Y por fin perdimos los feriados puente

La legislación que fija los feriados nacionales en Argentina no es un tema menor para el mundo del turismo, dado que determina los espacios de tiempo libre anuales para darle previsibilidad a las actividades económicas y sociales de los ciudadanos.

Este año a través de un decreto de necesidad y urgencia (DNU) el gobierno nacional decretó que serán 16 los días no laborables y se eliminaron los feriados “puente”. El decreto 52/2017 establece en su artículo 2 que “los feriados nacionales cuyas fechas coincidan con los días martes y miércoles serán trasladados al día lunes anterior. Los que coincidan con los días jueves y viernes serán trasladados al día lunes siguiente”. Asimismo dispone que tendrán carácter de inamovibles el 1 de enero, lunes y martes de Carnaval, Viernes Santo, 1 de mayo, 25 de mayo, 9 de julio, 8 de diciembre y 25 de diciembre.

Cabe preguntarse qué cuestiones cambiaron con estas modificaciones y cómo impactan en el mundo del turismo. Evidentemente se aumentó el número de feriados trasladables de acuerdo con su ubicación entresemana en cada año calendario. Esta acción hace que en 2017 nos beneficiemos con seis fines de semana largos, de tres días cada uno, distribuidos en diferentes meses del año. A ello debemos sumarle los feriados inamovibles, de cuatro días, para Carnaval y Semana Santa en los meses de febrero y abril. Si nos remitimos al calendario que se anexa a la nota, veremos que nos quedan dos meses sin “mini-vacaciones”: mayo y setiembre. Allí descubriremos la importancia de los feriados puente que permitían saldar esa vacancia generando espacios de tiempo libre en meses que no tenían esa posibilidad por sí mismos.

¿Por qué es tan importante el corrimiento de feriados en el calendario de un país más allá de la determinación de las vacaciones de verano y de invierno? Porque el turismo es un sector productivo, que produce servicios, y que para producirlos necesita personal para la atención del visitante y necesita de un equipamiento especial que implica una fuerte erogación de capital que no se justifica para trabajar solamente en las vacaciones de verano e invierno. Sostener oportunidades para que las empresas turísticas mantengan abiertas sus puertas en cada destino turístico es también una política de Estado como lo es la educación y el fomento a la industria nacional. Propiciar que las pequeñas y medianas empresas que caracterizan al mercado turístico tengan opciones para continuar ofreciendo sus servicios, contribuyendo al sostenimiento de las economías regionales, no es un dato irrelevante.

El decreto del gobierno nacional salió sin la firma del ministro de Turismo de la Nación. No sé los motivos por los cuales no acompañó a todo el gabinete nacional con la firma pero me gustaría pensar que fue para no refrendar una concepción desoladora del turismo, que se desprende de los considerandos de la ley. Para el gobierno nacional el turismo no es una actividad productiva al decir que con los feriados puente se obstaculiza el desarrollo de las actividades productivas del país. Si bien no producimos autos o quesos, producimos servicios para atender los movimientos de visitantes que se desplazan por el territorio. No todas las actividades económicas producen elementos tangibles, toda la gama de servicios como salud, educación, transporte, turismo que permiten curarnos, educarnos movilizarnos y disfrutar del tiempo libre, son tan importantes para el bienestar humano como un auto o un queso.

Poner lo económico por frente de otros beneficios sociales y ambientales que tiene el turismo es sesgar la mirada sobre nuestra actividad y sobre la vida de las personas que la sostienen con su esfuerzo en el día a día.