Un análisis sobre la relación entre el desarrollo tecnológico y los movimientos sociales como agentes de cambio cultural.
El feminismo argentino ya escribe páginas de historia y no debemos perder de vista el hecho de que, desde este movimiento, surge el reclamo sobre una ampliación de derechos para las mujeres. Siempre vuelvo a esta pregunta. ¿Qué está pasando en nuestras sociedades (del mundo) que tantas mujeres salen a la calle, hablan por las redes, construyen un discurso de sentido, unificado y con argumentos, y piden cambios? Está pasando y mucho. Podemos analizarlo desde diferentes ciencias; la historia y la sociología aportan mucho en este sentido para comprender aún más.
Las grandes revoluciones y el desarrollo humano
Por un lado sabemos que hubo revoluciones, a lo largo de la historia de la humanidad, que marcaron el rumbo para posteriores cambios de la sociedad en lo económico, jurídico, político y cultural. Y podemos observar que esos grandes cambios sociales fueron precedidos por un avance tecnológico importante. Hay una incidencia directa, entonces, del factor desarrollo tecnológico/material sobre la vida humana y social en todos sus ámbitos. Para ejemplificar, podemos comenzar con el impacto de la invención de la imprenta en 1450 (por parte del alemán Johannes Gutenberg). Lo primero que imprimió fue un ejemplar de la Biblia que se conocería como “la Biblia de Gutenberg”. A partir de su muerte (1468) su invento se extendió paulatinamente por toda Europa, y permaneció prácticamente inalterable hasta principios del siglo XX. La imprenta contribuyó a la rápida difusión de los libros y, por ende, del conocimiento disponible, poniéndolo al alcance de todos y no sólo de una minoría selecta, como ocurría hasta entonces. Las transformaciones fueron sucediéndose. Otro momento histórico que generó impacto en todos los niveles y ámbitos de la sociedad mundial fue la Revolución Industrial, que nos hace situarnos en un espacio cronológico y geográfico concreto: Inglaterra de mediados del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX (1780 a 1850). Se trató de un proceso que implicó cambios tecnológicos, financieros, comerciales pero sobre todo humanos, pues no fue sólo un proceso de transformación, en cuanto a la mecanización se refiere, sino también de mutaciones importantes en las relaciones laborales, la manera de emplear la fuerza humana en éstas, la vida familiar, etc. El gran invento, que simboliza a esta época histórica, fue la máquina de vapor, puesto que se aplicó a los nuevos medios de transporte, el ferrocarril y el barco de vapor, lo que llevó a una mejora en las vías de comunicación tanto por vía terrestre (con la construcción de carreteras) como por vía fluvial (con una nueva red de canales fluviales). La aparición de estos nuevos medios de transporte favoreció sobre todo al comercio, no sólo europeo sino internacional. A su vez, la aplicación de una serie de innovaciones gracias al invento de nuevas maquinarias agrícolas en el campo hizo que las tierras fuesen más productivas con menor necesidad de mano de obra. Aunque esto último se puede considerar un factor negativo, supuso la migración (de familias rurales) al mundo urbano, en busca de esos espacios laborales que surgían, las primeras industrias. Así, podemos observar siempre una relación directa entre desarrollo en términos tecnológicos, ampliación del conocimiento y el impacto de ello en la vida de la sociedad.
Sociedad del siglo XXI
¿Qué pasa hoy? Asistimos a la indudable era de la revolución tecnológica, la más grande de toda la historia conocida hasta la actualidad, sin precedentes en cuanto a la magnitud de las transformaciones que estamos viviendo, en todos los ámbitos mencionados y en el conjunto de la sociedad. Evoluciona la tecnología, evoluciona la comunicación, nos sentimos intoxicados de tanta sobreinformación, cambian las relaciones laborales, surgen nuevas profesiones y otras quedan obsoletas. Los mercados también se transforman, algunos crecen (el financiero) en detrimento de otros. Los sistemas jurídicos de las naciones Estado buscan aggiornarse a una economía y un mercado de globalización, cobrando protagonismo las relaciones internacionales. Es muy grande el análisis de cambios; lo cierto es que esta metamorfosis mundial es objeto de estudios contemporáneos en búsqueda de comprensión, análisis y previsión de futuro. Y lo otro cierto en toda esta cuestión es que, con tanto desarrollo tecnológico y conocimiento a disposición, la brecha mundial entre ricos y pobres parece crecer, en vez de equilibrarse. En medio de todo este meollo, el feminismo mundial crece como una ola imparable y abrumadora, que surge de las entrañas de la nueva “Sociedad en red” (concepto que introduce el sociólogo y economista español Manuel Castells). Y ¿por qué relaciono la historia de las revoluciones tecnológicas y su impacto en el mundo con el feminismo en la sociedad contemporánea? Porque creo que hay una correlación directa entre las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC), que nos introdujeron al mundo de las redes sociales y posibilitaron una comunicación horizontal, rotundamente democrática y mundial, y este movimiento social que se multiplica y sobrepasa las barreras culturales de las distintas clases sociales e identidades regionales, para convertirse en una nueva cultura, la cultura del feminismo en red. Sabemos cómo, a lo largo de la historia del mundo también, los movimientos sociales en lucha han sido verdaderos agentes de cambios en las estructuras políticas, económicas y jurídicas de los países. Y, si nos adentramos en la historia del feminismo, podemos detectar “olas” que impulsaron cambios en pos de la obtención de derechos negados que se fueron conquistando. Las olas feministas por el derecho a la educación, las olas feministas por el derecho al voto, las olas feministas por los derechos laborales; todas conquistas que, en mayor o menor medida, se fueron extendiendo y replicando por las diversas regiones del mundo. (Hay excepciones, como el Islam, donde las mujeres aún hoy son consideradas seres inferiores al hombre.) En todos los casos, la lucha por la libertad y los derechos tuvo sus costos. Mujeres que murieron, mujeres que fueron presas, brujas, herejes, mujeres silenciadas, desaparecidas, negadas, mujeres invisibles.
Esto ya no será posible, porque esas olas de nuestras antecesoras hicieron eco en las mujeres del nuevo siglo y éstas, inmersas en la era de la revolución tecnológica y con el megáfono en mano, deciden mover la marea para ser protagonistas del cambio y no morir en el intento.
Una marea verde envuelve a nuestro país y repercute en Latinoamérica. Es el feminismo en red del siglo XXI.