con lo cual, no hay error en el sistema.

A manera de resumen, y para no hacerla muy larga, entiendo que más allá del sistema de votación que se acuerde –boleta única electrónica, voto electrónico o sistema de voto peronista–, hay que atender y analizar si el diseño del sistema electoral está en condiciones de ser contenido en alguno de estos instrumentos, respetando principios del derecho al voto activo y pasivo con equidad, y que a su vez pueda significar una instancia superadora de lo que tenemos respecto a la participación política.Debemos tener un votante informado, con pleno acceso a la información, a la transparencia, a la integridad y el perfeccionamiento de los procesos electorales y de las normas que regulan la representación política, las alianzas y los partidos políticos, que son el punto más flojo de todo este proceso.