“Nunca me hablaron de prevención sexual ni de responsabilidad paterna”

El testimonio de una joven de Pinamar que fue madre adolescente. Su relato confirma los datos y el análisis aportados por profesionales, en una problemática social que merece nuestro tiempo y nuestra dedicación.

En países como África o India el embarazo adolescente es una problemática social marcada por la cultura y creencias religiosas arraigadas donde, por ejemplo, se aceptan los matrimonios infantiles de niñas con adultos y hay un alto porcentaje de trata que afecta a mujeres, niñas y adolescentes. Luego está Latinoamérica, que marca una tendencia en aumento desde hace algunos años. Argentina sigue ese rumbo y Pinamar confirma la estadística creciente. Por ello, en nuestra edición anterior nos preguntamos qué hacemos con el embarazo adolescente, cuáles son las causas en nuestro contexto y cómo ocuparnos del tema. En esta edición fuimos a la fuente.

María es un nombre ficticio para preservar su identidad. Hoy tiene 20 años y un hijo de 2. Ya pasó por un aborto a los 17 años. Nada fue deseado. Ni los embarazos ni el aborto. Considera que mientras ella pueda decidir sobre qué hacer con su cuerpo, el proceso psicológico es distinto que si se ve obligada por otros. Así lo explica al inicio de su relato: “Es un derecho decidir tener un hijo o no tenerlo. Con el aborto me aislé de todos, me sentí muy mal por ser obligada a hacerlo porque yo quería tenerlo una vez que supe”.

–¿Le habían hablado de prevención sexual antes, en su casa o escuela?
–No, ni en la escuela ni en casa, nunca me hablaron. Mis padres eran separados; mi mamá trabajaba todo el día y mi papá no estaba. Prácticamente me crió mi hermana. No tenía amigas porque no las podía invitar a casa y además no hablábamos de sexo; aún hoy nos da vergüenza o pudor. Después del aborto quedé embarazada de nuevo y a los 18 años tuve a mi hijo, que hoy tiene 2 añitos.

–¿Busco ayuda de alguien para enfrentar toda esta situación?
–Fui al OVA [Observatorio de Violencia y Adicciones], que en ese momento lo atendían Adriana Pedernera y Delia Tonelli. El primer contacto con el OVA fue porque el padre de mi hijo se drogaba y robaban con “la junta”. Yo fui a apoyarlo para ayudarlo pero me quedé también porque me gustó; nos sentíamos contenidos, ya que los dos consumíamos marihuana y cocaína y queríamos salir de eso. Además, tenía que darle la noticia de mi segundo embarazo a mi madre y sola no me animaba; pude hacerlo acompañada por ellos.

–¿Considera que es necesario que exista una institución que contenga a los jóvenes y adolescentes?
–Sí. Hay mucha droga y veo mucho embarazo adolescente. Leí tu nota anterior y es verdad todo; me sentí identificada con lo que dijo la doctora. Son un montón de causas juntas, lo que falta en la casa y el entorno. Deberían acompañar a la familia, porque, cuando yo dejé de ir a la escuela, a los 14 años, no recuerdo que se hayan acercado a mi casa a ver por qué no iba más o a hablar con mi mamá. Y hoy tampoco me resulta fácil conseguir trabajo y dejar a mi hijo en la guardería. Hacen falta más Mamá Sirenita. Además, es una cadena infinita porque pensá que ahora yo no estoy más con el padre de mi hijo, no me pasa plata ¡y está por ser papá de nuevo con otra chica de 17 años! ¡Lo lamento mucho por esa chica!

–¿Qué debería pasar para que esto cambie?
–Yo creo que acá falta un buen susto. Para que no haya más embarazo adolescente, no hay que hablar solo de métodos anticonceptivos, también de las consecuencias de tener hijos siendo adolescentes. Contar la otra parte de la historia. Lo difícil que es todo después, para trabajar y criarlo. Yo ahora reniego porque el papá de mi hijo tiene un trabajo en blanco pero no lo viene a ver a su hijo ni lo mantiene. Tengo que buscar una abogada para que me ayude con esto.

–¿Qué pasa con el padre ausente?
–Fallan los padres. Se repite la historia, lamentablemente, porque, en el caso de mi ex, su padre lo abandonó y él está haciendo lo mismo con nuestro hijo. Me da mucha lástima porque esos abuelos tampoco me llaman para ver a su nieto y saber si necesita pañales.

–¿En su caso, hoy tiene consciencia sobre la importancia de la presencia materna y paterna?
–Sí, estoy vulnerable. Yo digo que, hoy, mi debilidad está fuera de mi cuerpo. Amo a mi hijo y voy a hacer todo por él. Mientras estuve embarazada inclusive, estaba contenta creyendo en la maternidad perfecta y en el cuentito feliz, pero ahora sé que no es todo color de rosa. Igual, en mi caso yo me imaginaba así, criando sola a mi hijo. Veo muchas madres solteras adolescentes. Tengo una conocida de mi edad con 3 hijos ya, que tuvo el primero a los 13 años.

–¿Qué desea para su vida y la de su hijo, de ahora en adelante?
–Yo sé que mis prioridades hoy no son las mismas que las de una chica de 20 años que piensa en la facultad y salir a bailar. Mis prioridades son comprar pañales, toallitas húmedas, llevarlo al pediatra, etc. No me molesta mi hijo pero les digo a las chicas jóvenes que se cuiden, que no queden embarazadas, que no quemen etapas. Yo quemé muchas etapas en mi vida; empecé a los 13 años a drogarme y no tenía sentido. Hoy estoy bien. Pero el papá de mi hijo se sigue drogando. Yo quisiera que no sea así y que lo venga a ver. Y a mi hijo le deseo que no repita la historia. Que estudie, trabaje y sea un padre responsable.