Ante la ausencia de la sensatez, virtud que en la ciencia política se la conoce como: el arte del consenso, la cultura binaria, viscosamente se entromete en medio de una argentina pobre, bajo la lógica principista sostenida por una patética guerra interminable.

Disponer por decreto que cualquier insinuación parlamentaria que atente contra el déficit fiscal será causal suficiente de una sanción penal, muestra la cara visible de esta desigual manera de interpretar la función del Estado.
Exceptuando a los dogmáticos de la pobreza eterna, nadie puede refutar que gastar más de lo que ingresa, trae como consecuencia el desbarranco financiero de un país en general como el de una familia en particular.
Ahora, si una familia, se encuentra ante el dilema de una grave enfermedad, o la falta de un alimento esencial de uno de sus miembros, este dilema dejará de ser una opción pragmática por resolver y cualquier padre de familia, sin importar su estabilidad económica, irá en la ardorosa búsqueda del endeudamiento como única alternativa posible frente a una inminente tragedia.
Retomando el razonamiento, pareciera esto una falsa analogía al comparar la macroeconomía de un país con el de una familia tipo, sin embargo, ambos casos, no son necesariamente desiguales. Hay una larga lista de daños colaterales imperdonables ocasionados básicamente por dos componentes que se han propagado al menos durante cincuenta años de historia argentina.
Para no caer en el facilismo de “la famosa gestión heredada”, voy a limitarme a mencionar los gobiernos de los últimos veinte años caracterizados por La corrupción y la ineptitud.
Respecto a la corrupción, luego de ocho años de gestión y posteriormente frente a dos instancias judiciales con la ratificación de la Corte Suprema, sus responsables no solo la niegan, sino que consideran a la condenada como una presa política. Por razones de buen gusto me abstengo de mencionar la gestión de Alberto Fernández / Massa.
Para el caso del Gobierno de Mauricio Macri, los alegatos escuchados estuvieron relacionados por una relación fatídica de causalidad, entre un gobierno que asumió “juntitos y por el cambio” y la feroz oposición del Peronismo K con su máquina de impedir. Claro que, los fundamentos nunca escuchados tuvieron más que ver con una INTERNA, que discutía la reducción del gasto del Estado que (Maquiavelo en “El príncipe” recomendaba realizar de manera despiadada) y otro sector del mismo gobierno que apadrinaba el famoso GRADUALISMO. El PIFIE de la opción elegida mostró los resultados visibles.
Los unos desde el probado delito y los otros desde la negligencia política, han dejado los despojos que hoy debemos democráticamente pagar todos. Pero no confundamos las cosas. Si bien ambas responsabilidades, nos jodieron, no fueron ni son, la cara de una misma moneda.
Ni la prisión domiciliaria, de una expresidente - ni la ineptitud de quienes tuvieron la posibilidad histórica de cambiar para siempre el rumbo distribucionista (hoy devenidos a libertarios de dudosa lealtad) – van a resolver el oprobioso ingreso de un jubilado o la asistencia a un discapacitado. (Me refiero a los reales discapacitados y no a los “incorporados exponencialmente por el negocio político)”.
Obviamente, que las necesidades son innumerables porque a diario vemos públicamente sus reclamos, pero nobleza obliga, hay prioridades que no pueden ser variables de ajuste frente a la también necesidad vital del déficit cero. ERGO: Baja definitiva de la maldita inflación, pero no a costa de los jubilados y la hambruna de un niño.
El Gobierno de Javier Milei, no es el producto de un grupo lúcido de influencers, ni la Divina mano de las fuerzas del cielo, sino, el resultado de los fracasos anteriormente mencionados, sin desestimar que, frente a la ineptitud y a la corrupción, el vacío de poder quedó servido en bandeja para que la recomendación de Nicolás Maquiavelo sea tomada con aguda visión economicista por el actual gobierno.
Ahora, cuando pareciera que se comienzan a disparar decisiones que nuestros vecinos de Latinoamérica ya lo habían realizado hace veinte años, el síndrome del complot se perfila viboreante ante el Palacio, y la búsqueda frenética de nuestra cultura binaria se hace presente nuevamente.
Como si no fuera suficiente el juicio de Aerolíneas Argentinas contra el Estado, sumado al turbio y pelotudo juego de las cripto monedas (LIBRA) - desde la vicepresidente, pasando por el periodismo y hasta el cruzamiento virtual con espadas de papel contra la cantante Lali Expósito, son el anabólico vital para transitar el tardío y doloroso camino, y para darle un “toque” épico a la cruzada, Javi, le pone una pizca innecesaria de condimentos (con insultos de por medio) dónde el Ministro Franco, con la habilidad del “Dibu” Martinez, sale todos los días para atajar los penales no forzados.
Finalmente, los patitos amarillos se van enderezando detrás de una escenografía en la trinchera peronista de la Matanza, (propia del realismo mágico), dónde los combatientes del PRO cambiaron su camiseta por una camperita violeta frente a un Mauricio cuasi-infartado, que los miraba por TV.
Reservándome la fuente, dicen los que saben que Javier Milei tuvo un sueño vívido a ojos “mentirosamente cerrados” dónde tuvo una sesión de terapia, con Jacques Lacan y Sigmund Freud. Ambos Psicoanalistas, persuadidos de que hay conductas en él, definitivamente irreversibles, (y a pesar de sus grandes diferencias academicistas) – esta vez, coincidieron en algo. Conociendo bien a su paciente y a su entorno virtual, prudentemente le dijeron al unísono susurrando: “Javi, dejá de putear a cuanto flaco se te cruce en el camino”.
Pareciera que esta sesión fue todo un éxito. En su cadena nacional solo se le disparó un “idiota”.