Blanqueo para todos y todas

La semana pasada se promulgó la Ley N° 27.260, de reparación histórica para jubilados y pensionados, que básicamente establece dos beneficios particulares. Uno, llamado sinceramiento fiscal, que en el barrio conocemos como “blanqueo” y el otro es un régimen de regularización impositiva, es decir una moratoria fiscal. Este último entiendo que era necesario y oportuno, para que todos los contribuyentes que están pasando por una situación complicada desde lo económico pudieran regularizar su situación y seguir trabajando sin los perjuicios fiscales que implica estar en deuda con el Estado. Obviamente, esta situación no se generó en los últimos meses, pero sí se agravó. La recaudación impositiva cada mes va decreciendo en términos reales y esta moratoria es una oportunidad para poder recaudar y ayudar a aquellos que realmente lo necesitan. Recomiendo a aquellos que tengan deudas impositivas, previsionales o aduaneras, que se acojan al plan de pagos, ya que es bastante beneficioso y no creo que se repita, por lo menos en el corto plazo.

Ahora bien, lo que quiero reflexionar, es en relación a la otra pata de esta ley referida al blanqueo, en cuanto a su origen, destino y fundamentos.

Entiendo que la “reparación histórica a los jubilados” fue el disfraz utilizado por el Congreso para que el blanqueo que lanzó este gobierno, por el cual les da la posibilidad a todos los argentinos (y todas) que tuvieron la “necesidad imperiosa” de ocultar maliciosamente en el exterior bienes, dólares, euros, pesos, acciones, inmuebles y participaciones en off shore, “ganados con el sudor de su frente ”, de que las repatríen antes de que los convenios internacionales de intercambio de información bancaria, entre los fiscos nacionales y las unidades de información financiera (UIF) que investigan los delitos de lavado de activos, terminen de arrinconarlos. También fueron considerados en el blanqueo los que tienen escondida la plata en bolsos, bóvedas, conventos, cajas de seguridad o campos dentro de la Argentina.

O sea, en otras palabras, esto es una advertencia. Blanqueen right now!, antes de que los salgan a buscar el año próximo…

Recordemos que esta ley técnicamente es para financiar entre otras cosas un sistema previsional donde el 50% de la población económica activa (PEA) aporta y el otro 50% se encuentra precarizada, en negro o desocupada o inactiva (nuevo modo de estar desocupado). Todo ese dinero que no se abonó, ¿donde pensás que está?

Podríamos pensar que esta posibilidad, además de ser una herramienta recaudatoria, va a permitir que sus fondos sean destinados a pagarles honrosamente a los jubilados, construir escuelas, rutas, puentes, casas… pero no es tan así, y esto seguramente lo veamos cuando termine el blanqueo, ya que por tan solo un mínimo pago, pueden dejar el dinero afuera. Un 10% sobre el monto escondido y dejamos todo en el olvido… WTF? Contentos deben estar los que pagan impuesto a las ganancias todos los meses, a los que les embargó la AFIP las cuentas, los que tienen inspecciones todas las temporadas, los jubilados que cobran la mínima, los empleados que piden una paritaria mayor a la inflación, los empleados que están en negro, o los que no son más empleados.

La coyuntura macroeconómica actual, donde tenemos un dólar barato o por lo menos planchado, la presión impositiva de un país nórdico y una inflación cada día más alta, no incentiva mucho a traer todo lo que está afuera. De hecho ya hay países, denominados paraísos fiscales, que están ofreciendo doble ciudadanía para blanquear el dinero ahí y dejarlo… Hecha la ley…

Esta situación descripta la veo básicamente como un costo de oportunidad, en el cual los amigos del poder, los ricos y todos los que hayan escondido bienes los declaren para que después no tengan problemas legales o fiscales. No pensemos que los que traigan los fondos lo harán por su sentimiento de argentinidad y su voluntad genuina de participar en la construcción y el desarrollo de un mejor país. Todo lo contrario, porque pensemos que en primer lugar se la llevaron, sin declarar, sin pagar impuestos, sin justificar el origen, y ahora la traen con un pago que mínimamente es vergonzoso.

Por ahí ahora el ministro Prat Gay les pide perdón a los que se la llevaron porque el país los obligó a hacerlo.